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La ruta Almería-Madrid por Despeñaperros en coche es una de las que más afluencia tiene, ¿conoce estos lugares para parar a descansar, recargar energías o bien comprar productos típicos?
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Recién entrado en la provincia de Granada, la Venta de Dólar presenta muchos atractivos tanto para parar a la ida como a la vuelta. De camino a Madrid, ofrece la primera posibilidad de desayuno. A la vuelta de la capital, es parada obligatorio para hacer una buena compra de pan de la zona, así como exquisitos dulces que permiten endulzar los últimos kilómetros de viaje.
Se acaba la autovía y toca coger carretera nacional, dirección Iznalloz. Justo antes de coger el carril de desaceleración o terminado éste, en la rotonda pertinente, hay un desvío hacia esta área de servicio, que permite tanto repostar gasolina como unas buenas tostadas (son grandes) con un café. Además, tiene salón comedor y venta de productos de la zona, como aceite, quesos, embutidos...
Una de las históricas, de las que estaban ahí antes de que las autovías quitaran tránsito a las carreteras nacionales. A mitad de camino entre Darro e Iznalloz, es parada obligatorio para muchos por las buenas carnes a la brasa que sirve a los pies de la Sierra del Puntal.
Situado a la salida de autovía que une Jaén con Granada (A-44), y da acceso a la nacional de Iznalloz (E-902), está mejor situado para la vuelta desde Madrid que para la ida. Un buen sitio para una pequeña parada, café, tentempié o merienda, y proseguir con la ruta hacia Almería por los 37 kilómetros de nacional, dirección Darro.
En la frontera (valga la redundancia) entre el norte de la provincia de Granada y el sur de Jaén, en el costado derecho de la A-44, por lo que viene mejor realizar una parada dirección Madrid. Recomendable el desayuno, con tostadas grandes y aceite de la zona, que también vende en botellas. Además, tiene un comedor amplio, con menú. Destacan sus hamburguesas.
Situado en Santa Elena, en plena sierra de Despeñaperros, el sitio merece la pena tanto por sus vistas como por su comida. Con la construcción de la autovía, los coches ya no pasan por su puerta como antiguamente, pero sigue siendo muy recomendable relajar la mente con sus vistas y llenar los pulmones con su aire fresco desde la terraza. Allí, un buen desayuno o unos platos de carne de caza sientan divinos. Además, también está la posibilidad de descansar por la noche si el viaje es largo.
Justo al pasar los túneles de Despeñaperros, cien metros después, un saliente de la autovía indica la Venta de Cárdenas, ya en Ciudad Real. En ese punto, otrora paso obligado cuando no existía la autovía, hay varias ventas y destaca especialmente Casa Pepe. Dejando a un lado connotaciones políticas, son cientos de coches los que se paran a diario para un café con unos dulces caseros, unas raciones de embutidos ibéricos o comer a la carta carnes de la zona. Vende, además, todo tipo de dulces, embutidos, miel, vino, así como merchandising propio.
La opción más glamourosa de todo el camino, pero por su situación estratégica (en el kilómetro 175 de la Autovía de Andalucía), merece la pena quien quiera un menú de calidad o dormir con el lujo que siempre ofrece la cadena de Paradores de España. Comida tradicional de la zona, piscina y jardines para pasear, y unas habitaciones amplias y espaciosas. Un plan que apetece para más de un día, pero que siendo viajero se reduce a sólo unas horas, a las que hay que sacarle todo el provecho posible.
En la Finca Peñalajo, situado en la N-IV, en el Km 227, en Ciudad Real, pueden comprar los mejores quesos de la ruta, junto con los de Pasamontes. Además del agradable olor y de probar los deliciosos productos que allí elaboran, merece la pena parar sólo por ver esta finca castellano-manchega, que abre el apetito nada más abrir la puerta del coche. Situada en el borde derecho de la autovía dirección Madrid, el acceso es fácil tanto en la subida como en la bajada.
Hay que desviarse de la E-5, a la altura de Valdepeñas, para llegar a la Finca de Pasamontes, pero una vez que llegue y vea los quesos, habrá merecido la pena. Situada en la Carretera Ciudad Real-valdepeñas, KM 72,300, en Moral de Calatrava, el establecimiento es típico de la zona. Dentro, buenos quesos (en todas sus variantes, incluso en aceite y como requesón), buena miel y embutidos o patés. Mientras los mayores realizan la compra, los pequeños, pueden ver la granja de pavos situada en la puerta.
En la Mancha profunda, por donde algún día tuvo que cabalgar Rocinante, el Restaurante Aprisco es una buena opción para degustar platos típicos de la zona si no tiene pensado llegar a comer a Madrid. En el margen derecho de la E-5, su acceso es fácil y su comida muy rica. Menú del día, además de carta, en el que destacan sus migas del pastor, su pisto, gazpacho manchego, además de un delicioso cachopo (aunque sea un plato asturiano, lo ponen muy bueno). Y los postres caseros, también recomendables.
Yendo con tiempo y sin prisas, es un lugar en el que merece la pena comer y deleitarse con la historia que corre en sus patios interiores. En la calle del Molino, 2, junto a la iglesia, una entrada quijotesca guarda entre sus muros el recinto donde fue armado caballero Don Quijote, el caballero de la triste figura. Además de su belleza de novela, es un sitio muy recomendado para parar. No es barato, pero la calidad de sus platos y el entorno, hacen que merezca la pena. Carnes guisadas o la brasa, platos típicos como el pisto, un queso delicioso y para los más golosos, los postres son una auténtica tentación. Por algo tenía Sancho Panza una prominente barriga.
En La Guardia (Toledo), a sólo 50 minutos de Madrid, unos 80 kilómetros de la Puerta del Sol. La última parada antes de llegar a la capital de España, para refresco, comer, cenar, incluso dormir si ya es tarde y el sueño vence en el Hotel Real Castillo, aledaño. Buenos bocadillos y una parrilla donde cocinan los principales platos de carne que ofrecen. Su decoración con forma de castillo, además, le da un sabor especial. Es más, quien se pare a dormir se creerá que está en la corte real con unas habitaciones amplias y cómodas.
La opción más juvenil, pero que también merece la pena si apetece algo de cómida rápida en vez de un menú tradicional. Situado en Pinto, a 22 kilómetros de la capital, es de fácil acceso. Cien Montaditos, Burger King, Pomodoro, Foster's..., así como tiendas de ropa o juguetes si apetece alargar la parada en el camino o comprar algún regalo de última hora. Una vez que te subes ya al coche, es para llegar al destino: la Villa de Madrid.
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