Semana Santa

La agonía de Jesús

  • Desde el punto de vista médico la tortura infligida ocasiona un dolorosísimo proceso en el cuerpo de Jesús que se inicia con la flagelación

Escena de la película ‘La Pasión de Cristo’ de Mel Gibson.

Escena de la película ‘La Pasión de Cristo’ de Mel Gibson. / Efe

La pasión, agonía y muerte de Jesús es un testimonio que encierra al margen de su valor religioso una descripción pormenorizada del tormento al que fue sometido y que provocó su muerte como consecuencia del brutal castigo y crucifixión sufrida. Desde el punto de vista médico la tortura infligida ocasiona un dolorosísimo proceso en el cuerpo de Jesús que se inicia con la flagelación.

La flagelación se consideraba un suplicio degradante y se iniciaba atando al reo a una argolla fija y este al que se consideraba con fuerzas para este castigo lo recibía en la espalda desnuda, aplicándosele con azotes de cuerdas y correas denominadas flagrum. En el libro bíblico del Levítico y en el de los Macabeos aparecen referencias a las flagelaciones. Los romanos destinaban a esclavos para que aplicasen la pena al condenado. Jesús superó con mucho, los 40 azotes que le provocaron importantes rupturas de la piel, desgarros y heridas con hemorragias y la consiguiente disminución de la sangre circulante internamente lo que contribuiría al inicio de shock hipovolémico de origen hemorrágico. Toda la piel del tronco quedaría afectada con aparición de hematomas, equimosis, heridas, erosiones y escoriaciones. El dolor provocado en la persona era de tal intensidad que provocaba reacciones de carácter reflejo que llevarían al desmayo o pérdida de consciencia.

La flagelación afectó al pecho y a la espalda y fue el comienzo, según la descripción, de una tortura tan dura, según el relato del evangelio, más de 18 horas. La pérdida de sangre, según los expertos,, podría situarse entre uno y dos litros durante todo este tiempo. El cuerpo humano contiene aproximadamente unos cinco litros. El dolor provocado por la flagelación generaría una dificultad respiratoria consecuencia en sí misma de la propia intensidad de este y del daño infligido sobre los músculos que coadyuvan a la respiración y de la instintiva paralización de la parrilla costal con el fin de no incrementar el dolor sufrido. Esta dificultad respiratoria conduce a una alteración de los gases en sangre con un desequilibrio en el intercambio gaseoso, es decir, una disminución del oxígeno (hipóxia) y un aumento del CO2 (hipercapnia).

La colocación de la corona de espinas, que recibía el nombre de palarius aculcatus, sobre el craneo desgarraba la piel que recubre dicha zona. Si nos atenemosa la Semana Santa la reconstrucción del tormento determinaría más de 30 heridas en la zona craneal con la pérdida de entre 300 y 400 mililitros de sangre. También puede colegirse un fuerte golpe sobre la nariz, contusión que produciría otra importante pérdida de sangre.

La crucifixión era una forma de ajusticiamiento antigua que empleaban pueblos como los persas, y los cartagineses y fue adoptada por los romanos como suplicio de especial dureza. Los clavos metálicos sujetaban el cuerpo a la cruz por zonas de la mano y muñeca que evitaban el desgarro y por tanto la caída del reo. La fijación se realizaba de un solo golpe, utilizándose clavos para las extremidades superiores e inferiores y el posicionamiento del ajusticiado en una posición que determinaba de esta forma la aparición de un cuadro anóxico (falta de oxígeno) con retención de CO2. Este hecho es el determinante de la asfixia y posterior fallo cardíaco y por fin, la muerte.

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