In memoriam de Paco de Lucía

Debut en Almería. Con 16 años lo hizo enrolado en el Teatro Chino de Manolita Chen. Su última actuación (mayo, 2004) fue durante el 5º Certamen Internacional de Guitarra "Julián Arcas"

In memoriam de Paco de Lucía
In memoriam de Paco de Lucía
Antonio Sevillano

01 de marzo 2014 - 01:00

Llora, guitarra, llora,

llora guitarra mía.

Llora guitarra española,

llora guitarra bravía

MI amigo Eduardo del Pino me adelantó la noticia: Ya sabrás que ha muerto Paco de Lucía (Algeciras, 1947-Cancún, 2014) No lo sabía, había salido muy temprano y lo desconocía. Me amargó la mañana y desde entonces la amargura persiste. Tanto por el hombre (en el que aprecié en las que pude tratarlo un antidivismo inusual) como por el músico, el guitarrista universal al que todos reconocieron su magisterio inalcanzable al tiempo que el común de los aficionados gozábamos con su sonido único e irrepetible. Lo imprevisto del óbito me obliga alterar el orden de las colaboraciones del fin de semana. Mañana abordaré el primer artículo dedicado al Carnaval. Hoy rescato, con algún añadido, la crónica de su actuación dentro del Vº Certamen Internacional de Guitarra Clásica "Julián Arcas" -dirigido entonces por Jerónimo Molina- el 5 de mayo de 2004. Pero antes de probar sonido tuve la dicha de tomar café con el genio y Niño Josele en el Kiosco Amalia. Descansa en paz.

¡A LOS QUINCE AÑOS RESUCITÓ!

El hijo de Antonio Sánchez Pecino, payo y gaditano, y de Luzía Gómez Gonzálvez, gitana y portuguesa, regresaba a Almería tras quince años de ausencia y la expectación era tan grande como justificada. Pasadas las diez de la noche del sábado, el de Algeciras -camisa blanca y chaleco negro a semejanza de los antiguos patriarcas romaníes- subió al escenario de la Plaza Vieja y las más de dos mil personas ahí congregadas premiamos el reencuentro con una prolongada ovación. Ante un profundo y respetuoso silencio, Paco dio inicio a un recital de belleza indescifrable. En solitario, al abrigo exclusivo de su "condesa", comenzó a desgranar rimas y falsetas, melodías añejas y música fresca. Con sonidos evocadores de minas y galerías oscuras, de brisa salobre y aires camperos, en un brindis, quizá, a la tierra cuna del toque por tarantas.

Sin descomponer la figura ni perder la concentración, superando con estoicismo los molestos ruidos que generaban un compresor eléctrico dando el coñazo en los mismos soportales (¿cómo se le pasó por alto a la organización?), culminó su lección magistral intimista y brillante de la primera parte: tangos y rumbas, bulerías y más tarantas, por tanguillos aguajirados, de ida y vuelta. Pero en esta primera hora y en la segunda, tras el descanso, ya no estuvo sólo y sí arropado por un espléndido plantel. Muy atrás quedaba aquel sexteto mítico de sus hermanos Ramón y Pepe, Jorge Pardo y Carlos Benavent, de Rubén Dantas y Manuel Soler. Ahora se hace acompañar de una "banda" distinta en estética y puesta en escena, pero no en las formas ni en el fondo. Un grupo de contrastada calidad y en el que se lucieron el almeriense Niño Josele (segunda guitarra... y ¡percusionista!), Antonio Serrano con el teclado y armónica (flamenquísima), el bajo eléctrico de Alain Pérez y el ritmo endiablado del cajón de Piraña. Y tres voces a compás: La Tana, Montse Cortés y Duquende (éste, incomprensiblemente, no figuraba en los programas).

Y sobre ellos, con ellos y por ellos, reinando el astro-sol. Es decir, Paco el de la Lucía en el centro de la constelación. Unos entran y otros salen del escenario sin solución de continuidad, en el momento oportuno y cuando lo dicta el guión previo a seguir. Brillando con la luz propia que el maestro, sin cicaterías, le concede. Gloria bendita. Bajañís repicando, entreveradas de coros y voces solistas, ora con quejíos lastimeros, ora encarando tercios valientes.

