El beso como símbolo

Almería

Define el diccionario de la RAE de la lengua el beso como la acción de “tocar u oprimir con un movimiento de labios a alguien o algo como expresión de amor, deseo o reverencia, o como saludo”.

Una pareja se besa en "la ciudad del amor" / D.A.
Julio Gonzálvez

Almería, 24 de septiembre 2023 - 07:24

El latín distinguía tres clases de besos: el “osculum”, el “savium” y el “bastium”. El “osculum” (diminutivo de os, oris: boquita) venía a señalar sin más matices el hecho de fruncir los labios y acercarlos al objeto. Para la expresión amorosa el “savium” (quizá una deformación de “suavium”, a su vez traído de “suavis”), que atendía tanto al gesto apasionado como al transmisor de un contenido afecto, o al que se daba como manifestación de cortesía y respeto. El “basium”, de aparición más tardía, se instaló para el beso carnal, a veces con connotaciones obscenas.

Aunque sin caer en alardes de creatividad, el lenguaje coloquial ha acuñado algunas variantes de “beso” con sus propias reglas de aplicación a diferentes realidades. Probablemente la más extendida sea el metafórico “pico”, que sirve para todos los tipos de beso pero especialmente el más ardiente, el que se da en los labios o pone en acción la lengua. Su diminutivo “piquito” sirve al mismo tiempo para rebajar el erotismo del gesto y para insinuarlo con cierta picardía. Desde la noche de entrega de medallas y celebración por haber ganado la Copa del Mundo de Futbol Femenino, el presidente de la Real Federación de Futbol, el zafio y machista motrileño Luis Rubiales, ha echado el “pico” encima de las mesas de las redacciones de medios hablados, escritos y audiovisuales, en una tormenta de ideas y falacias que han dado la vuelta al mundo. Si no lo sabe, respetado lector, este espécimen enfundado en aspecto de hombre rudo y macarra, cobra de los Presupuestos Generales del Estado y por su cargo está en el Orden de Precedencia del Estado. Por hoy no voy a emplearme más en darle una línea a este mamarracho que ha mandado en el futbol español.

El beso es un antiquísimo y extendido uso social, además de ser, cuando es intenso e íntimo, un juego sexual. El padre del psicoanálisis Sigmund Freud, fallecido en 1939, el que fuera un hombre peculiar cargado de manías, cambió la forma de pensar de su época implantando conceptos nuevos como el narcisismo, las pulsiones de la vida y muerte, el complejo de Edipo y su división de la mente en tres: el ello, el yo y el superyo. Sigmund Freud está considerado como uno de las personajes más polémicos e influyentes del siglo XX, entre otras cosas, pues dictaminó que el beso erótico es nada menos que un intento inconsciente de volver a la seguridad del pecho materno (elemental, querido Sigmund).

El uso social del beso no es universal, curiosamente no es tradicional en las culturas subsaharianas, asiáticas o polinesias y se ha introducido en ciertos niveles es por influencia occidental. En los países islámicos no es admisible el beso entre personas de distinto sexo que no estén unidas por matrimonio o por vínculos familiares de sangre, pero sí se admite el beso en la mejilla como señal de saludo entre personas del mismo sexo.

El beso en la mejilla, o en la mano, se ha usado desde tiempo inmemorial como gesto de bienvenida y de despedida: el Beso de la Paz aparece en el Nuevo Testamento; besos de respeto se dan sobre la Torah cuando ésta es introducida en la sinagoga; en los templos cristianos, cuando se lee la Biblia, se besan las reliquias; en las iglesias ortodoxas es común el beso de los iconos, así como en otros contextos se besan estatuas, o a los líderes, como signo de lealtad.

Desconfíe de un beso

Se besan los dados en el casino para pedirles suerte, y es común en los cuentos de hadas como fuerza curativa con capacidad de romper encantamientos como en la Bella Durmiente, o también como símbolo de protección como en la leyenda del Anillo de los Nibelungos. Incluso en la masonería el beso fraternal es también un acto lleno de significado: está asociado a la paz. Desde luego, también el beso tiene su lado oscuro. Existe el beso de la mafia que puede significar reconocimiento y también muerte, el beso de Judas que significa traición, el beso de Satán que significa condenación eterna, los asesinos de Julio César le besaron antes de matarle.

Un estudio concluye que dos personas que se besan en la boca, intercambian durante un beso de diez segundos más de ochenta millones de microorganismos. Aunque el contacto boca a boca es frecuente en animales, parece que las personas son las únicas que se besan con lengua con un propósito sexual. Pero un beso es mucho más que un gesto de cariño. Una de las mayores tormentas químicas, y también una de las más sanas y grandes revoluciones interiores que pueden vivirse, se desata en nuestro organismo en el momento en que se rozan los labios con la piel de otra persona. Cada beso consume como mínimo 12 calorías, mueve hasta 36 músculos y acelera el ritmo cardíaco de 60 a 100 latidos por minuto. Su impacto refuerza el sistema inmunitario y activa la parte central del cerebro en una suerte de efecto dominó, que mitiga el dolor y favorece el buen funcionamiento del corazón, el estado de ánimo, el tórax, el abdomen, y los genitales.

Esos inolvidables boleros

Si tenemos en cuenta que el amor es el tema sobre el que versan al menos el 90% de las canciones, da igual que sea blues, jazz, rock, tango, flamenco o música disco. Aunque si hay un género musical en el que este gesto del beso de devoción amorosa juega en papel esencial ese es, sin duda, el bolero. Sus letras melancólicas y románticas subliman los afectos y las pasiones hasta el paroxismo. “Bésame mucho” es el bolero por antonomasia que fue compuesto en 1940 por la pianista mexicana Consuelo Velázquez, quien confesó haberse inspirado para la melodía en un aria de una ópera de Enrique Granados, cuya letra decía: “Bésame, bésame mucho, como si fuera esta noche la última vez. Bésame, bésame mucho, que tengo miedo a tenerte y perderte después”. Nadie quiere quedar relegado al bucle del olvido, pero por si eso fuera a suceder, mejor sacar la artillería pesada de los besos: eso que rezan “No me olvides”. En la mejilla y de amistad, en la frente y de manera fraternal, o en la boca y de sobrada pasión.

Pero, eso sí, lo besos ni se piden, ni se regalan, ni se venden, hay que ganárselos. Aunque sin duda, el mejor beso… un beso robado.

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