Fútbol

El inolvidable pasillo de Almería y Poli El Ejido a Iker Muro

  • El joven futbolista cadete volvió a vestirse de corto en Santo Domingo tras superar un tumor en el cuello

  • Ejemplar el comportamiento de ambos clubes, su actual y antiguo equipo, así como múltiples las muestras de cariño de amigos y técnicos

Momento del pasillo del Poli El Ejido y Almería al joven Iker.

El destino le tenía guardada una gran sorpresa a Iker Muro San Martín, futbolista cadete de la Unión Deportiva Almería. Después del tremendo susto que supuso el tumor que se formaba en su cuello, del que gracias a un encomiable trabajo médicos no hay restos, la alegría le iba a llegar en la última jornada del campeonato liguero de su categoría. 

Al donostiarra, recuperado en lo clínico pero todavía con los lógicos cuidados oncológicos que deja el bicho, le cambió la cara cuando Carlos García lo convocó para el derbi provincial cadete ante el Poli El Ejido. Curioso, iba a volver a vestirse de corto ante su exequipo, ante sus amigos puesto que él vive en Almerimar. Le sorprendió que el partido se disputara en Santo Domingo, donde solo juega el primer equipo. Intuía que iba a calentar y que podría disponer de algunos minutos finales tras estar parado más de un año. Pero lo que le llenó de felicidad y le consiguió arrancar una sonrisa (no así una lágrima, Iker es duro), es que rojiblancos y celestes se posicionaron para darle la bienvenida mediante un pasillo en el césped. Chapeau para Unión Deportiva y Poli El Ejido, Poli El Ejido y Unión Deportiva Almería. En las gradas sí que se derramaron algunas lágrimas, ahí estaban unos padres orgulloso para los que la vida ha vuelto a cobrar sentido.

Fueron unas molestias en el cuello las que impidieron a Iker jugar la Donosti Cup en verano de 2021 con el Antiguoko, su equipo cuando vivía en Donosti. Lo que apuntaba a contractura cervical y una semana de relajantes musculares, una resonancia lo convertía en la peor noticia posible: sarcoma de Ewing. Por fortuna (si es que dolor puede hacer a alguien afortunado), el tumor presionaba la médula y esa incomodidad hizo que los oncólogos pudieran atajar pronto el caso.

Operación, catorce semanas de quimio y veintiocho de radio. Cualquier cuerpo se queda hecho un flan, pero Iker es vasco, vasco. Ni un quejío, ni un lamento, ni un momento de decaimiento. Es más, las únicas secuelas que experimentó su cuerpo han sido la cicatriz y la caída del pelo. La saluda del delantero rojiblanco rápidamente mejoró y aunque por precaución se le considera autodeprimido durante medio año, la realidad es que en cuanto pudo volvió al cole, a salir con los amigos y, por supuesto, a hacer deporte.

Bonitos detalles de Almería y Poli El Ejido

Eran días para volcarse con Iker. Y ambos clubes, que pueden tener muchos defectos en lo deportivo, en lo social suelen ser un ejemplo. Javi Fernández, director general celeste, le regaló una camiseta firmada por todos los jugadores de la primera plantilla. El Almería, por su parte. lo invitó a bajar al vestuario tras el partido ante el Oviedo. Allí conoció a uno de sus ídolos, Sadiq, goleador como él, que le regaló su camiseta. Igualmente, "sus amigos se raparon el pelo" cuando Iker ya lo había perdido, explica Xabier, su aita.

Los amigos de Iker, con el pelo rapado. Los amigos de Iker, con el pelo rapado.

Los amigos de Iker, con el pelo rapado.

Iker, ante la foto de su cuadrilla de esa misma cuadrilla de amigos, el día que volvió a jugar al fútbol. Iker, ante la foto de su cuadrilla de esa misma cuadrilla de amigos, el día que volvió a jugar al fútbol.

Iker, ante la foto de su cuadrilla de esa misma cuadrilla de amigos, el día que volvió a jugar al fútbol. / Javier Alonso

Así se llegó el mes de abril y el ariete del cadete de la UDA volvió a los entrenamientos. "Estaba muy feliz, fue emocionante volver a tocar el balón", indica un Iker que seguía pasando sus reconocimientos médicos sin problemas y quemando etapas en lo físico. 22 de mayo, Santo Domingo. "Nunca había visto tanta gente en un partido de esta categoría", dice risueño Xabier. Todos en pie, a gritar, a animar y a emocionarse cuando Iker chocaba las manos a izquierda y derecha, en su vuelta a su vida deportiva, la que ningún sarcoma va a ser capaz de destrozar por mucho que se lo proponga.

¿Felicidad?, ¿emoción?, ¿alegría? Sí, bueno, todas esas cosas, y "mucho cansancio". No lo olvide, Iker es duro como el acero. "Estaba reventado, jugué diez minutos y me faltaba el aire", dice el goleador zurdo. Eso es bueno, mentalidad de ganador por encima de todas las cosas. Su cerebro ha olvidado y sólo mira al futuro con el deseo de que su cuerpo vuelva a ser el de un joven futbolista, con vitalidad, salud y ganas de comerse el mundo. A ser posible, vestido de rojiblanco. Zorionak, Iker.

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