CRÓNICAS DESDE LA CIUDAD

Santo Sepulcro (y II): Entierro de Cristo y Municipalidad

Procesión del Entierro de Almería Procesión del Entierro de Almería

Procesión del Entierro de Almería / Javier Alonso

Dejábamos el Sepulcro en su iglesia de San Pedro el Viejo (hoy de las Esclavas del Santísimo Sacramento); previo al del actual de la Glorieta, anexa al convento de San Francisco,, bajo la presunción de que la familia Vílches sacase la urna en procesión la tarde-noche del viernes Santo. Algunos autores, pocos, subrayan que en esta centuria la responsabilidad recayó en el Ayuntamiento, pero discrepan del año en que adquirió carácter oficial. Para zanjar dudas me impuse la tarea de revisar las actas plenarias del cabildo Municipal hasta el último tercio del siglo XIX en que la Prensa toma el relevo a dicha fuente administrativa.

Se impone una mínima contextualización temporal. Finalizando el siglo anterior, una R.O. ordena la enajenación de bienes propios de hospitales, hospicios, casas de misericordia, de reclusión y expósitos, cofradías, memorias, obras pías y patronatos de legos, amortizándolos a sus propietarios a un interés del 3% anual. En 1810 los franceses ocupan Almería al tiempo que José Iº Bonaparte manda suprimir nuevamente todas las órdenes religiosas radicadas en el país. Tras las Cortes de Cádiz y el Trienio Liberal (1820-1823), el tirano Fernando VII regresa al trono, reanudándose la Feria agosteña con procesión de la Patrona incluida. Cuando la minoría de edad de Isabel II, en la Regencia de su madre Maria Cristina y del general Espartero, además de a la Virgen del Mar en Santo Domingo, el Ayuntamiento asistía regularmente a la Catedral y conventos de San Francisco y de la Concepción con motivo de la festividad de Reyes, La Candelaria, Bula de la Cruzada, Letanías, San Marcos, San Indalecio, Corpus Christi y su Octava, San Jacinto, Ángeles Custodios, La Purísima, “Voto” (por los terremotos de 1790) y San Esteban.

TUTELA CONSISTORIAL

Pese a que el Consistorio solía obsequiar al Cabildo catedral y autoridades el Domingo de Ramos, a la terminación de la procesión de las Palmas, no hay constancia en los libros de actas de concurrir un Viernes Santo hasta la sesión ordinaria del 2 de abril de 1844. Se iniciaba el “periodo Moderado”, ya con Isabel II mayor de edad, siendo alcalde Joaquín de Vílches:

“Penetrado el Ayuntamiento de que, disueltas las Corporaciones que en los últimos años tomaban la iniciativa, y subvenían a los costos para la procesión del Entierro de Cristo, o sea Santo Sepulcro, que se celebra en la tarde del viernes Santo, se tocan inconvenientes para que la haya este año; e interesado eficacísimo en cuanto pueda contribuir a la pompa y magnificencia del Culto y actos propios de nuestra santa Religión, acordó por unanimidad hacerse cargo de la citada procesión, sufragando sus gastos del peculio particular de los Sres. Concejales (…), convidándose para dicho acto religioso la asistencia de todas las Autoridades, corporaciones y particulares; y para que nada falte a su grandeza (…) se comisionó a los Sres. Regidores Olmo, Martínez y Torres”.

Fue pues en la primavera de 1844 cuando por primera vez el Ayuntamiento la asumió, precisamente con Joaquín de Vílches en la alcaldía. Salvo el día y hora, nada señala en cuanto a nombres propios u orígenes. Ninguna alusión a la familia Vílches, imágenes, itinerario, banda de música de la Milicia o consumo de cera para el trono y penitentes. Carencias lógicas al estar redactada en un lenguaje administrativo. ¿Quiénes eran esas Corporaciones?: en mi opinión alguna cofradía disuelta con la Desamortización y Regencias, ¿la de la Virgen de los Dolores? Sí rinden cuentas al año siguiente de los gastos ocasionados: 426 reales (Corpus y La Candelaria ascendieron a 882 y 383)

El actual Cristo yacente y Virgen de los Dolores procesionaron bajo título: “simulacro del Entierro de Ntro. Sr. Jesucristo”, del Salvador o Santo Sepulcro. Aunque no siempre desde San Pedro. El acta del 30 de abril de 1859 es harto elocuente. Siendo alcalde Francisco Jover y obispo Anacleto Meoro, los concejales comisionados al efecto (Pedro Lladó, José de la Cámara y Miguel Pérez de Percebal) elevan un memorándum al Pleno en el que tras recordar que “en esta capital se celebra la memoria y representación del entierro de Ntro. Redentor Jesucristo en el viernes Santo (…) cuyo acto religioso unos años ha tenido lugar en la iglesia de Santiago y otros en la de San Pedro”, se quejan de que “todos los años se presentan dificultades por parte de los Sres. Curas de cuyas Iglesias sale la procesión”, en cuya tesitura, y con el laudable fin de “alejar todos aquellos inconvenientes y de que salga con toda la solemnidad y esplendor que representa, tienen el honor de proponer a V.S.S. que desde el año próximo de 1860 se establezca que en lo sucesivo salga de esta Sta. Iglesia Catedral, asistiendo a ella el Cabildo eclesiástico, parroquias y hermandades legalmente establecidas”. Aunque la cera y otros gastos corrían de cuenta del Municipio, ni obispo ni canónigos contestaron a la solicitud. Y así, desde San Pedro y hasta nuestros días, salvo periodos políticos concretos, viene ocurriendo.

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