Acabar con los recuerdos imborrables
Eliminar un tatuaje no es tarea fácil y sólo caben dos posibilidades Dejarse llevar por impulsos o modas pasajeras es uno de los principales fallos de los usuarios que se graban
Estar muy enamorado y querer marcar tu piel con el nombre de la pareja no es siempre buena idea, sobre todo si no es seguro que acabe en buen puerto. Este es uno de los principales motivos por los que los almerienses acuden a borrar o tapar un tatuaje, aunque las posibilidades para eliminar este recuerdo del cuerpo son limitados.
Entre las opciones: láser o un cover up -cubrirlo-, pero "no siempre se puede", explica Ramón Martínez, de Lucky 7 Tattoo. Si es demasiado grande el láser puede llegar a ser incluso inviable, además de poco frecuente por ser más doloroso y costoso. Esconderlo debajo de otro también depende del tamaño, ya que para que quede totalmente oculto tiene que ser entre dos o tres veces mayor.
No sólo se busca enmascarar nombres de ex parejas, sino también de amigos, símbolos que te recuerdan a esa relación rota, tatuajes que pasan de moda o trabajos hechos por intrusos. "Hay auténticas tragedias", argumenta.
"Hubo una época en la que sólo nos pedían un diente de león cuyos pétalos se iban convirtiendo en pájaros", explica Aaron Salas en La Trama Tattoo. Acaban de llamarle por teléfono para pedir una cita: El tatuaje que lleva Sergio Ramos en la muñeca, incluyendo nombre y fecha. "Es muy habitual". Entre las últimas modas, gente que pide el de Miley Cirus o los participantes de Mujeres Hombres y Viceversa, diseños de las que la mayoría se acaban arrepintiendo y pasan por ocultarlos.
Eliminar ese delfín o el símbolo del infinito con láser puede suponer un coste de unos 100 euros por sesión, que se realizan cada 40 días. En Almería esta intervención la realizan desde Lucky 7 Tattoo. Alfonso Fernández se hizo un tribal a los 17 años que ya no le gustaba. Llegó a someterse a dos, pero dejó de hacerlo porque "dolía como si echasen aceite hirviendo", aunque explica que siempre depende del umbral de dolor que cada cual soporte. Aún así la experiencia no le quita las ganas de querer cubrir la marca con un Ave Fénix japonés.
En los últimos años, cuentan que se ve un incremento de tatuadores que se dedican a la labor en sus casas, con escasa preparación en comparación con los profesionales y cuyos resultados son malos. Entre las tareas de los establecimientos, está también el arreglar, tapar o dejar completamente satisfecho a clientes que esperan ver una mejora en algunos trabajos que llegan a suponerles verdaderos complejos. "Gente que viene con manga larga en verano, con esparadrapo o vendas", explica Martínez.
"Se nota mucho cuando es un tatuaje de alguien que no sabe", argumenta Sergio Alonso de Tattoomanía. Alonso lleva más de veinte años dedicados a este arte. "Primero entras de aprendiz a limpiar y lo que te manden. Luego vas dibujando y poco a poco te dejan la máquina hasta que llega un día que tu maestro te dice que lo hagas tú. Es un proceso de años".
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