Grupos de apoyo a las familias, la mejor cobertura para la retaguardia legionaria
Más de cuarenta militares se encargan de arropar a familiares de los desplazados
También están para lo que precise los voluntarios, incluido montar un mueble de Ikea
Información inmediata y directa ante cualquier duda sobre el contingente
“La familia es muy importante en nuestra vida de militares, nosotros decimos que teniendo cubierta la retaguardia... todo está bien”. Las palabras del general de la Brigada de la Legión y jefe del contingente español en Líbano, Marcos Llago, describen a la perfección uno de los pilares del funcionamiento de este cuerpo de elite de las Fuerzas Armadas, punta de lanza siempre a la vanguardia del Ejército con una treintena de despliegues en el exterior desde que se estrenó en el conflicto de los Balcanes en 1992.
La familia legionaria, formada por militares y sus seres queridos, ha establecido un nexo de unión permanente que se estrecha aún más cuando llegan las misiones en zonas de conflicto.
Una estructura piramidal se ha consolidado en la última década con su normativa y más de cuarenta efectivos dentro de la Brigada de la Legión para la atención permanente a la familia de los militares desplazados. Son los grupos de apoyo que existen en cada unidad, una herramienta que siempre ha operado aunque ahora está institucionalizada para todo lo que precisen las familias y que se complementa con la acción de los voluntarios. Tareas domésticas, pequeñas reparaciones, ayuda en el cuidado de los niños o personas dependientes... los legionarios no escatiman esfuerzos ni se marcan límites cuando los requieren los allegados de sus compañeros en el exterior.
Arreglar una persiana o recientemente el montaje de un mueble del Ikea son encomiendas que han recibido de las parejas de los militares desplazados durante los últimos meses a Líbano, Mali, Irak, Afganistán o Somalia. Al otro lado del teléfono directo suena la voz del comandante Pérez Díaz. Es el jefe de Negociado de Personal y de las células de apoyo a familias de la Brigada de la Legión y no hay duda o requerimiento que deje de atender, a veces incluso durante la madrugada porque los allegados de los efectivos sudamericanos se olvidan de la considerable diferencia horaria. La mayoría de las consultas que llegan a la base militar Álvarez de Sotomayor se corresponden con información sobre los legionarios y también para conocer el trámite para enviar materiales y productos.
Díaz Pérez desenfunda su iPad cuando algún familiar no consigue establecer la comunicación con un legionario y rápidamente lo ubica a través de la base de datos y a partir de ahí se puede facilitar el contacto. Es la mejor receta contra la ansiedad e inquietud que suelen provocar las informaciones sobre incidentes y otros sucesos que generan serias dudas sobre la integridad de los integrantes del contingente español. Cada militar deja tres contactos a los que recurrir si fuera necesario y algunos alargan el listado hasta siete personas. El grupo de apoyo siempre está dispuesto cuando la tragedia se confirma. Una muerte o el ingreso en el hospital de uno de los familiares los activa y ayuda a los legionarios a sobrellevar el golpe anímico de la mejor forma mientras se tramita su regreso a casa.
El sargento Tomás Ballesteros recuerda que en 2008 estando en un despliegue en las montañas de Afganistán hicieron posible que se comunicara con su mujer a través de un teléfono vía satélite que se movilizó en helicóptero. Su pareja sufrió un aborto involuntario y sus compañeros hicieron posible que pudieran hablar y darle apoyo. Hoy es uno de los caballeros de la Brigada de Líbano y pone en valor que los que se quedan ayudan a sus familias. La vida de un militar no es fácil, son demasiados meses de separación, incluido en fechas tan señaldas como Nochebuena, y el apoyo de la familia legionaria es una pieza fundamental. El capitán Marcos Reyes, de la 6ª compañía de la VIII Bandera, asegura que los maridos y mujeres y los hijos de los militares que se quedan en casa son los “verdaderos héroes” por aguantar sus continuas ausencias. “Nosotros elegimos la vocación y sabemos que tenemos que estar fuera, pero ellos no eligen y echan de menos nuestra presencia”.
“Los compañeros que se quedan aquí están muy pendientes”
El capitán Marcos Reyes Rubio, uno de los oficiales desplegados desde noviembre en Líbano, tenía claro antes de partir que “la atención a las familias de los legionarios es constasnte y permanente para que nunca les falte información que pueda generar nerviosismo y angustia y para ayudarles en lo que necesiten”. A su juicio, uno de los pilares de cualquier misión es mantener tranquilia a la familia y pone en valor la importancia de los grupos de apoyo de cada unidad. “Los compañeros que se quedan aquí están muy pendientes y se les invitan a participar en actividades y videoconferencias con las que se lleva mejor nuestra ausencia”. Es más, el joven capitán destaca el papel de las familias. “Son los que nos dan ánimo y aliento cada día para que no decaiga nunca nuestra vocación por servir a España”.
De ahí la importancia de comunicar con pedagogía a los niños que “los queremos mucho y que vamos a volver pronto, pero que entiendan que es nuestro trabajo y cuando participamos en misiones de paz y evitamos conflictos bélicos es una manera de protegerles”. En el contingente de Líbano hay incluso un matrimonio que dejó en noviembre a sus hijos con una hermana aún teniendo la opción de no hacerlo, es voluntario al existir una normativa que les permite que se quede en casa si tienen personas a su cargo. Otros efectivos han tenido a sus hijos en plena misión y un cabo de la 6ª compañía lo vio nacer días antes de partir. La base está abierta para todos y organiza a lo largo de los seis meses de rotación varias actividades de convivencia que complementan el trabajo del grupo de apoyo.
De una videoconferencia el sábado se pasó a una excursión a la geoda de Pulpí este miércoles y en navidades también se volcaron en la Cabalgata de Reyes Magos con los hijos de legionarios. Gracias a la evolución de las tecnologías de la información, hay comunicación diaria con los desplegados, si bien los de Mali sufren restricciones al salir de la base por problemas de la red telefónica. Las llamadas van en función del ritmo de la misión y sirven de motivación para la tropa en momentos difíciles. “Tenemos teléfonos prácticamente en todas las posiciones y normalmente se encuentran diez minutos al día en los que hablar con la familia”. Son la retaguardia legionaria y ante cualquier problema siempre va a estar bien cubierta por los grupos de apoyo.
“Cuando uno se va ya sabe que su familia se sentirá arropada”
El comandante Pérez Díaz, jefe del Negociado de Personal y de la célula de apoyo a las familias, no puede separarse del teléfono. Es la persona que atiende en última instancia las dudas y consultas a través de una línea directa para las familias de los militares que están desplazados en misiones. De hecho, le entran llamadas de madrugada porque las madres y mujeres de legionarios de países sudamericanos a veces olvidan la diferencia horaria. “Hay enlaces en cada unidad y cuando se pide colaboración hay voluntarios que responden a la llamada. Cuando uno se va ya sabe que su familia se sentirá arropada aquí”, añade. Es la quinta vez que coordina este operativo y dispone de una base de datos en la que sabe en todo momento dónde se encuentran los efectivos desplazados. Es su principal arma, la información, lo que precisan las familias cuando encuentran en medios y redes publicaciones alarmantes sobre la integridad de los militares para que nunca se pierda la calma.
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