José Miguel Galiano, peón de albañil, 30 años

“Ni fines de semana, ni festivos y a las seis estás en casa, no cambio mi trabajo por ningún otro"

“Ni fines de semana, ni festivos y a las seis estás en casa, no cambio mi trabajo por ningún otro"

“Ni fines de semana, ni festivos y a las seis estás en casa, no cambio mi trabajo por ningún otro"

José Miguel Galiano lleva poco más de un año en la construcción. No fue un flechazo a primera vista, nunca había estado en sus planes subirse al andamio hasta hace bien poco. Pero después de una década de oficios que lo han ido llevado desde la hostelería a los almacenes agrícolas, ha dado con la profesión que quiere para su futuro y la que entiende que le permitirá prosperar. Es peón de albañil y cada día se enfrenta a su trabajo con la mayor ilusión con el objetivo de ir formándose y algún día montar su propia empresa. Es uno de los pocos jóvenes que se ha incorporado en los últimos años a la construcción, un sector castigado por la falta de relevo generacional. No parece lógico que en España casi el 30% de los menores de 25 años se encuentran desempleados, siendo el segundo porcentaje más alto de Europa por detrás de Grecia -datos del Eurostat-, y no quieran entrar en constructoras y promotoras que ofrecen buena remuneración y convenios públicos, en definitiva mejores condiciones laborales que otros sectores como la hostelería y el comercio.

Pero está ocurriendo y desde 2014 el número de vacantes se ha disparado en el gremio en torno al 120%. Es uno de los sectores con mayor oferta de empleo sin cubrir y sufre la conocida “pirámide invertida” por la que la mayoría de ocupados se están concentrando en el tramo más cercano a la jubilación y cada vez hay menos por debajo de los 45 años. De hecho, los que inician andadura en el gremio y empiezan a formarse no bajan de los 40 años y han pasado ya por otros sectores. Sin embargo, testimonios como el de José Miguel Galiano permiten ponen en valor las oportunidades laborales en el segmento del ladrillo. “He pasado por muchos oficios y ahora tengo el mejor, no lo cambio por ningún otro”, argumenta este joven de 30 años que comparte empresa con su padre y también con su hermano de 25.

José Miguel reconoce que el oficio es duro, pero compensa, sobre todo por los horarios que suelen favorecer la conciliación personal y familiar. “No trabajas fines de semana, ni festivos, los viernes acabamos a mediodía y el resto a las seis de la tarde. Para mí tener eso es calidad de vida porque he estado de camarero y de mozo en almacenes algunos sábados desde primera hora de la mañana hasta la una de la madrugada”. El joven roquetero pone en valor la capacidad de aprendizaje del sector y de poder ir creciendo profesionalmente. “Aquí aprendes todos los días, a mi me gusta pegarme al oficial de primera y conocer todos los entresijos, mi idea es formarme y prosperar, por eso también estoy haciendo cursos”. Es uno de los beneficiarios de uno de los cursos que la Fundación Laboral de la Construcción imparte cada año en la provincia tanto en prevención de riesgos laborales como en capacitación con certificados de profesionalidad en diferentes especialidades. Las últimas formaciones realizadas en Almería fueron de pintura industrial y revestimientos con pasta y morteros.

José Miguel Galiano invita a los jóvenes a probar y superar prejuicios sobre la construcción: “Falta mano de obra, todo el que quiera trabajar aquí puede hacerlo, hay muchas oportunidades laborales”, concluye. Las opciones son múltiples. Albañiles, peones, alicatadores, encofradores, ferrallistas, pintores y escayolistas, entre otros tantos oficios necesarios para las obras de edificación y reforma, son una especie en peligro de extinción y las empresas lo saben porque han ido mejorando la remuneración y horario. La patronal está haciendo un esfuerzo en transmitir a la sociedad que es un sector cada vez más profesional e inclusivo, con grandes oportunidades para el empleo, tanto para los jóvenes como para las mujeres que siguen siendo una proprorción casi residual en las obras. "Hay que incentivar la contratación de jóvenes, con y sin formación, porque se va a perder el oficio", argumenta sobre la falta de relevo generacional.

José Miguel y su hermano son los más jóvenes de una plantilla que en algunos periodos de actividad alcanza el centenar de obreros con una presencia cada vez más importante de extranjeros, en su mayoría de Europa del Este. “Las empresas no encuentran españoles que quieran dedicarse a este sector y tienen que buscar inmigrantes”, afirma. La población de otros países está ganando peso en el sector como principal solución, de momento, a las múltiples vacantes. En Almería el número de extranjeros en este oficio no ha dejado de crecer en los últimos años pasando de poco más de 1.800 en 2015 a 2.900 en 2019 y en septiembre se contabilizaron 3.331 afiliados, lo que se traduce en casi el 20% de los trabajadores de la construcción de la provincia que eran 17.300 en septiembre.

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