Creamfields, la Torre de Babel

Miles de personas procedentes de todo el mundo se dieron cita en la quinta edición del festival de música electrónica en Guardias Viejas

Miles de jóvenes de todo el mundo se dieron cita ayer en Guardias Viejas.
Juan R. Belloso / Guardias Viejas

10 de agosto 2008 - 01:00

El Creamfields Andalucía de este año se puede asemejar a la Torre de Babel; miles de personas procedentes de todo el mundo que manifiestan sus tendencias culturales a través de diversos bailes y estrambóticas indumentarias. Americanos, rusos, franceses, alemanes, australianos, africanos y españoles; todos unidos por una causa, el mismo imán que siempre ha logrado que disfruten en convivencia: la música.

A medida que avanzaba la tarde de ayer, a sólo unas horas de que comenzara el espectáculo, las caravanas se situaban a escasos metros de la entrada principal. El reagge, la música thecno, electrónica y algunas dosis de hip hop, hacían vibrar la carretera de la playa por el fuerte y rotundo sonido de los graves. Uno de los asistentes manifestaba que "El Creamfields no entiende de razas, tendencias sexuales ni religiones".

"Es agradable ver cómo un alemán se abraza a un marroquín o un japonés invita a una copa a un español. Creo que se deberían repetir estas citas. Vengo desde Frankfurt y el buen ambiente que estoy viviendo aquí no se me olvidará en la vida. Cuando se lo cuente a mis amigos alemanes no se lo van a creer", admitió Gabi Ferrís, un chico de 28 años que, según dijo, no se perderá "ni loco", la cita del año que viene.

Año tras año el número de asistentes se ha multiplicado. La mayoría coincide en que el festival, en lo que a música se refiere, ha dejado mucho que desear respecto a años anteriores. Por citar algún punto negro cabe resaltar la mala organización y el pésimo estado del camping; una superficie cubierta de tela que, como indicó el malagueño Marcos Mariscal, "es lo más parecido a dormir en un invernadero".

En todo lo demás Creamfields estuvo a la altura de las circunstancias. El sonido, los puestos de comida rápida, el supermercado y las zonas de sombra y agua potable hacen que se merezca una medalla de oro que batió a la estatuilla de plata del año anterior. Las medidas de seguridad cumplieron su labor y desplegaron un equipo de profesionales que contribuyó a que, al menos durante la tarde no se produjese ningún incidente de gravedad. El cuerpo sanitario, formado por Cruz Roja y Protección Civil, atendió, al menos, a una decena de personas que en su mayoría acudieron a raíz de sufrir heridas de levedad.

Algunas empresas patrocinadoras como El Almería, San Miguel y MoviStar quisieron contribuir con sus pancartas y dar la cara por un festival que se celebrará en nuestras costas durante muchos años. Para terminar es conveniente hacer mención de la sala habilitada para la prensa, donde no existía ningún espacio para que estos profesionales ejercieran perfecta y cómodamente sus labores informativas.

Como punto a favor, la mayoría de las zonas disponían de red y banda ancha, por lo que pudieron enviar sus noticias sin el inconveniente de otros años en Villaricos, donde se enfrentaron a innumerables inconvenientes. Comenzaba a anochecer y los focos de luz iluminaban los 100.000 metros cuadrados de recinto.

El viento soplaba con ligereza, lo que contribuyó a que en las zonas habilitadas para el descanso se pudiese disfrutar de frescas bocanadas de aire. La tarde se presentó agitada, todo hacía presagiar que la noche iba a ser una auténtica coctelera.

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