Pilar Cernuda
La mayor corrupción jamás conocida
Avances científicos
¿Avanza rápido la investigación en cáncer de mama? Es una de las preguntas más recurrentes y, quizás, difícil de responder. Seguramente, más del 50% de la población piensa que sí, o quieren pensar que sí. Pero como todo en la vida es relativo.
El cáncer de mama se conoce desde hace siglos y existen evidencias de momias de Perú y Egipto que padecieron esta enfermedad. Sin embargo, el cáncer no era causa de muerte, debido a que la población en aquella época no era longeva, y la mayoría de muertes se debían principalmente a infecciones.
Fue Hipócrates (461-371 a.C.) el primero que describió el cáncer de mama, y lo atribuyó a un desequilibrio de los 4 “humores” que conformaban el cuerpo humano y que, según su teoría, regulaban el estado de salud de las personas.
El exceso de “bilis negra” era el causante del cáncer de mama, y su tratamiento básicamente consistía en el uso de plantas medicinales. Su hipótesis se mantuvo durante varios siglos y fue ratificada por Galeno (130-210 d.C.), sin que posteriormente se produjeran avances significativos durante más de mil años, concretamente hasta la época del Renacimiento.
Fue la revolución de la medicina, adquiriendo un enfoque científico, lo que modificó los conocimientos y las teorías sobre el cáncer de mama hacía un punto de vista anatómico. Durante los siglos XVI, XVII y XVIII, la cirugía pasó a ser el tratamiento habitual, utilizándose las denominadas mastectomías y desarrollándose herramientas para realizarlas de la forma más rápida y contundente posible, como guillotinas especializadas.
En el siglo XIX se comenzaron a usar diferentes compuestos como el arsénico, hierro o incluso el Agua de Vichy para el tratamiento, pero se tuvo que esperar hasta finales de este siglo para que algunas medidas antisépticas y analgésicas fueran incorporadas en las cirugías para el cáncer de mama, desarrollándose la mastectomía radical a finales de este siglo y perfeccionándola durante todo el siglo XX.
Además, la incorporación del microscopio y la posibilidad de diferenciar las células sanas de las tumorales permitió un diagnóstico más fiable, que salvó a muchas mujeres de una mutilación debido a un diagnóstico equivocado.
A mediados del siglo XX se incorpora la tecnología al cáncer de mama mediante el uso de los primeros tratamientos de radioterapia, y solo desde hace 50 años se realizan los primeros estudios con diferentes quimioterapias, teniendo un éxito robusto en el descenso de la mortalidad por esta enfermedad, que hasta entonces pocos tratamientos habían tenido.
Y llegamos al siglo XXI, quizás unos años antes, donde la Biología molecular realiza unos avances impresionantes, siempre ligados al avance de la tecnología. En este momento es cuando abrimos el melón y empezamos a entender que el cáncer de mama no es solo una enfermedad, sino que existen subtipos, y que, gracias al descubrimiento de marcadores que los diferencian entre sí y los distinguen de las células sanas (biomarcadores), podemos diseñar fármacos dirigidos hacia cada uno de ellos. En la actualidad, podemos diferenciar tres grandes subtipos de cáncer de mama mediante el uso de biomarcadores:
La investigación en los últimos 70 años ha permitido aumentar la esperanza de vida de las mujeres en un porcentaje bastante esperanzador, y es solo en los últimos 30 años cuando los esfuerzos se han enfocado en buscar señales o marcadores de las células del tumor que permitan desarrollar fármacos dirigidos a cada subtipo de cáncer de mama, evitando tratamientos innecesarios.
El avance de los tratamientos en cáncer de mama, así como en otras enfermedades, está supeditado al avance de la Biología Molecular y la Genética. Quizás ahora la pregunta inicial esté más contextualizada y la respuesta es que la investigación en cáncer de mama avanza a pasos agigantados, al igual que la tecnología a nuestro alrededor. Debemos aprovechar esta circunstancia para que la ciencia aporte estrategias impensables hace 100 años y para que, al menos el cáncer de mama, no sea una de las causas de mortalidad en las mujeres.
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