"Salté justo cuando el puente se venía abajo"
Juan Antonio Parra salvó la vida por décimas de segundos cuando el río arrastró el puente de Lorca · Pese al susto, el domingo jugó un partido con el Huércal Overa
Juan Antonio Parra Camacho, conocido en su comarca y en el fútbol provincial como Finidi, cuenta su historia como si de un cuento se tratara. Está vivo porque en el mundo tenemos que ser pares, por uno de esos milagros que Dios concede de vez en cuando y el pasado viernes 28 de septiembre, él tuvo la suerte de ser el agraciado. Nunca había recibido tantas llamadas de medios de comunicación y eso que ha jugado centenares de partidos en todos los campos de Almería y Murcia, región de la que ahora visita la Tercera División con el Huércal Overa, su equipo. Mira que ha metido goles y que ha hecho vibrar a la afición huercalense y a la pulpilense, pero nunca se hubiera imaginado que iba a convertirse en el foco de todas las cámaras en un día como otro cualquiera en el que regresaba a su casa para comer.
Pasadas las dos y diez de la tarde del pasado viernes, Juan Antonio se subió a la furgoneta de su empresa, Juguetes y Regalos Pérez. Llovía a cántaros como hacía mucho tiempo no que no había visto. Precisamente a esto achacó el atasco se había formado en la carretera que unía Lorca, su lugar de trabajo, con Huércal Overa, donde nació y vive. "Llegó un momento en el que los coches ya no avanzaban y me quedé en el puente durante más de 30 minutos", en los que el pánico llegó a apoderarse de él: "Noté que el puente se movía, pero yo me creía que era por culpa del aire. Hasta que de repente escuché que crujió y la gente empezó a gritar despavorida", recuerda de manera sobrecogedora aunque su tono de voz denota que todavía no ha asimilado que salvó su vida por unas pocas décimas de segundo. O porque su ángel de la guarda echó horas extras ese día.
"Abrí la puerta de la furgoneta y la Guardia Civil me gritaba "¡Salta, salta!". Salí corriendo y unos segundos después el puente se vino abajo", explica un Finidi al que la benemérita tuvo que sacar del trance en el que entró por momentos: "Veía cómo la furgoneta se inclinaba y me fui a por las llaves y la cartera. Por suerte la Guardia Civil no me dejó", y fue en ese stop que le dieron cuando se dio cuenta de que si no se llega a bajar del vehículo se hubiese ahogado. La riada engulló su medio de transporte como quien se toma una aspirina. Envueltas en una gigantesca lengua de lodo iban todas sus pertenencia, entre ellas, por supuesto, su teléfono móvil. "Me quedé blanco apoyado en un quitamiedos. Temblaba de frío y la gente de allí me dio ropa. Mi familia escuchaba las noticas y sabía que se trataba de mí, pero no pudo contactar conmigo. Me han dicho que mi sobrina lloró mucho, pero pasado un buen rato pude llamar y tranquilizarlos a todos", e incluso estuvo unos minutos con su jefe que se acercó al puente de Lorca para ver que la única víctima era la furgoneta.
Pero si sorprendente es que Finidi vuelva a correr este próximo fin de semana por el carril derecho del campo del Hornillo, más increíble resulta que el huercalense no sólo tuviera ganas de reincorporarse al trabajo el pasado 1 de octubre, sino que llegara a jugar el domingo ante el Mar Menor un partido de liga. No habían pasado ni 48 horas desde que salvara de mortífera riada y Juan Antonio había vida tan normal. Como si un doble suyo hubiese estado en aquel puente lorquino que ahora mismo es un amasijo de hierro y cemento.
"Me distraigo con mis compañeros. De hecho estoy deseando que llegue el próximo domingo para jugar", aseguraba este miércoles habiendo visto tan normal sus minutos jugados frente al Mar Menor: "El míster me preguntó si estaba para jugar y le dije que sí, que no estaba asustado. Jugué la segunda parte porque él quiso, pero por mí hubiese estado desde el principio", indica como si en vez de haberse salvado de ser arrastrado por hectolitros de agua, se hubiese recuperado de una simple contractura muscular.
Y de buenas a primeras, posiblemente sin creerse que iba a ser portada de Diario de Almería y su historia iba a salir en todos los telediarios a nivel nacional, Juan Antonio empezó a recibir llamadas de periodistas. Conforme ha ido contando su historia, ha ido asimilando que si fuera gato, ya sólo le quedarían seis vidas. La furgoneta que gracias a Dios decidió abandonar a su suerte fue encontrada un kilómetro río abajo y Finidi la ha vuelto a ver en el almacen de su trabajo. "Ahora sí que he sentido pánico. La furgoneta está destrozada, cubierta de barro por todos lados. Ha sido increíble que me salvara".
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