"Me temo que conmigo desaparezcan cinco generaciones de alfareros y ceramistas, los Robles”
Almería y sus personajes I Jerónimo Robles Díaz. (Alfarero y ceramista)
Apenas acabó 8º de EGB comenzó a hacer alfarería con su padre
Vendían en ferias y mercadillos
Su padre, Paco Robles, tiene 91 años pero sigue al pie del cañón en ferias y mercadillos de Almería ayudando a su hijo Jerónimo, la quinta generación de alfareros y ceramistas de la familia Robles. Se pasa los días enteros en su taller de Barranco Hondo del torno al horno pero siempre tiene un ratillo para atender a los clientes o amigos que por allí se dejan caer.
–Pues cuesta trabajillo dar con tu taller, ¿eh?
–Pues sí, estoy en un local de la zona de Barranco Hondo, en la carretera de Viator al Alquián hacia la altura de La Cañada. Mi padre tenía el torno en una cochera cerca de nuestra casa en la recién creada Colonia de Los Ángeles. Yo salía del colegio a las 5 de la tarde y me metía con él a aprender primero y a ayudarle más tarde. Pero en el año 1968 compró unos terrenos en BarrancoHondo y se trasladó allí.
–Campo, campo, campo, como decía Machado...
–¡Así trabajamos más tranquilos! Cuando empezamos aquí, había una gran balsa donde hacíamos la mezcla de los barros de un bonito color crema que cogíamos de los alrededores, y la criba. Eso ya no se puede hacer, tienen que traerlo en camiones con un montón de permisos.
–Si los cálculos no me fallan, unos 50 años llevas en esto...
–Más incluso. Yo tengo 60 años y no he tenido más trabajo que el de alfarero y ceramista. Soy la quinta generación de trabajadores del torno de la familia Robles y me temo que la última; sólo tengo un hijo pero tiene su trabajo y no parece que acabe en esto. Mi familia siempre ha vendido sus piezas de escayola y luego cerámica en ferias y mercadillos de pueblos de Almería, Granada, Jaén...
–El fundador de la dinastía de alfareros fue tu bisabuelo.
–Si, él provenían de Ugíjar y vendía en los mercadillos de por allí. Luego fueron ampliando su radio de ventas hasta que mi padre, PacoRobles Granados, se vino a vivir a la recién inaugurada colonia o barrio de Los Ángeles. Amplió sus ventas hasta lugares muy lejanos, como Navarra o Extremadura a cuyas ferias acudía todos los años.
–Vuestra pieza más emblemática es el botijo Indalo.
–Mi padre lo ideó hace unos 40 años y lo patentó para que no le robaran la idea. En principio era sólo un Indalo rodeado de un rosco; pero luego se le ocurrió darle forma de botijo y encajar el Indalo en su interior. Ciertamente ha sido y es el que más vendemos. También hacíamos el botijo proyectil, la mojaquera, platos...
–El más popular de los cuales es el del Sol de Potocarrero.
–Que ahora lo llaman de otra manera... Es un plato de adorno con el Sol en el centro y superficie rugosa policromada (ver foto). La mayoría de piezas que hacemos hoy día son ornamentales, para colocar en mesas o paredes pero como adorno.
–Los utensilios domésticos de barro apenas se usan ya...
–Antiguamente hacíamos lebrillos, cántaros, botijos, jarrones, platos para comer en ellos... Pero eso ya no se usa ni en los pueblos más escondidos; y si queda algunas por ahí perdidas están en museos u hoteles rurales. A veces me encargan algo pero poco.
–De congresos y reuniones también te encargan bastante.
–Sí, y si hace buen tiempo, que en Almería suele hacerlo, se seca pronto al sol y en 8 ó 10 días está hecho. Hay que hacer la pieza, cocerla en el horno, dejarla secar y pintarla con nuestros colores característicos. Normalmente lleva grabado en el barro el nombre del congreso o la efeméride en la que se entrega.
–¿Algunas piezas curiosas?
–La más popular fue el botijo de dos metros de altura que hizo mi padre y estuvo toda aquella Feria expuesto en la Rambla; y hubo un tiempo en que me dio por hacer piezas raras que se usaban antaño en los pueblos, como las parideras y castañeras. Sé que tú tienes algunas de esas en Costacabana...
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