Lances de contrabandistas: Venta Ramírez (y V)
Un faro,
le van a poner un faro
al castillo de San Telmo.
Y un cañón de artillería
pa que se oiga el disparo
en to el Reino de Almería
ADELANTÁBAMOS que los alrededores del castillo San Telmo, cercano a la capital, suponía un enclave propicio para introducir por el mar mercancías fraudulentas, especialmente de Gibraltar. Aupado sobre un promontorio rocoso domina, a modo de atalaya, la vista despejada de la Bahía: de Cabo de Gata a Punta Entina. Pese a tener noticias de un torreón defensivo durante la "reconquista", su antigüedad real data de 1771, año en que fue ampliado y artillado según proyecto del ingeniero militar José Crame. En 1906 lo ocuparon carabineros del puesto de La Garrofa (Padrón Municipal de 1898: un sargento y seis números) y posteriormente la Guardia Civil
DÍA DE AUTOS
Del ventero Tío Pepe Ramírez Padilla los Registros oficiales proporcionan escasa información (en su certificado de Defunción los epígrafes de filiación repiten "se ignora"). No obstante, sabemos que nació en Almería el 20 de mayo de 1815 en el seno de un matrimonio de jornaleros y que su infancia no fue fácil. Ello quizá motivó que desde niño luchase por alcanzar cierta posición económica y social, a imagen de Scarlet O`Hara en Lo que el viento se llevó (¡A Dios pongo por testigo que aunque tenga que matar, engañar o robar jamás volveré a pasar hambre!). Casado con Josefa Andújar, tuvo dos hijos, José y Joaquina, y tras abandonarla (antes de quedar viudo) otros dos con Ángela Muñoz (José y Juan Muñoz Ayala), con la que hacía vida marital en la Venta o en su casa de Pescadería. Popular según en que ambientes, su funeral en la iglesia de San Pedro estuvo muy concurrido; paralelamente, un obituario de La Crónica ensalza su generosidad -lo define como padre de los pobres- y que "a pesar de su renombre de arrojado y valiente jamás sus manos se mancharon de sangre".
Partiendo de la gasolinera a la salida del túnel de Bayyana, el escarpado Barranquillo de San Telmo se topa, dos kilómetros arriba, con El Balsón: casa-cortijo abandonada, chumberas, monte bajo y bancales de regadío, lindantes con el antiguo camino de Enix. Se trataba de una pequeña finca adquirida lustros atrás por Ramírez junto a la mina San Ruperto (término de Dalías) y una vieja venta a la que rebautizó con su nombre. Pasados las décadas la de Eritaña le igualó en prestigio
Al alborear el 11 de enero de 1884 salió hacia El Balsón con la intención de sembrar patatas, pero antes de llegar al Llano un alevoso disparo por la espalda, a pocos metros, acabó con su vida. Sus dos hijos ilegítimos (habidos con la segunda mujer) lo encontraron alrededor de las diez de la mañana boca abajo, sobre unas higueras chumbas. En la mano llevaba unas tijeras de podar y una escopeta que no llegó a utilizar dado lo imprevisto del lance. Tenía 68 años cuando el certero proyectil le interesó la región escapular derecha; varios perdigones le ocasionaron ligeras heridas y agujerearon las pencas próximas
POLOPOS
Aunque declarase que solo mantuvieron ciertas desavenencias en su juventud y que en la actualidad le era indiferente, era público y notorio que Diego López Gómez odiaba a muerte al Ramírez; odio que le inculcó a los hijos. Está probado que en dos ocasiones intentó su muerte traicionera, ofreciendo recompensas de entre seis y ocho mil reales. De la aviesa intención estaba al corriente la víctima por confidencias y anónimos; habiéndole solicitado amparo al gobernador Civil y a quien había solicitado amparo. Sabedores de que en el pueblo granadino de Polopos vagaba un individuo que podía llevar a cabo el macabro encargo, se desplazó un hijo de Gómez para fijar el acuerdo.
Antonio Moreno Martín (a) Polopos, de 39 años y casado, de aspecto repulsivo, fanfarrón y cesante en Carabineros y Guardia Civil, estaba recién salido de la cárcel de Albuñol por la muerte gratuita de un gitano y despedido por el dueño de un cortijo en Haza del Lino, de cuyo coto era guardián. En esa tesitura declaró que vino a Almería en mayo del año anterior a solicitar trabajo como guarda de Consumos al arrendatario José Rodríguez, quien lo remitió a los cabos del Resguardo (Gómez igualmente) para que le asignaran plaza en la ronda volante. Lo cierto es que fue contratado para matar a Ramírez y mientras tanto lo sostuvieron a mesa y mantel. Vivía con su mujer en una casa alquilada por Rodríguez en Las Almadrabillas, al lado de los tejares del Rulo y El Chispero, con los que solía liar un cigarro de vez en cuando. De la miseria inicial pasó a la opulencia en el vestir y en manejar dinero (incluso llegó a ofrecer unos miles de reales a rédito). Si los compañeros tenían prohibida la entrada en la Venta, él la visitaba a su antojo tratando de ganarse la confianza del dueño y estudiar sus movimientos de cara al atentado.
AUDIENCIA PÚBLICA
La causa contra Los López pensaron celebrarla en la desacralizada iglesia de San Pedro el Viejo (hoy de las Esclavas del Stmo. Sacramento), reconvertida en Teatro Calderón y sede de los juicios con Jurado, pero tras aplazarla a causa de la epidemia de cólera que azotó la capital en el verano de 1885, tuvo lugar en la Audiencia Provincial de calle Gerona. Desde primeras horas del 9 de noviembre de ese año una ingente multitud aguardaba a sus puertas para presenciar en directo el juicio oral. En prevención de cualquier contingencia, números de la Guardia Civil a caballo ocuparon previamente el corto trayecto hasta la calle Real, donde se hallaba la cárcel. A la 12 ½ el ujier dio la voz de ¡audiencia pública! Presidía Carlos Halcón, flanqueado por los también magistrados Manuel Yaquero y José Muñoz, conde de Fabraquer. En el estrado se sentaban asimismo el fiscal, Manuel Golluri, y los abogados defensores (mancomunados) Teobaldo Fernández, Miguel Gil y Joaquín Ramón García. En lugar aparte de la sala se distribuían los médicos forenses, peritos agrimensores, maestros armeros y 92 testigos de la acusación y defensa, sobornados o de buena fe. Diez sesiones ocuparon la vista criminal (del 9 al 24 de noviembre) y once los procesados: Antonio Moreno Martín (a) Polopos, Diego López Gómez, sus siete hijos (varios de ellos con antecedentes penales), su cuñado Manuel Rubio Poyatos y el recaudador del Arbitrio, José Rodríguez Román.
SENTENCIA
El Tribunal falló tras 33 Resultandos y 7 Considerandos. Para los jueces resultó probado que el autor material del alevoso y premeditado asesinato fue "Polopos" y López Gómez el inductor del delito: ambos condenados a cadena perpetua. Los hermanos Diego, Luis, Juan Diego y Francisco López Rubio rendirían penas de entre 15 y 17 años; el resto de los inculpados quedó absuelto. Desconozco si Diego padre cumplió el total de la pena en la cárcel capitalina, pero en cualquier caso debió fallecer fuera de Almería ya que en ésta no se encuentra registrada su defunción. Tampoco quedaron archivadas la hojas volanderas cantadas y vendidas por ciegos callejeros dando cuenta diaria del drama judicial.
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