Les gusta levantar la pata y en sus paseos callejeros suele ser habitual este gesto sobre las farolas, si bien el Ayuntamiento de Almería está dispuesto a poner coto a los orines de los perros, ya que favorecen la corrosión de las columnas galvanizadas. Desde el pasado mes de noviembre, el área de Sostenibilidad Ambiental y la empresa concesionaria del mantenimiento del alumbrado público, Citelum, han puesto a prueba un producto repelente que ha dado resultados óptimos en el barrio de Nueva Andalucía.

Las farolas situadas desde Calzada de Castro hasta Padre Méndez y las de las calles perpendiculares están recibiendo esta aplicación, según ha adelantado la concejal del ramo, Margarita Cobos, quien se ha mostrado inclinada a extender este tratamiento al resto de la ciudad de forma progresiva. “Comenzamos a probar el producto, que es inocuo para los animales, en noviembre y nos hemos sorprendido porque funciona, así que hemos decidido aplicarlo a las farolas de Nueva Andalucía”, explica la responsable municipal, quien incide en el efecto corrosivo que provoca los orines sobre las columnas, un problema común en las ciudades, difícil de controlar y que puede conllevar incluso a la caída de la farola.

Recuerda la edil que una farola cuesta unos 1.000 euros, otra razón poderosa para extender este repelente, cuya efectividad, además, dura meses. “Hemos empezado por Nueva Andalucía dentro de las tareas de mantenimiento. Las farolas se lijan y se pintan. De hecho estamos cambiando el color del azul al gris y, ya de paso, aplicando el tratamiento especial para los perros”.

La idea es continuar en esta zona de la capital, introduciendo en el contrato renovado con Citelum recientemente la aplicación del producto en las tareas de mantenimiento comprometidas, superado el “escepticismo” inicial con el que se comenzaron las pruebas en noviembre y que ha llevado a Cobos a presentar a los vecinos del barrio esta iniciativa con resultados positivos.

La concejal hace un llamamiento generalizado a los propietarios de perros para que, en sus paseos por la ciudad, procuren evitar que sus animales orinen sobre las farolas dado los costos para las arcas municipales al margen del olor y la mala imagen implícitos.