Que nunca llueve a gusto de todos, lo dice el refrán. Y los refranes son sabios. Almería necesitaba como el comer las nubes que han chafado este Domingo de Ramos. Pero es que justo que llueva en Semana Santa, con la ilusión que había puesta en estos días, con todo el trabajo que hay detrás de cada procesión... Pero se ha llovido es porque Dios así lo ha querido, es el único consuelo de los hermanos que estaban procesionando con la Estrella y Los Ángeles en la tarde de este 24 de marzo.

El cielo amenazaba con lluvia desde primera hora de la tarde. El calor de los últimos días, ese tiempo plomizo, era presagio de que venían nubes llenas de vida, pero también llenas de sentimiento encontrados para los cofrades. La Borriquita pudo salir sin problemas, incluso con cierto calor, pero la Estrella y Los Ángeles notaron las primeras gotas pasadas las cinco de la tarde.

Eso provocó que se buscaran soluciones de emergencia: la Estrella a la capilla del Prendimiento y Los Ángeles a San Ildefonso. Ahí se vivieron momentos de mucha tristeza, lágrimas, sollozos, rabia... Estampas que desgarran, que contextualizan a la perfección el sentimiento y el sufrimiento que significa la Pasión. Sobre todo, porque el capítulo de lluvia fue intenso sólo por minutos, el viento lo cortó y las juntas de gobierno analizaron qué iban a hacer.

Una hora de tregua para buscar una solución, ver si había un impás meteorología y daba tiempo a volver a Regiones y Los Ángeles, algo que iba a ocurrir en torno a las 19:30. Mientras que la Cena, aún en el templo puesto que su salida era a las 18:30, también decidió salir a la misma hora. La lluvia se había cortado, fue intensa pero corta e hizo tener el corazón en el puño a más de un cofrade almeriense.