Farmacia Durbán
He perdido la cuenta, pero el "embarque" de tales contraportadas se remonta -por exagerar- a cuando Diario de Cádiz se voceaba por el gaditano barrio de La Viña y el Mentidero
En esta edición, en la que traeremos al presente establecimientos de probada antigüedad, ninguno más longevo que la Farmacia Durbán. No es casual que Tapia Garrido la cite como paradigma de negocio clásico en Puerta de Purchena, esquina a c/. Regocijos. Y a Felipe, dependiente de humilde cuna, rivalizando en conocimientos farmacológicos con el mismísimo propietario: "Célebre mancebo de botica con el que el pueblo llano consultaba sus enfermedades y para todas tenía remedio", señalaba el historiador-sacerdote (o viceversa). Yo no alcancé a saber de su vida y obra, y me habría gustado. Pero sí a otros auxiliares veteranos, santos y seña de la numerosa y fidelizada clientela: Ramón Granados (practicante a la vieja usanza, de los de ir de casa en casa poniendo inyecciones o haciendo pequeñas curas) y Antoñico Ferrer, vecino de calle La Encantada y pluriempleado en las madrugadas de la Alhóndiga. A los que se añaden la cajera Pepita Ruescas y los chóferes José Felices (conductor del Parque de Bomberos) y Juan Pérez, padre del desaparecido genio radiofónico, Juanjo, y del muy activo en las redes sociales José Ángel Pérez. Amén de tres puntales del laboratorio de análisis clínicos: Pura Granados, Antonio Gutierrez y Esteban de Haro. Con ellos conviví desde que en 1959, tras el bachillerato, entré de aprendiz; escasamente remunerado, pero al menos me permitía seguir estudiando Química Industrial por la noche. Aprendìz de botica, sí, como mí admirado Curro Romero.
La Farmacia Durbán ocupa los bajos del edificio construido en 1925 por Guillermo Langle (sobre una idea anterior de Enrique López Rull) atendiendo a un encargo de Carmen Algarra Muñoz, viuda de Quesada. A comienzos de los sesenta del XIX, José Quesada Gómez -bisabuelo de Juan José Durbán Pérez, farmacéutico titular desde 1983- ya dispensaba medicamentos frente a la iglesia de Santiago, trasladándose hacia 1880 a Puerta de Purchena. Al fallecer el 14-I-1903 en su finca de Viator, la viuda contrató al regente José Gallego Santaella mientras que su hijo, José Durbán Quesada (1898-1982), concluía la carrera en Granada. A título de curiosidad, Quesada Gómez fue albacea de la "virtuosa señora Dña. Francisca Jiménez de Asilú", quien en su testamento asignó fondos suficientes para la creación del Monte de Piedad y Caja de Ahorros.
En 1928 fue designado presidente del Colegio Oficial de Farmacéuticos. Y junto a su hermano Francisco, químico, fundó Laboratorios Durbán -luego separados en razones comerciales diferenciadas-, con fábricas en Carrera Alhadra y c/. Santos Zárate. Como principal patente terapéutica a ellos se debe el famoso antidiarreico Tanagel, de consumo internacional. En la céntrica farmacia -bellamente alicatada de azulejos, botería decimonónica y muebles de época- instaló un laboratorio de análisis clínicos pionero en extracciones de sangre, metabolismo basal y diferentes pruebas diagnósticas.
Contemporánea a las de Santo Domingo (plaza Virgen del Mar), Vivas Pérez (Paseo) o Central (c/. Real), en su proximidad el licenciado Sánchez abrió asimismo despacho de específicos y fórmulas magistrales. Así se publicitaba en la segunda mitad del XIX:
Opiata Higiénica, para limpiar y hermosear los dientes, tarro 5 reales.
Sanguijuelas de África.- En la farmacia del licenciado Sánchez, Puerta de Purchena, se encuentra un abundante surtido de este artículo.
En los altos de la farmacia, el odontólogo Alfonso Triviño Barredas gozaba de una sólida clientela y vivía Hermógenes Cenamor Valls, responsable del Comité de Evacuación y Refugiados. Allí tenía su sede igualmente la CNT-FAI.
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