Un hombre hecho a sí mismo y que supo ver la importancia del agua

Lorenzo Belmonte es un sabio de campo y pionero en casi todo lo relacionado con el agua y la agricultura Sus innovaciones han puesto a Pulpí en el mapa agrícola mundial

Lorenzo Belmonte con el misnistro Arias Cañete, la delegada del Gobierno, Carmen Crespo, y el presidente de la Diputación Provincial, Gabriel Amat.
Lorenzo Belmonte con el misnistro Arias Cañete, la delegada del Gobierno, Carmen Crespo, y el presidente de la Diputación Provincial, Gabriel Amat.
Ricardo Alba Pulpi

13 de abril 2014 - 01:00

Lorenzo Belmonte es un hombre sabio como lo fue su padre al recomendarle, allá cuando la emigración, establecerse dónde hubiera agua "alrededor del agua un pueblo no pasa hambre". Ahora, hace unos días, le han dado un homenaje 'por toda una vida' cosa que principalmente suena a los Goya concedidos a la trayectoria de tal o cuál actor o actriz en fase de retiro a los que tan sólo les suena el teléfono para una proposición desvergonzada de cualquier operador de telefonía. Lorenzo Belmonte es un genio, de ahí la positiva extrañeza de un reconocimiento en vida cuando lo habitual en este país es darlo como muy pronto con el festejado de cuerpo presente. Sí, Lorenzo Belmonte es un genio, un Einstein de la lechuga. Don Albert sabía ver más allá de los números, don Lorenzo tiene el don de ver más allá de la lechuga, del agua y de la vida.

Es un adelantado a su época, en algún momento tratado de visionario, como le sucedió antaño con la cuarta gama de las ensaladas cortadas: "queríamos empezar antes, pero teníamos un estudio de viabilidad que no daba números positivos porque la distribución no estaba preparada para recibir la cuarta gama. Todavía quedaban muchas tiendas y camiones que no estaban preparados, entonces la cadena de frío se rompería y por eso no se comenzó antes". Cuando comenzó se le abrieron las puertas porque en su ingenio está el no ofrecer algo que otros ya ofrecen. "Yo he sido una persona que he corrido mundo y me ha gustado siempre preguntar a mis clientes: ¿qué le puedo hacer a usted que usted tenga interés y no se lo pueda hacer otro? Ésa es la pregunta. Y, después, hacer lo que otros no hacen, porque cuando se tiene un producto igual a otro lo único que hay que negociar es el precio. Cuando uno tiene un producto que los demás no lo tienen ya no solamente hay que negociar el precio, sino que tienes una preferencia". Esto, sin más, es de homenaje a una cabeza pensante sin haber pasado por Harvard.

A Lorenzo Belmonte, presidente de Primaflor, le han dado un homenaje. Tarde para algunos, pero se lo han dado que es lo importante, o sea, lo importante es que él puede saborearlo. Se lo pudieron dar cuando, en compañía de otros, trajo el agua a una tierra estéril "con los pueblos vecinos, con el resto de pueblos del Almanzora tuvimos la gran suerte de hacer una Junta Central de Usuarios y traer un trasvase de agua. Si no hubiera sido posible conseguir el objetivo que tenía la comarca, nos hubiéramos tenido que plantear el estar en otra zona o no existir". Por lo menos, por lo menos, un homenaje a un gran hombre al que acompaña la humildad, el compartir el éxito, dar a cada uno su papel.

La vida de Lorenzo Belmonte da para una película. En el guion hay capítulos para la aventura, el amor a la familia, el trabajo sin descanso, el esfuerzo, la agricultura, ay, don Lorenzo, la agricultura "no es que los españoles no queramos ser agricultores, es que a los niños les inculcamos lo contrario. En el entorno familiar les decimos a los niños que como no sean buenos estudiantes, van a tener que ir a trabajar al campo. Entonces, estamos diciéndoles que el campo es algo malo y yo creo que habría que cambiar la mentalidad. Cualquier país que no tenga agricultura le está faltando algo. Mire, nosotros somos pequeños en agricultura, pero somos un país eminentemente agrícola; entramos en Europa pensando que éramos la huerta de Europa y no podemos perder esa condición, que la perderemos si la generación que está estudiando, que está saliendo ahora de las universidades, no quiere dedicarse a la agricultura. Es lo contrario que están haciendo en otros países, por ejemplo Holanda, que es un país relativamente pequeño, muy frío, y le están sacando un gran partido a la agricultura porque la han tecnificado. Allí, trabajar en unos invernaderos de tomates o de pimientos o de flores, es como el que trabaja en una oficina. Creo que ahí es donde debemos mentalizarnos, en que la agricultura, los trabajos de las hortalizas, las frutas, con los medios de producción tan tecnificados de hoy, son trabajos como pueden ser otros". Sí, don Lorenzo, sí, pero ya sabe.

Y tanto que don Lorenzo sabe, más que un ministro cuando un ministro se deja caer por estos territorios, boquiabiertos los deja. Sabe Lorenzo Belmonte de la generosidad, de la necesidad, porque es un sabio de campo y conoce los malos trances. Ha sido pionero en casi todo lo relacionado con el agua y la agricultura, también en la solidaridad con sus huertos familiares que los mira con el cariño del hombre que ha arrancado tesoros con sus manos a tierras quebradas de tanta sequía. Don Lorenzo, a usted le han dado un homenaje, usted ha dado vida a esta tierra. Gracias.

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