Ford, Harry para los más allegados, construyó su carrera alrededor de la figura de un héroe de carne y hueso, incapaz de evitar los problemas, vapuleado hasta la saciedad por variopintos enemigos pero que terminaba saliéndose con la suya y sacando su inconfundible media sonrisa.
Ese perfil de superviviente casa también con su vida personal, no exenta de aventuras. Al igual que Han Solo de la saga “La guerra de las galaxias”, Ford es un consumado piloto, incluido algún que otro accidente. Su experiencia aérea le hizo participar en operaciones de rescate en Wyoming, donde a finales de los años 80 encontró su hogar cuando buscaba un lugar para huir del “Estado tonto”, según dijo en referencia a California y la meca del cine en la que aterrizó a mediados de la década de 1960.
Nacido en Chicago, este año cumple 82, no fue buen estudiante, pero desarrolló su interés por al teatro, donde debutó en 1963. Poco después se mudó a Hollywood, con su primera esposa. Ya con dos hijos y un trabajo inestable, a pesar de aparecer en series como “El Virginiano” (1967), y “La ley del revólver” (1972) se hizo carpintero de rodaje en espera de mejores oportunidades.
Se alinearon los astros y ese año cuando instalaba una escalera en casa de Glenn Ford, se cruzó con Georges Lucas. Éste le dio un papel en “American Graffiti” (1973), que produjo Francis Ford Coppola, ya una celebridad por “El padrino”. Éste también contó con él para “La conservación” (1974), más adelante intervino en “Apocalypse Now” (1979), y posteriormente Harrison Ford se alistó en la tripulación de la que se convertiría en la saga de ciencia ficción más popular de la historia, “La guerra de las galaxias” (1977).
Ford a partir de ese momento fue Han Solo, papel que repitió en “El imperio contraataca” (1983), hasta que Georges Lucas, asociado con Steven Spielberg, ingenió un personaje aún más carismático, Indiana Jones, al que Ford dio vida por primera vez en “En busca del arca perdida” (1981). En estos años estelares, el actor aceptaría también adentrarse en el decadente futuro de “Blade Runner” (1982) de la mano de Ridley Scott, como el agente Rick Deckard. Repetiría como Indiana Jones en “El templo maldito” (1984). Al año siguiente por “Único testigo” (1985) sería su única nominación al Óscar.
Román Polanski lo tuvo en cuenta para “Frenético” (1988), donde sacó su vena cómica en “Armas de mujer”, antes de coger su sombrero Fedora y su látigo de piel de canguro de tres metros, en 1989, para el rodaje de “La última cruzada”.
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