laliga 1,2,3 · Almería-Lorca

A Ramis lo que es de Ramis (2-1)

  • La apuesta del míster por Fran Rodríguez y la paciencia con Tino valen tres puntos

  • No sabe jugar en ventaja y casi le cuesta un disgusto

Los jugadores celebran uno de los goles.

Los jugadores celebran uno de los goles. / R. González

Cuando hay que dar algún palo en busca de la mejoría, no valen medias tintas. Y cuando el equipo se merece la enhorabuena, se da y todos felices. Desde los tiempos de Julio César hay un refrán que así lo refleja y que le viene como anillo al dedo a esta crónica para titular. Pero en vez de emperador romano, ayer fue Ramis el que se iba a labrar un vericueto para derrotar a un Lorca tan sólo aseado y al que hubo que ganarle con más facilidad. No fue así, se ganó que es lo importante y se hizo con sufrimiento y con golazo, algo que hizo irse a la afición a su casa satisfecha.

Después de tantos sinsabores las dos temporadas pasadas y empates en los despistes de los últimos minutos, anoche se ganó de aquella manera, pero se ganó que es lo que cuenta en la categoría. Tres puntos merecidos en algunos momentos del partido y no tanto en otros, sobre todo con el 1-0, pero tres puntos que es para lo que se juega al fútbol. Quien quiera ver en Segunda el dañino guardiolismo que repase las dos últimas campañas rojiblancas.

En esta categoría, fea para el aficionado preciosista y bonita para quien le gusta la brega, el fin justifica los medios. Y los medios que suelen tener equipos de Segunda son de hierro, no de porcelana. Por ello Ramis ayer quiso cambiar la táctica de las primeras jornadas, buscaba tener más presencia en el centro del campo y liberar a sus hombres con llegada, puesto que en los últimos partidos al Almería le estaba faltando verticalidad. A Sergi y Soriano las conjeturas le salieron como el rosario de la aurora, cuando apostaron por defensa de cinco, precisamente ante el mismo rival: el Tenerife. Sin embago, pese a no conseguir su resultado en cuanto al juego del equipo, el tarraconense se ganó los aplausos de la grada por la confianza que ha depositado en dos hombres de los que espera mucho: Fran Rodríguez y Tino Costa.

Sus golazos son en parte obra de Ramis, porque precisamente buscaba eso con su incorporación al once. El lateral granadino fue un correcaminos junto a la banda, subió y bajó como Garrincha en sus mejores tiempos y en una combinación con Fidel, algo que se echó de menos en la segunda parte de Soria, batió a Dorronsoro con un tremendo chut cruzado. Precisamente Fran iba a ser el precursor del tanto de la victoria, materializado por otro de los hombres de Ramis. La enésima llegada a línea de fondo del lateral que ayer sentó en la grada a Motta, acaba en una falta escorada a la derecha que tenía nombre y apellidos: Tino Costa. El argentino todavía no está para aguantar el ritmo de un partido y posiblemente no supere en toda la temporada el tono físico de otros compañeros de la plantilla, pero en los minutos finales, cuando el físico falla, sí que decide la calidad. Y su zurda es de oro. La puso donde la tenía que poner, entre los tres palos. Y Dorronsoro echó una mano, fue un rojiblanco más. Tres faltas había tenido el Lorca en la frontal, las tres buscando la escuadra se marcharon desviadas. Una tuvieron los rojiblanco y Tino tiró de experiencia. No hacen falta golazos que abran los resúmenos de la jornada, basta con un disparo seco y que el portero se busque la vida. El meta lorquino se la comió entera y facilitó un postrero triunfo rojiblanco, por el que se iba a sufrir más de la cuenta.

Si bien las apuestas de Ramis en el once fueron decisivas, el equipo supo controlar el partido como le hubiera deseado. Atacó más a ramalazos que por jugadas bien trenzadas y no supo defender con balón la ventaja momentánea en el marcador que puso Fran Rodríguez. El Lorca se volcó y hasta puso defensa de tres hombres, carnaza para un conjunto contragolpeador. Sin embargo, ahí le pesó demasiado la responsabilidad al Almería, le entraron los nervios al ver al rival volcado y tantos metros para correr.La sensación es que los de Ramis no iban a saber matar y se repetiría la historia de siempre. Gol rival por desajustes defensivos en una acción aislada cuando ya apenas quedaban minutos para reaccionar. Así ocurrió, pero esta vez le quedaba una página más al cuento con final feliz, escrito por Ramis, enviado a la imprenta por Fran Rodríguez y encuadernado por Tino Costa. Eso sí, hay que saber extraer bien la moraleja para evitar tanto sufrimiento.

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