GUITARRAS DE ALMERÍA

El público entregado. Jóvenes y mayores, hombres y mujeres, payos y gitanos, personal de casa y guiris. Ole, Paco, eres un monstruo... ¿Pero qué dices? Si es el propio Profeta que ha bajado del cielo ha redimirnos de tantos flamenquitos mediocres... Y Paco, con la sonrisa en los labios, distendido tras desaparecer el run rún del artefacto antedicho, le da al piquito: Va por ustedes, por bulerías; venga un aplauso para mi amigo Tomate que está ahí sentado. ¿Y qué me dicen del Niño Josele que tengo a mi lado? Las bulerías nuevamente saben a poco. Precisión en el toque, notas limpias, picados increíbles, velocidad de vértigo, el pulgar poderoso... ¿De dónde coño, con perdón, sale ésa música? Pues del monstruo irrepetible, de aquel que bebió en Niño Ricardo y Sabicas y revolucionó el Flamenco; del creador de un sello propia e intransferible. Del hijo de la lusitana Luzía Gómez que el mundo entero admira, desde Algeciras a Yucatán pasando por Japón.

Lo de menos era escuchar los temas del disco "Cositas buenas", su última obra tras cinco años de ayuno. Lo importante, la catarsis, era dejarnos envolver por el embrujo de don Francisco Sánchez Gómez y su ansiado regreso a los escenarios. Quien crea que exagero que pregunte a los afortunados presentes. O que se apresure -decía al día siguiente- a escucharlo en alguno de los puntos de esa gira triunfal que le va a llevar por media España.

Tenían que concluir y lo hicieron a lo grande. A ritmo de rumbas, como hilo conductor, las voces de La Tana, Duquende y Montse Cortés se rompieron seguidamente por seguiriyas. Orejas, rabo y vuelta triunfal al ruedo. Maestro y alumnos bajaron de la tarima a los gritos de otra, otra, otra. Sudoroso y satisfecho regresó a cumplir con el rito de la repetición solicitada. Y la Plaza Vieja se estremeció escuchando las improvisaciones del popularísimo "Entre dos aguas".

TEATRO CHINO

¿Ignorancia?, ¿vergüenza porque engrosó la nómina de una compañía humilde y hasta denostada? No acabo de entender a los "flamencólogos" que omiten sus comienzos en el Teatro Chino de Manolita Chen, anunciándose en los carteles como Paquito de Algeciras. Integrado en el espectáculo "Galas Orientales 1963" debutó en Almería en diciembre de ese año, en la carpa instalada en la terraza-cine del Tiro Nacional. Ya al gacetillero de la época le obligó a escribir: "Pero quien hizo verdaderos milagros con la guitarra fue Paquito de Algeciras".

Tras triunfar en el Concurso Nacional de Córdoba, regresó un lustro después. En agosto de 1968 -junto a Manuel Cano y Víctor Monge "Serranito"- conformó el cartel del 1ª Festival de la Guitarra Flamenca. Este se mantuvo sólo tres años en la programación de Feria. Debemos dejar escrito que Paco de Lucía fue el protagonista único de la segunda y tercera edición de un Certamen que los mangoneadores del flamenco almeriense de la época no supieron o permitieron consolidar. Ahora sería un referente universal.

En varias veces volvió Paco a la ciudad. Así, antes de su reaparición triunfal en la Plaza Vieja, la noche del 26 de septiembre de 1988 tuvo lugar en el teatro Cervantes la clausura de una semana dedicada al "Día Mundial de Turismo". Ahí le acompañó el sexteto que antes señalaba. Y este el programa íntegro interpretado: minera, soleá, fandangos, bulerías y alegrías; y en la segunda ronda: tangos, rondeña, alegrías y rumbas.

Le esperaba camarón

para que acompañe al cante

que al mundo entero sombró…

(Pepe Nieto)

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