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Más de 4.000 gatos viven en las calles de Almería sujetos ahora a un protocolo de control

El Ayuntamiento publica un programa de gestión ética que pretende equilabrar el bienestar vecinal, ambiental y animal

Gato feral de la colonia del Club de Mar. / Marian León

El número de gatos ferales que viven en el Almería capital supera ya la cifra de 4.000, un incremento reflejado en el último censo del Ayuntamiento de Almería correspondiente al año en curso, que acaba de publicar un protocolo de actuación con el objetivo de equilibrar el bienestar vecinal, ambiental y animal, bajo los criterios de la gestión ética y con el ánimo de rebajar los conflictos que pueden surgir entre las personas cuidadoras de las colonias y los residentes y propietarios de solares.

Así queda reflejado en el contenido de este nuevo Programa Municipal de Gestión Ética de Colonias Felinas de la Ciudad de Almería, que puede ser consultado desde ayer en el portal web del Ayuntamiento. Es una paso más a sumar a la aprobación de la ordenanza de bienestar animal, muy discutida en su momento y que finalmente incorporaba el sistema CER (captura, esterilización y retorno), para el control de la población de gatos, que sirve de base también a este ‘manual’ del que se servirá el Ayuntamiento como responsable máximo de estos felinos que habitan las calles.

Según los datos que figuran en el mismo, existen en la capital almeriense un total de 167 colonias registradas y autorizadas por el Consistorio, una cifra inferior a la observada en 2024 de 179 con 3.500 gatos distribuidos entre las mismas, número que alcanza, aunque es difícil su concreción como reconoce el propio Consistorio, 4.136 gatos ferales, habiéndose conseguido a lo largo del pasado año esterilizar a cerca de un millar siguiendo las consignas del CER.

El programa es un documento operativo, sin rango normativo pero con efectos organizativos y ejecutivos internos, mediante el cual se dota a la capital almeriense de un “marco de actuación que garantice el bienestar de los gatos comunitarios, la convivencia armoniosa con la ciudadanía y el cumplimiento de las normativas vigentes, sin olvidar que tiene que dar solución efectiva a los problemas que acarrea la presencia incontrolada de gatos ferales en cualquier ubicación, mejorar su calidad de vida, reducir al máximo el impacto sobre la fauna salvaje y evitar el potencial riesgo para la salud pública”. Así se marcan las pautas a cada uno de los implicados de una cadena que comienza con la detención de posibles colonias descontroladas y acaba con el retorno de los gatos esterilizados y vacunados que no puedan ser acogidos, bajo supervisión periódica.

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