Puerta del Sol (VI): Ermitas antañonas

Crónicas desde la ciudad

Todos los propietarios de las ermitas -particulares o diocesanas- estaban obligadas a la manutención del clero que las asistía, a su conservación, decoro, exorno y adquisición de imágenes titulares

Puerta del Sol (VI): Ermitas antañonas
Antonio Sevillano / / Historiador

13 de octubre 2012 - 01:00

MAÑANA, a falta de unos apuntes sobre la ya tratada Puerta del Sol y su entorno urbano y comercial, concluimos la serie dedicada a las antiguas murallas de la ciudad, sus vanos de acceso y ermitas que jalonaron el recinto murado y arrabales. La droguería de Manuel Soler es el negocio más longevo que perdura en la zona, frente a la ya inexistente bodega "El 1 y el 2" y a un oratorio privado.

ESPACIOS DE PIEDAD

O lo que es lo mismo: recintos devocionales dependientes en el ordenamiento pastoral de las distintas parroquias diocesanas. Ermitas surgidas al dictado de la Religión oficial y única tras siete centurias de cultura musulmana y el de una próspera e integrada comunidad judía. Las mezquitas, rábitas y pequeñas sinagogas fueron consagradas como demostración de dominio y desafecto frente a los credos precedentes. Las particulares -a través de Capellanías y Obras Pías- se obligaban al sostenimiento del clero dedicado a su culto (al menos un cura y sacristán), limpieza, mantenimiento y adquisición de ornamentos, vasos sagrados e imágenes. Los feligreses colaboraron igualmente con sus limosnas.

SAN CRISTÓBAL

… En lo alto del monte que está por encima del barrio que dicen de las Peñas, escribía Pascual Orbaneja en su obra Vida de San Indalecio y Almería ilustrada (1699). El deán catedralicio tuvo a su disposición el Archivo de la seo y el libro civil del Repartimiento, imprescindibles -junto a las actas de Cabildo municipal- para el conocimiento de la Almería ya cristianizada. Si el estudioso canónigo levantara hoy la cabeza se volvería a la tumba abochornado de una ciudad en la que su Ayuntamiento permite que la privilegiada atalaya (de un enorme potencial turístico y paisajístico) desde la que contemplar las más bellas panorámicas de la Alcazaba, de su luminosa bahía o de La Hoya y fauna subsahariana que alberga, se halle en el vergonzoso estado de abandono, ruina y miseria (y con ella el intricado dédalo de callejuelas a sus faldas pobladas por modestos vecinos) mientras invierte millones de euros europeos en proyectos que pocos entienden de su necesidad, urgencia o hipotéticos beneficios para el común de los almerienses, empresarios afortunados al margen: ¿para qué o para quiénes la Ciudad de los Niños y el Mesón Gitano? El tiempo dirá.

Enmarcada por la muralla de Jayrán y el lienzo defensivo de la ciudadela bajomedieval, al lado del monumento al Sagrado Corazón hasta donde subía en viacrucis el Cristo de la Pobreza y se quemaba el más espectacular castillo de fuegos artificiales en Feria. Fue bendecido en abril de 1929 y derribado impune y lamentablemente en julio de 1936; el actual es bastante reciente. Dependiente de la parroquia de Santiago, en este paraje se alzaba la ermita de San Cristóbal -un lienzo con su imagen presidió las dos capillas de que dispuso-, rematada por sobria espadaña-campanario. Disponía de vivienda para el santero y en su onomástica organizaban novenas y fiestas populares a expensas de los feligreses (AMAL, Demarcación de la parroquias de la Diócesis, 1855). La indocumentada estancia en la capilla del "Cerro" de Caballeros Templarios, acompañantes de Alfonso VII en su conquista de 1147, no pasa de ser una leyenda sin visos de crebilidad alguna.

