El almeriense que ha hecho historia en el Senado (sin ser senador)

El garruchero Álex Muñoz se ha convertido en el primer taquígrafo de Almería en las Cortes Generales

Miguel Ángel Castellón, el rey del escaño

El garruchero Álex Muñoz en el Senado durante una de las sesiones de control al Gobierno.
El garruchero Álex Muñoz en el Senado durante una de las sesiones de control al Gobierno. / David Corral

Álex Muñoz Caparrós ha escrito su nombre en la historia del Senado de España, aunque no es senador ni ha pronunciado jamás un discurso desde la tribuna de oradores. Más bien, al contrario, su labor es registrar por escrito lo que dicen otros. Es taquígrafo, el primer almeriense que logra entrar en el Cuerpo de Redactores, Taquígrafos y Estenotipistas de las Cortes Generales.

Este garruchero consiguió su plaza en diciembre del año pasado, con 34 años, convirtiéndose en el taquígrafo más joven de los que trabajan actualmente en la Cámara Alta —en el Congreso de los Diputados sí hay otro de su misma edad, compañero de oposiciones— y el único andaluz. También es uno de los pocos varones de una profesión muy feminizada: "Somos solo siete de un total de unas 75 personas, entre el Congreso y el Senado", explica.

Su labor consiste, de forma resumida, en redactar el Diario de Sesiones del Senado. Más bien, una parte de él. Es una labor colectiva en la que participan varios taquígrafos y redactores, el cargo inmediatamente superior al suyo. "Durante las sesiones, los taquígrafos estamos en sala 20 minutos tomando nota de todo lo que pasa. No tanto de lo que se dice, sino de lo que pasa, porque, al fin y al cabo, lo que se dice se queda grabado y es fácil de recuperar pero lo que se habla fuera de micro, por ejemplo, eso sí que hay que apuntarlo", aclara.

Esos 20 minutos de sesión, "donde la concentración tiene que ser máxima", se traducen luego en unas dos horas de trabajo en el despacho redactando las diferentes intervenciones. Darle forma escrita al discurso oral "muchas veces es como hacer un tetris", explica el taquígrafo garruchero: "El orador deja frases inconclusas, se va de una idea a otra o tiene los típicos lapsus linguae; todo eso tenemos que corregirlo".

Dentro de la rutina de plenos y comisiones, estas últimas le resultan bastante más interesantes. "Aprendes mucho escuchando a los expertos de diferentes temas", aunque lamenta que "al final lo que sale en televisión es cuando ha hay alguna pelea y no lo realmente relevante". Para alguien a quien le gusta la política y estar informado de la actualidad, como es su caso, poder trabajar en el Senado es como un sueño hecho realidad.

Álex Muñoz toma notas durante la intervención del ministro Félix Bolaños en la sesión de control.
Álex Muñoz toma notas durante la intervención del ministro Félix Bolaños en la sesión de control. / David Corral

Cuando uno piensa en la figura del taquígrafo de las Cortes imagina a un experto en mecanografía pulsando decenas de teclas por segundo, a una velocidad desenfrenada, pero nada más lejos de la realidad. "En el Senado ya ni siquiera tenemos estenotipias; lo que se nos pide es saber mucha gramática y ortografía y, como es evidente, conocer cómo funciona el Congreso y el Senado, el procedimiento legislativo. Por ejemplo, saber diferenciar entre una proposición de ley y un proyecto de ley, porque esa suele ser una cuestión que tenemos que corregir habitualmente". Ahora toman las notas directamente en Word con un ordenador portátil, o incluso a mano, en algunos casos. "Si la comisión es secreta sí que hago anotaciones a mano, porque esas no se graban y es necesario pillar todo lo que dicen", explica.

