El creador del mágico rayo de luz
El premio Nobel de Física en 1964, Charles Townes, inventor del láser, compartió sus experiencias con los alumnos de la UAL. Sorprendió con una conferencia en inglés, divertida y muy amena
En 1927, el matemático alemán Werner Heinsenberg formuló por vez primera el Principio de Incertidumbre. Esta ley afirma que es imposible medir simultáneamente de forma precisa la posición y el momento lineal de una partícula.
Más tarde, Charles Townes se atrevió a desafiarlo y así lo explicó ayer en la Universidad de Almería, ante un importante grupo de alumnos y profesores que quisieron compartir las experiencias de este premio Nobel de Física (1964). Con seis años pendientes para cumplir la centena, el físico expresó su alegría por estar rodeado de estudiantes que le despidieron con una fuerte ovación. Townes no habla castellano. Por eso contó con la traducción simultánea de John Beckam.
11 de mayo de 1951. Fotografía en blanco y negro. Dos jóvenes, uno de ellos con gafas y muy serio, presentan ante la cámara el primer aparato productor de un rayo láser. Fue el fruto de una intensa investigación, un trabajo profundo en el que en un principio nadie creía.
"Necesitamos explorar para poder descubrir, a veces buscamos algo novedoso, un camino, dar una vuelta y desviarnos", señaló el científico. Su mujer, sentada en primera fila, sonreía y apostillaba sus afirmaciones.
Towner siempre quiso ser profesor de la Universidad, "pero el único puesto de trabajo que quedaba libre era en un laboratorio". En el año 1939 comenzó su intensa labor profesional. Poco antes de la Segunda Guerra Mundial enfocó su investigación a los radares. "Aunque al principio estaba algo decepcionado, al final resultó provechoso", apostilló.
Durante una ponencia en la que consiguió despertar las sonrisas de los presentes, el científico reconoció que "construimos un radar pero al intentar probarlo nos dimos cuenta de que el vapor absorbió la radiación, por lo que no funcionó".
Tras este episodio, aprendió que era posible estudiar las moléculas de microondas, y una vez hubo finalizado la guerra, en el laboratorio en que trabajaba le dejaron experimentar en este aspecto. "A partir de aquí todo fue impresionante, ya habíamos estudiado esto antes cuando era ingeniero". Decidió escribir un libro sobre este tema y comenzó a analizar la longitud de onda cada vez más corta. Menguante.
Tras estos avances y estudios, fue propuesto para ejercer como profesor en la Universidad de Columbia. "Conseguí al final lo que estaba buscando" .
Manejando osciladores que producían microondas, en un primer momento no consiguieron nada. Los análisis estaban siendo desarrollados de manera conjunta con algunos alumnos. "Debido a esto empezamos a buscar personas que tuvieran ideas, pero a nadie se le ocurría nada".
El panorama cambió cuando Townes quedó pensativo en el parque. Sentado en una silla comenzó a elucubrar nuevas posibilidades. Fórmulas y tachones, problemas a resolver. "Yo sabía que mis moléculas y mis átomos podían producir una alta frecuencia, pero no intensidad suficiente. Pensaba que esto no iba a funcionar". Diferenció estados de energía entre moléculas y vio como comenzaban a cambiar las cosas si los pasos eran seguidos correctamente. Un estudiante de tesis que en aquellos momentos desarrollaba buena parte de sus estudios junto a él abrió la puerta del aula donde el profesor Townes impartía clase gritando: "¡Funciona, funciona!".
Fue importante. Acababa de nacer el láser. A partir de ese momento, ésta fue herramienta indispensable a la hora de continuar con los avances técnicos y científicos. Por eso una de las aplicaciones que más le gusta al científico es la médica. "Me alegra mucho que este descubrimiento se emplee para solucionar problemas de salud". Townes se mostró especialmente fascinado con las operaciones oculares.
Un hombre sencillo con las cosas muy claras. Una sala repleta y una ovación que reconoció el trabajo del maestro.
No hay comentarios