SAN ANTÓN

Envuelta igualmente en ancestrales supercherías que hablan de conversiones místicas y sufíes venerados (el santón Omar, hijo del Infante de Almería, Yusuf el Nayar, es el más literario), hay quien opina que en su origen se trataba de una capilla funeraria ubicada frente a la puerta principal de la mezquita mayor y auxiliar de ella. Después fue almacén de esparteros y cristianizada bajo la advocación de San Antón. Atendida por Canónigos Regulares de San Antonio Abad hasta que Carlos III extinguió la Orden, su último servidor, el lego profeso Pedro Carmona, en 1791 entregó la llave al obispo Anselmo Rodríguez y marchó. En su inventario -apunta el canónigo Juan López- se contabilizaban tres altares con las imágenes de San Antonio Abad, Ecce Homo, Ntra. Sra. de Belén, Virgen de los Dolores, Santa Rita, San Pedro, San Javier y un Niño Jesús (el archivo pasó al Sagrario). En 1876, habilitada por el obispo Orberá para convento de Las Claras, las monjas (mal)vendieron dos valiosísimos lienzos de Murillo, pignoración que merecería capítulo aparte. De este periodo data la torre.

En dos ocasiones fue de propiedad privada (1844-1939) y en ambas cedida para el culto o vendida al Obispado. Siendo su responsable el sacerdote Jesús Castillo, en 1911 bendijeron un altar-gruta dedicado a la Virgen de Lourdes en 1911. Durante la guerra resultó seriamente dañada, siendo San Antón restablecido en febrero de 1952 en la cercana San Roque. Estuvo agregada al Sagrario, fue parroquia de San Juan en 1969, a cargo de los Marianistas, y actualmente es sufragánea suya. No repetiremos lo muy escrito sobre su popular fiesta cívico-religiosa, procesión y subasta de los "rabicos del marrano" cada mes de enero; pero sí recordar los nombres de los más jaleados "subastadores": El Cuqui (padre e hijo, banderillero), El Guarín, Bernabé el Patarra, El Calcetín, Pomares y López Felices

SAN ROQUE

Al este de la ciudad y atendida por curas de San Sebastián ("autorizados para que digan misa en La Chanca a la gente de la Almadraba"), la ermita de San Roque fue en la antigüedad centro espiritual del barrio de El Aljibe o al-Haud (Pescadería-La Chanca). De fundación real según los Censos que manejó el historiador Orbaneja, a ella se accedía por la puerta de la Sortida o del Socorro (General Luque, junto a los desaparecidos Talleres Cabezuelo). De mediano tamaño y presidida por un lienzo del santo luego depositado en San Pedro el Viejo, tras el terremoto de 1522 y el radical despoblamiento de la zona perdió toda significación y ya no figuró más en mapas urbanos. No obstante, supuso el embrión de la iglesia que hoy conocemos, pero no está claro si su origen es mezquita o sinagoga de la Judería. Lo triste es que, descatalogada, resulta irreconocible por las agresiones arquitectónica sufridas.

SAN GABRIEL

Su concesión regia figuraba en los Censos y a ellos se atuvo Hacienda para reclamar la propiedad cuando, en estado ruinoso crónico, a Cristóbal Rodríguez le adjudicaron su demolición en marzo de 1842, rematado en 4.300 reales (José Leal de Ibarra pretendió que el Ayuntamiento se la permutara por la suya de San Francisco en la Puerta del Mar). Su privilegiada ubicación en la intercesión de la calle Real y Las Tiendas e hito urbano divisorio de tres parroquias (San Juan, Santiago y San Pedro), la configuró como la más importante ermita a intramuros. Por aquí discurría la procesión del Corpus y Entierro de Cristo y como vecino tuvo al convento de Las Claras y el oratorio del Cristo del Carbón. Frente a Casa Puga, a finales del s.XIX edificaron la manzana en cuyos bajos abrió sucesivamente Papelería de los Ferrocarriles, Confecciones Blanco y Negro e Isla de Cuba (Tejidos Alacid le sucedió en el mismo local). Propiedad de Manuel Aranda, ahora lo es de de Francisco Gómez.

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