El esperado reencuentro de las cuatro generaciones de los Sola
Fue hace 150 años cuando Antonio y María se casaron y se fueron a vivir a una cortijada de Bacares. Sus ocho hijos han llevado el apellido por el país y Argentina
Bacares se convirtió el pasado viernes en la sede oficial de la Familia Sola, la más grande del municipio y la que, según calcularon miembros de la tercera generación, suma ya más de mil familiares repartidos por el mundo.
A las doce del mediodía sevillanos, catalanes, pacenses y argentinos pisaron la tierra donde comenzó el viaje de este apellido y donde vive una parte importante de los Sola.
Fue hace 150 años cuando Antonio y María se casaron. Se fueron a vivir a un cortijo de la Mojonera (una cortijada de Bacares) y allí fue donde engendraron a ocho hijos que han sido los encargados de mantener el apellido. Desde 1.860 la tendencia en cada matrimonio ha sido la de tener al menos cinco retoños, aunque el premio al mérito se lo llevan los Sola que vive en Sevilla al traer al mundo a doce hijos. Los diez hermanos Juan, Encarna, Carmen, Vicente, María, Enrique, Rafael, Remedios, Antonio y José se llevan la medalla de plata en familia numerosa.
Todos son de Bacares a pesar de que cada uno ha formado su hogar en distintas partes de España. Ha sido en este primer encuentro cuando se han sentado, codo con codo, a comer en la misma mesa después de ocho años. "¡Cuándo volveremos a juntarnos todos otra vez!", se lamentó Encarna antes de la despedida.
Cuatro generaciones y un centenar de personas cuyo denominador común era el apellido se han propuesto la tarea de organizar un reencuentro cada año. "Este ha sido el primero pero no el último. Era la ilusión de mis padres y aunque ya no viven se que si nos ven desde algún sitio estarán muy orgullosos", manifestó Carmen cuyos ojos destelleaban emoción contenida.
Algo parecido le ocurrió a María Sola Rodríguez, la más mayor de la reunión. Con 81 años conoció y se fotografió con el más joven, Antonio Javier Algaba Sola, quien no dudó un segundo en viajar desde Sevilla para visitar la cuna donde crecieron sus raíces, el cortijo de La Mojonera, así como el Cristo del Bosque al que tanto fervor tiene pero al que sólo conocía de oídas y en fotografía.
Con la esperanza de que el próximo año puedan reunir a más familiares en el segundo encuentro de la Familia Sola, Juan se engrandecía al pensar en el futuro e imaginarse que será para entonces cuando ya pueda decir a los cuatro vientos que ha sumado un nieto más en la larga lista que aún no está cerrada.
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