Bajo Palio

Bordados primorosos

  • Manos aladas. Las cofradías almerienses atesoran en su conjunto un rico patrimonio de bordados (mantos, banderas, simpecados, estandartes, palios) de procedencia autóctona

AUNQUE últimamente han disminuido, en llegando estas fechas solemos darnos de bruces con un comentario, en tono negativo, alusivo a la sevillanización de la Semana Santa almeriense. Quien así se manifiesta no tiene repajolera idea de lo que dice o, peor aún, hace adrede una interpretación torticera y dañina de la realidad. Sevilla, por razones históricas, económicas, eclesiásticas y demográficas ocupa un lugar prominente; es un imprescindible referente, al menos en la España meridional. Circunscritos al arte sacro, ahí se asentaron los más geniales escultores, pintores, doradores y orfebres, creando una escuela que se ha sucedido en el tiempo. Con una diócesis "pobre" y cofradías descapitalizadas, nuestra ciudad no podía ni de lejos aspirar a un patrimonio sacro que se le asemejara. Pasado el tiempo y una cambiante realidad socioeconómica, las hermandades pusieron sus ojos en la ciudad del Betis a la hora de adquirir imágenes, pasos, canastillas y enseres varios. ¿Dónde si no? Es como el niño que tiene en los jugadores del Madrid o Barcelona el ejemplo a seguir, ¿va a mirarse acaso en futbolistas del Villaconejos de Arriba? Lo cierto es que hoy, independiente del discurso doctrinal, podemos admirar magníficas obras de los más reputados artistas de la madera y plata, sevillanos la mayoría. Sigo a la espera de que alguien me explique con meridiana claridad -sin vaguedades ni tópicos- en que consisten las tan cacareadas y genuinas señas de identidad de la Semana capitalina. Igual quedaríamos insatisfechos si la comparásemos.

PURAS Y ADORATRICES

Si sevillanos fueron los insignes de la "aguja" Rodríguez Ojeda y Esperanza Elena Caro, en el capítulo patrimonial de ornamentos y símbolos que conforman el ajuar de vírgenes y nazarenos y ornamentos que integran el cortejo procesional, Almería ha sido (y es) autónoma, con personalidad propia. Pese a que secularmente han existido virtuosas manos "civiles" (caso del sastre Serrano en el XIX o Belén Marinas y Carmen Góngora en el XX; más una pléyade actual de la que no procede dar nombre en evitación de omisiones indeseadas), la inmensa mayoría de tales labores tienen el sello de órdenes religiosas femeninas. Singularmente, Las Puras y Adoratrices.

En 1877, Isabel de los Remedios, monja concepcionista franciscana, dirigió la delicada labor de pasar a un nuevo tejido el bordado del manto de la Virgen del Mar regalado a su hermandad por la reina Isabel II. Ésta, asistida por camareras de la Virgen, estableció el obrador en el luminoso "mirador" neomudéjar del convento de Las Puras. Solo es un apunte ya que a ésta congregación -próxima a cumplir cinco siglos en la ciudad- le dedicaremos tiempo y espacio en otro soporte.

El taller de bordado y confección de las Adoratrices del Santísimo Sacramento y de la Caridad fue el otro gran proveedor de preciadas joyas artísticas desde que a comienzos de la centuria pasada se establecieron en Almería. Por cierto, el riesgo de demolición de su sólido e histórico convento del Quemadero ha quedado en suspenso, salvo que el Pgou apruebe lo contrario. En su momento di cuenta de que al menos cinco cofradías poseen (o poseían) piezas suyas, ahora me centraré en una de ellas, Prendimiento, y en dos mujeres contemporáneas, religiosa y seglar.

HERMANA TERESA

Y CARMEN MULEY

Los futuros cronistas (si los hubiese) de la semana mayor de los cristianos, deberán tener en cuenta forzosamente a las Adoratrices al abordar el epígrafe de referencia. Y especialmente a la, en Religión, Hermana Teresa, maestra y guía de un reducido plantel de artesanas.

Concepción Gijón nació en Granada en 1914 e ingresó en la comunidad de su ciudad natal a los 14 años, iniciándose a los 20 en el bordado. Esta rivalizó en renombre con sus homónimas de Málaga y Huéscar. Sendos traslados la llevaron a Córdoba, Ceuta y, en 1966, Almería, donde se afincó hasta que agravándose la enfermedad que padecía regresó a Granada, falleciendo en febrero de 2003. En todos los lugares en que residió destinó su tiempo a realizar encargos de sastrerías civiles y militares. De carácter bondadoso y agradable trato, pronto empatizaba con quienes mostraban deseos de aprender un oficio que se iba perdiendo. Entre sus alumnas más sobresalientes y con la que colaboraría estrechamente destaca Carmen Muley Sorroche, fuertemente ligada a Prendimiento tras su matrimonio con Manuel Marín. Desde entonces es el alma mater del taller establecido en la casa-hermandad de la plaza Bendicho.

PRENDIMIENTO

A modo de catálogo incompleto reseño las joyas en hilo y tisú de oro y plata pertenecientes a los tramos de sus tres advocaciones titulares, Prendimiento, Medinaceli y Virgen de la Merced:

-Estandartes con diseño de Manuel Llamas o José Manuel Elena

-Bandera cruzada, Guión de la Juventud y Jubileo de las XL Horas

-Banderines y paños de bocina

-Simpecado y sayas de la Merced (pasto del incendio de 1996)

-Actuaciones puntuales en el palio y manto de la Merced de lo sucesores de Esperanza Elena; con un "Gloria" de Dubé de Luque en el que figuran la Alcazaba y Catedral.

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