Y tú, Belén de Judá

El obispo de Almería, Antonio Gómez Cantero, visitando el belén de la Catedral / D.A.
Antonio Gómez Cantero
- Obispo de Almería

24 de diciembre 2025 - 06:00

Todo sucedió en el silencio, en el recogimiento del misterio. Dios es difícil de comprender. A lo largo de la historia bíblica manifiesta sus preferencias por lo más pobre, lo más pequeño, lo más humilde. Y esto nos cuesta mucho vivirlo.

Buena prueba de ello es que Dios elige para que nazca su Hijo un pequeño pueblo de los olvidados de Judá, teniendo más prestigio Jerusalén, la capital del reino, o Jericó el oasis más floreciente y rico de Palestina; pero no, eligió la olvidada Belén. Dios hace su entrada en el mundo de los hombres al abrigo de una sencilla casa, ignorada de cualquier ruta turística. Gabriel prescindió del templo, obra de las manos de los hombres, para anidar en la verdadera casa de David. Y a partir de entonces esto se hizo costumbre para Dios.

Por eso elige como madre a una sencilla joven de Nazaret, pueblo de mala fama por su increencia y la incultura de sus moradores. María la sierva del Señor en ningún momento alardea del privilegio que ha recibido... siempre será la humilde nazarena.

Isabel, su pariente, última de la lista de las mujeres estériles del Antiguo Testamento. Imagen de la vida plagada de inseguridades, casi sin futuro. Metida de lleno en la vejez, en la desolación de un matrimonio que se termina en el sin sentido de la falta de un descendiente y heredero que pueda cuidarles y defenderles en su ancianidad.

Incluso los nombres de los lugares, Belén (la casa del pan) y Nazaret (lo que brota) sugieren sencillez, humildad, lo que se va haciendo poco a poco, como el pan, como el brote de una planta... Estas personas de nuestra raza, y estos espacios vitales, tan parecidos al nuestro, son signos que nos ayudan a entender y a creer más.

Es importante esta pequeñez que se nos muestra en los relatos del nacimiento de Jesús, porque sólo los que se sienten necesitados, sólo los que sacan valor para preguntarse por el sentido de la vida y de los acontecimientos, sólo esas personas son las únicas capaces de creer. El que cree que sabe todo o piensa que controla todo, el que no se ve capaz de conversión, el que es incapaz de echar una mano al que lo necesite, o se aprovecha del otro... esa persona no cree o se hace su propia religión para vivir tranquilo.

Al final no puedo dejar de dirigir mi mirada y mi oración a todos los cristianos que en pleno siglo XXI siguen siendo perseguidos y martirizados en 60 países del mundo. Cerca de 200 millones de discípulos de Cristo, en este momento, son marginados, insultados, violentados, heridos y asesinados. Cada uno de nosotros, estamos llamados a vencer, con su nacimiento, el misterio de la iniquidad haciéndonos testigos de la misericordia activa, de la solidaridad efectiva y siendo constructores del perdón y de la paz. Encontrémonos en Belén, su tierra, para adorarlo como Príncipe de la Paz, que es reconciliación con Dios, con nosotros mismos y con la humanidad.

¡Feliz Navidad! ¡Ánimo y adelante!

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