La diosa de la danza del vientre
Empezó a bailar en el año 2.000, cuando en Almería no había apenas afición · Ana Ruiz Salas imparte clases en las Almadrabillas a personas de todas las edades · Su nombre artístico es Nur Galiana
Dice la leyenda que existió una vez en Almería una mujer musulmana que se enamoró locamente de un soldado cristiano. Durante la Edad Media no estaban permitidas estas uniones, porque al poco tiempo el joven fue descubierto y condenado a muerte por visitarla durante una noche a escondidas. Se llamaba Galiana, murió de amor y ha inspirado a la protagonista de este artículo, Ana Ruiz Salas, para crear su propio nombre artístico: Nur Galiana.
En ocasiones no hace falta perseguir un sueño. El tren pasa una vez y ella se subió al vagón correcto. "En el año 2000 no había mucha afición en Almería por la danza del vientre. Siempre me atrajo el mundo árabe y empecé a buscar un baile que formara parte de esta cultura. Entonces vi un cartel donde se anunciaban unas clases particulares de danza oriental, también conocida como danza del vientre, nombre con el que se conoce en nuestro país simplemente por intereses comerciales", explica.
Cada estilo tiene una técnica y cada persona una virtud. Ella encontró su duende en esta disciplina, ya que a los cuatro años de experiencia estaba impartiendo clases a personas mayores; un hecho que demuestra que la danza del vientre se adapta a cada persona,a cada edad y, aunque parezca sorprendente, a cada sexo. "Nunca había buscado un trabajo como éste, pero poco a poco entré en el círculo y, casi sin darme cuenta, estaba dando clases en el Centro de Bujinkon Dojo, donde sigo trabajando hasta el día de hoy", detalla, al mismo tiempo que culpa a la artista Sakira de ser la responsable de la gran afición que existe actualmente en esta disciplina.
La danza oriental se ha asentado en España como un deporte indicado para el beneficio de la salud. La circulación de la sangre, las articulaciones, los problemas cardiovasculares o el alivio de dolores son, sin lugar a dudas, algunos de sus poderes mágicos. "Coordinamos numerosos movimientos y quemamos 300 calorías por hora. Este baile también alivia los dolores durante el ciclo menstrual y favorece a desarrollar lo que nosotros conocemos por la Isolación, que es la capacidad de aprender a mover varias partes del cuerpo por separado", indica, haciendo referencia, también, a los beneficios emocionales e intelectuales, ya que este baile trabaja la expresión de nuestras
emociones, activa la creatividad e invita a expresar lo que cada individuo lleva en su interior.
Existen una infinidad de movimientos. Ana destacó tres: el ocho, el camello y el Sheimmy. "Lo que hacemos cuando practicamos el ocho es dibujar este número con las caderas. En el caso del camello realizamos una onda con el cuerpo y la pelvis, es decir, el pecho va hacia todas direcciones y se trabaja la musculación de los abdominales. En cambio, el Sheimy es una vibración de barriga que se reproduce utilizando un juego más específico de rodillas", dice Galiana, mientras realiza un pequeño ejercicio de muestra.
Las clases suelen ser de una hora y constan de un gran número de ejercicios. En primer lugar Ana enseña a sus alumnas a realizar sus respiraciones. "Colocamos las manos en el bajo vientre- punto energético de la mujer- y un saludo a la danza, que se suele representar a través de un movimiento de brazos que agarra toda la energía de fuera y la llevamos hacia el interior" explica.
Ana imparte clases semanalmente en el polideportivo de las Almadrabillas, donde recibe la visita de numerosas personas que, como ella, pretenden que este arte milenario se establezca y siga vivo en nuestra capital.
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