Uleila del Campo rescata del olvido la tradición de la trilla con los burros

¡¡¡Eh, eh, eh, Neeegra!!! ¡¡Quic-quic-quic, vamos, vamos!! El blues de la Trilla en Uleila del Campo chasquea en la era mientras una tormenta de sol descarga 30 grados por metro cuadrado. José Pérez Lorenzo, uleilense de toda la vida, engancha los aperos a 'Torda' y 'Mohína' "y a correr. Dale que te pego hasta la tarde con un descanso a mediodía. Se aprovecha para darle vueltas a la parva con la horca y que lo de abajo se vaya arriba para que se desmenuce. Cuando joven, empecé con 14 o 15 años, me tiraba el día entero encima de la trilla o en la labranza". Desde la era se ve la casa de José entre árboles donde tiene las mulas, un capricho porque falta no le hacen que tiene un tractor con varios caballos de potencia. A la vera de José Pérez, José Antonio Martín viene con caballos y mulos desde Abla a la trilla de Uleila del Campo: "el año pasado me llamaron, quedaron contentos y aquí estamos otra vez. Hago trilla porque me gusta conservar las tradiciones, pero aparte hago con los animales trabajos para que no se pierdan: aro, trabajos forestales en la limpieza de montes públicos. Yo sí vivo todavía de los animales porque, además, en mi centro ecuestre 'El Cerbal' hago turismo rural con rutas por la cara Norte de Sierra Nevada". A escasos metros de la era, en una pequeña cuadra, dos pollinos se aferran a las ubres de dos burras de cría.

Jubilado desde hace tres años, Juan Ramos Peña se ha afincado definitivamente en su Uleila del Campo natal. Estados Unidos y Cataluña fueron lugares para él de 'parada y fonda' por motivos laborales. Y allí, en los EEUU, ¿qué decían cuando usted les contaba esta y otras labores agrícolas de entonces? "Les sonaba a chino, lógico. Era una vida totalmente diferente. Ahora les preguntaba a unos señores ingleses si habían estado el año pasado y no, no habían estado por lo que es la primera vez que lo ven. En el siglo XIX ya había máquinas en Inglaterra para trillar y aquí estuvimos trillando así, con los animales, hasta el año 1970. Un siglo atrasado". Nunca es tarde dice el dicho, el pasado año fue el primero en realizar este proyecto y "este es el segundo año y obedece a la inquietud que tenemos un grupo de amigos en recuperar tradiciones antiguas. Queremos enseñar a la gente joven aquello que nuestros antepasados hicieron en un trabajo muy duro". Unos cuantos perrillos ladran al paso de las mulas y los caballos en la trilla, se enredan entre las piernas de los vecinos, turistas llegados de distintos lugares, y, naturalmente, expertos en las faenas del campo y, cómo no, en la trilla.

Juan Ramos Peña cuenta que "este año hemos querido adornar esta fiesta con actividades culturales. Por ejemplo, mañana (por hoy) tenemos el grupo de bailes regionales antiguos del maestro Gálvez ,de Sorbas, además del grupo de teatro español de París que van a actuar aquí, en la era cuando se recoja la parva". Los trilladores continúan su labor en la era, de afuera a adentro del redondel empedrado con piedras colocadas a mano una a una.

En la mañana de hoy, una vez triturada la mies, las horcas lanzarán la paja al aire para separarla del grano en la llamada labor del aventado. "También hemos querido representar el proceso de principio a fin", comenta Juan Ramos, "se empezaba por la labranza y la siembra, luego venía la siega, acarrear los haces de trigo, cebada o lo que fuera, del campo a la era, se trillaba, se recogía la parva y se aventaba, se metía la paja en los pajares y el grano en los atrojes, el lugar donde se ponía el grano, una especie de habitación con separaciones para tener los garbanzos en un lado, el trigo en otro, y de ahí se llevaban los costales al molino". Naturalmente todo lo anterior bregado a mano y con instrumentos y herramientas, los aperos, tan ingeniosos como fatigosos.