BENAHADUX. De panadero a empresario del Mueble

Manuel Abad González es paradigma de empresario hecho a sí mismo. Un emprendedor en toda regla a imagen de self made man americano. Nacido en Benahadux el 14 de diciembre de 1935, es hijo de Matilde (abnegada ama de casa) y de Juan, jornalero. Excelente persona, encarcelado en la posguerra dada su lealtad republicana, con la carga de privaciones que ello conllevaba. Casado en 1961 con Carmen Trinidad Plaza, son padres de cuatro hijos: María (fallecida, le suceden dos hijas), Manuel, Celia y Mónica, herederos universales, en vida, del capital ahorrado por el matrimonio. Entre ellos los tres prestigiosos establecimientos del sector servicios, interiorismo y decoración: Muebles Mago (matriz familiar en la capitalina Cta. de Níjar) y Merkamueble, en Aguadulce y Vera. Manuel Abad González es paradigma de empresario hecho a sí mismo. Un emprendedor en toda regla a imagen de self made man americano. Nacido en Benahadux el 14 de diciembre de 1935, es hijo de Matilde (abnegada ama de casa) y de Juan, jornalero.

Excelente persona, encarcelado en la posguerra dada su lealtad republicana, con la carga de privaciones que ello conllevaba. Casado en 1961 con Carmen Trinidad Plaza, son padres de cuatro hijos: María (fallecida, le suceden dos hijas), Manuel, Celia y Mónica, herederos universales, en vida, del capital ahorrado por el matrimonio. Entre ellos los tres prestigiosos establecimientos del sector servicios, interiorismo y decoración: Muebles Mago (matriz familiar en la capitalina Cta. de Níjar) y Merkamueble, en Aguadulce y Vera.

Tras una corta estancia en la escuela, con 15 años entró a trabajar como aprendiz en la panadería de su pueblo, propiedad de Antonio Luque, padre de Alberto, concejal de Hacienda en el Ayuntamiento de Almería en el primer consistorio democrático. Con anterioridad se dedicó -como tantos otros almerienses- al “estraperlo” por la comarca en tiempos de hambre. Yendo en bicicleta a comprar, vender o cambiar aceite, naranjas, albericoques o patatas hasta lugares lejanos.

Por tres mil pesetas compró la plaza (traspaso) del maestro de la tahona, manteniéndose ante el horno y la artesa de amasar hasta marchar al servicio militar en Granada, coincidiendo con el conflicto territorial en Sidi Ifni. Aplicando el ingenio del que siempre hizo gala, accedió al puesto de ”practicante” en el botiquín, auxiliado por un paisano que le enseñó a poner inyecciones. Al regresar a Benahadux se reincorporó a la panadería, ahora con doña Paca (viuda de Luque) como jefa, ganando 30 Ptas. diarias; sin abandonar los “pinchazos” a vecinos de El Chuche y barriadas próximas. Antes de tres meses ya había devuelto el préstamo. Durante cuatro años siguió simultaneando, día y noche, la venta en moto y la panadería.

Sin embargo, dadas sus irrenunciables ansias de abordar tareas mejor remuneradas, consiguió de su tía-abuela un empréstito de seis mil pesetas, con las que adquirió una motocicleta Gucci, a la que le adaptó un portaequipaje para la mercancía. Llegó a un acuerdo con el matadero de Pechina para retirar diariamente 30 kgmos. de morcilla que vendía en la capital por tiendas y clientes fijos en el Mercado, La Fama (de Paco Cortés) o el bar Montañés. Cada kilo le rentaba neto un duro, es decir: al día totalizaba 150 pesetas (30 duros). Al aumentar el volumen de ventas y beneficios cambió la Gucci por una Ossa de las expuestas en Casa Mateos, en calle Granada. A las morcillas se sumaron más chacinas, lomo de cerdo o jamones de la sierra.

Muebles MAGO

Un amigo le comentó la posibilidad de crecer con el negocio de los muebles en la capital; quedándose en sociedad, al principio, con un local en Rambla de Alfareros, esquina a Rafaela Giménez. Aunque neófito en tales menesteres, mediado los años 60 había logrado ahorrar un millón de pesetas y comprado la casa de Benahadúx. Más adelante adquirió, frente al primitivo negocio, la manzana de c/. Alfareros, Espronceda y Cruces (a título de anécdota: debió indemnizar a Juan Luis de la Rosa por la vivienda que habitaba), seis casas en total sobre la que construyó un edificio de cinco plantas. La decisión empresarial, ya en solitario, había sido un total acierto.

Ofertaba todo tipo de muebles, electrodomésticos y televisores. Con la marca Royal fue de los pioneros en el mantenimiento de la antena de Sierra Alhamilla, donde se recibía la señal alicantina de Aitana. Vendió por toda la provincia y en sus años de mayor esplendor llegó a tener 56 empleados en nómina y 10 furgonetas para el reparto. Fidelizó desde el primer momento a su clientela, pasando de padres a hijos y nietos. En dura competencia con los más consolidados: París-Madrid, Vallejo, Romera, Jiménez, Ruíz Collado, Antonio Molina, etc.

Muebles Mago, “los Magos del Mueble”, trabajó con las mejores firmas nacionales. Desde que en los inicios, desconociendo todo lo concerniente al gremio, marchó a la Feria del Mueble de Valencia en su Renault 4-L. Tras arduas y no siempre fluidas negociaciones con Ayuntamiento y Diputación, permutó el edifico de Rambla de Alfareros con un solar municipal en la Cta. de Níjar, a la entrada de Los Molinos, además de aportar 150 millones de pesetas. Aquí alzó la actual razón social (diseñada por el arquitecto Antonio Ortiz), de la que Manuel dispuso de tres plantas, mientras que las restantes 108 viviendas fueron de gestión ajena a su persona.

Entre otros cargos representativos, Manuel Abad González fue presidente del sector del Mueble almeriense y miembro del Consejo Provincial de Asempal. Obtuvo igualmente acta de concejal, en la candidatura del PP, durante la alcaldía de José Rodríguez Segura.