Hilos, agujas, lunares y estampados
Esther Fernández presenta su nueva colección de vestidos de flamenca para la Feria · Será en el Anfiteatro de Roquetas de Mar a las 22:00 horas del sábado · Desfilan muchas de sus clientas habituales
Un día en el ajetreado taller de Esther Fernández transcurre entre la máquina de coser, la atención al timbre de la tienda, las risas de su pequeña bebé y el trasiego de su hija mayor. Para el sábado ha de tener a punto 33 trajes de flamenca que marcarán la tendencia de la Feria que se avecina.
Cuestra creer que a esta mujer le da tiempo a terminar sus creaciones entre tanta actividad ocurriendo al mismo tiempo y que no pierda la sonrisa y la calma ni un segundo. Así es la conciliación laboral.
Todos los diseños de esta joven costurera son propios y el oficio lo aprendió de su madre. "Yo llevo diez años haciendo vestidos. Antes trabajaba con mi madre, que era la jefa del taller. Y ella, ya ves, ¡cosió trajes durante 40 años!", cuenta mientras termina una puntada y sale a abrir la puerta de su local en la calle de Las Tiendas. Una pequeñita viene a probarse su corpiño blanco y a elegir un par de pendientes a juego con su atuendo. Todo está completamente listo para la llegada de la Feria de agosto.
Es hora de cambiar el pañal a la más pequeña del taller, que juega en su cuna-parque ajena al traqueteo de la máquina de coser. Una clienta se pregunta si llegará a haber una tercera generación de diseñadoras y costureras en la familia cuando sus hijas decidan una profesión. "Desde luego, la grande se ha criado en el taller y la pequeña va por el mismo camino", coinciden ambas mujeres. Habrá que esperar.
Al preguntarle por las tendencias para este año, responde sin titubear: "han vuelto los lunares". Y, ¿es esto una novedad? Pues sí. Los últimos años han predominado telas con estampados asimétricos, muy llamativos y originales. Esta Feria se juega con capas de lunares de distintos tamaños. La variedad, desde luego, está a la orden del día.
El 2011 se presenta como una vuelta a la tradición, aunque eso no significa para nada sobriedad. El verano lo protagonizan los colores pasteles. Coral, malva y aguamarina son los tonos que más se llevan en las ferias de este año. Lo cuenta Esther Fernández mientras aparta el pequeño traje en el que estaba trabajando. Se cumplen sus palabras. El vestido es violeta con blanco y el estampado es de lunares pequeñitos.
Esto no quiere decir que esta Feria vayan a lucir únicamente los colores claros. Los tonos vivos, los de siempre, nunca pasan de moda. "La feria es en agosto, el mes más vivo del año, el más colorido y aunque se lleven los colores pastel, las clientas siguen pidiendo colores fuertes", relata la costurera. Lo mismo pasa con las combinaciones de telas. Que los lunares estén de vuelta no quiere decir que las telas de este verano carezcan de flores y estampados.
Los diseños están adaptados al siempre reinante calor del verano. Para aguantar el final de agosto y que el vestido no sea un peso, sino un agradable complemento, este año se llevan "trajes muy frescos, ligeros, de tirantes, corpiños...". Y en aras de la comodidad, este año, como viene siendo habitual los últimos cuatro veranos, se utiliza mucho la lycra.
Con estas claves, es posible hacerse una idea de lo que será el cuarto desfile organizado por la diseñadora de forma individual. La acompañarán para la ocasión 33 modelos muy especiales, una por traje. Se trata de clientas habituales de su taller. Confían en su mano y en sus diseños para lucir sus trajes en la Feria.
Habrá de todo. Pequeñas y mayores. Y sobre todo, la idea de que un vestido de flamenca lo puede llevar cualquiera. A cualquiera le puede sentar bien. Es por eso que esta direñadora prefiere contar con mujeres normales y corrientes, de su entorno de toda la vida, para que luzcan los volantes.
Algunos de los trajes que se expondrán el sábado los ha cosido por encargo y serán las clientas quien los luzcan. Otros son creaciones suyas que estarán a la venta. "Lo importante es que hay muy buen rollo con todas ellas y que todo el trabajo está hecho desde el cariño", destaca.
La televisión suena de fondo, las clientas preguntan si es mejor quitarle un poco de tela a sus faldas, la máquina de coser espera unas manos para continuar con el trabajo sobre otro vestido, de las perchas cuelgan flecos y mantillas que esperan ser combinadas con el vestido adecuado. Mientras tanto, Fernández piensa el nombre de la colección. Parece un detalle menor, pero entre tantas cosas ocurriendo a la vez, la colección aún no tiene uno. No parece haber problema. Entre tantos hilos, agujas, lunares y estampados, también tiene tiempo para cavilar un título.
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