UD ALMERÍA | El Acta de Vivancos

Un querer y no poder en Vigo

Bruno Langa realiza una entrada sobre el celtiña Bamba

Bruno Langa realiza una entrada sobre el celtiña Bamba / Salvador Sas / EFE (Vigo)

Se acabó lo que se daba. Y no será por oportunidades, que las hubo variadas y de todos los colores. La de Vigo sí que era la última bala, pero ni siquiera se llegó a disparar. El hecho de no llegar a chutar entre los tres palos en todo el encuentro dice mucho de un conjunto que en teoría se jugaba la vida. Sólo Langa (injustamente expulsado) se acercó al objetivo, pero el sinfín de oportunidades de la que dispuso un Celta en teoría mermado, dejó en evidencia a un equipo que a duras penas perdió por la mínima.

El quid de la cuestión no estuvo en Balaídos, ni en casi ningún otro estadio visitante, sino en el Power Horse, tal y como aconteció durante la pasada campaña. Vencer como visitante en Primera con una plantilla justa para la categoría, descompensada y limitada por las lesiones, se convirtió en una tarea harto complicada. Al igual que en el pasado curso, la clave de la salvación de un conjunto de las características expuestas pasaba por haber rendido en casa, donde se forjó la permanencia de hace casi un año, venciendo a los rivales de un nivel similar, a diferencia de la presente campaña, donde no se dio un solo condicionante de todos ellos.

En esta temporada pudieron caer derrotados en el Power Horse varios contrarios de nivel superior por diferentes circunstancias del choque y por méritos de la propia UDA, pero salieron vivos, e incluso coleando los rivales más directos de la UDA que en su mayoría se pasearon sin despeinarse por el tapete almeriense. Lejos del Power Horse ya sí que fue aún más complicado, como en Vigo, donde apareció un conjunto algo más ordenado en defensa, pero que sigue concediendo al adversario campo de acción para hacer daño.

De nada sirvió contar con uno de los mejores guardametas de Primera en la actualidad, que tardó en alcanzar su mejor nivel, con un lateral derecho que lo será de la selección española en poco tiempo, pero que también llegó tarde a la competición debido a su grave lesión y con un expeditivo Radovanovic que se echaba en falta, pero las carencias como equipo visitante se agravan cuando la capacidad de asaltar la meta contraria es nula, ni siquiera para hacer cosquillas al contrario.

Ocurrió igualmente ante Osasuna, donde sólo la incertidumbre del marcador endulzó la dolorosa derrota. Aquella de Pamplona ya era una final, pero la de Vigo fue la definitiva, y en ambos casos la decepción fue total. Luego vendrá Garitano diciendo que a este equipo le ocurre de todo, pero también el Celta presentó un once plagado de ausencias. No caben excusas para una UDA que de seguir así pasará a la negra historia de la liga, aunque pienso que ese detalle carece de importancia, porque el descenso será igual si se baja como antepenúltimos por un gol de diferencia o últimos batiendo un récord negativo.

Como el pasado no se puede cambiar, lo más practico sería preparar desde ya la próxima temporada para intentar volver más fuertes. Dar un paso atrás para dar dos hacia delante, como le ocurrió a aquel Villarreal, que tras el inesperado traspié del descenso tardó una sola campaña en regresar a Primera. Basta de lamentaciones y de regodearse en el fango y desde ya hago un llamamiento a la directiva y a la afición para cimentar unas nuevas bases deportivas, mucho más sólidas que las actuales. Lo peor, debería haber pasado.

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