Para llegar a ser taquígrafo del Senado, Álex Muñoz ha tenido que pasar por un proceso de oposiciones de dos años. Antes de eso, jamás pensó que ese sería su oficio. "Empecé estudiando Comunicación Audiovisual en Málaga y lo dejé para pasarme a Traducción e Interpretación por Francés, en Granada", cuenta. Una vez que acabó la carrera se fue a Francia para trabajar como auxiliar de conversación durante un año con una beca del Ministerio de Educación. "Luego me fui entonces a Madrid, a probar suerte, aunque mi idea era regresar a Granada para hacer un máster". Pero en la capital encontró trabajo, primero dando clases y luego de traductor para el Ministerio del Interior, a través de una subcontrata. Lo compaginó con un máster de Estudios Literarios en la Complutense. "Gracias a las becas he podido llegar a donde estoy", asegura.

Su destino podría haber sido la docencia, como la de tantos otros compañeros de promoción en Traducción, pero un anuncio se cruzó en su camino: la convocatoria de diez plazas para el cuerpo de taquígrafos de las Cortes. "En ese momento estaba estudiando Ciencias Políticas en la UNED y había dado algunas clases en el Senado, así que a veces miraba por si salía una plaza de administrativo o algo similar". De los taquígrafos sabía muy poco: que son esas personas sentadas en una mesa frente a los políticos que no paran de tomar notas y poco más. "Aprendí las labores durante la oposición y luego ya trabajando", reconoce.

El proceso de oposiciones fue duro, ya no tanto por las horas de estudio —es una oposición muy práctica—, sino por lo que se dilata en el tiempo: comenzó en abril de 2022 y terminó en julio de 2024. Consta de cuatro ejercicios eliminatorios y uno opcional de idiomas, por lo que la tensión es máxima en cada uno de ellos. "El día del examen, cualquier fallo te puede penalizar. En la primera prueba del segundo examen pasamos solo 18 personas de las 44 que quedaban tras el primer examen", cuenta.

Muñoz durante una comisión de igualdad en la sala Clara Campoamor.
Muñoz durante una comisión de igualdad en la sala Clara Campoamor. / Aimar Pellés

El 10 de diciembre de 2024 tomó posesión de su plaza. El presidente de su tribunal fue el que entonces era senador por Almería Rafael Hernando, del que Muñoz guarda un grato recuerdo. "Siempre se mostró bastante cercano con nosotros a la hora de desearnos suerte y tranquilizarnos un poco. Cuando vas a un examen de una oposición estás muy nervioso y él siempre tenía unas palabras de tranquilidad y era el encargado de relajar un poco los ánimos", asegura. "Es un hombre bastante cercano; en el trato personal se te cae esa imagen que puedes tener de él como político".

Ahora Álex Muñoz ya es uno más en ese palacio de la calle Bailén, junto a la plaza de España, donde reside parte del poder legislativo del país. Trabajar en un lugar lleno de historia y cultura es un privilegio que pocos tienen: "Es increíble poder pasear por el salón de Pasos Perdidos, donde te quedas maravillado con su belleza, y poder ver allí el cuadro de La rendición de Granada; o entrar al antiguo salón de sesiones, donde se celebra la sesión inaugural de la legislatura".

En el día a día, la relación de los taquígrafos con los senadores es meramente profesional. "Suelen ser bastante majos y si necesitas que te hagan alguna aclaración de algo que han dicho, no dudan en ayudarte", asegura. Allí ve muchas caras conocidas, como los senadores por Almería, y otras que ha ido teniendo que aprenderse con el paso de los meses. "Son 266 senadores, pero no todos hablan. Sí es cierto que hay veces que interviene alguno que no tengo controlado y tengo que buscar el nombre para asegurarme", bromea.

Álex Muñoz es el primer taquígrafo de Almería, pero no el único almeriense que trabaja en las Cortes: "Sé que hay una ujier de Carboneras en el Senado y otro ujier almeriense en el Congreso, pero aún no los he conocido". Tiene tiempo para ello, porque tras muchos años de estudio y esfuerzo ha logrado lo que muchos anhelan: un trabajo para toda la vida. "Estoy feliz, pero sobre todo relajado y tranquilo por no tener que preocuparme a nivel laboral. Una oposición cuesta mucho y el camino puede ser largo, pero la verdad es que ahora que ya he terminado y que todo ha salido bien, la recompensa merece la pena".

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