Almería

El ocaso de la industria almeriense

  • Es la provincia de la península con menor porcentaje de ocupados, un 4,9% frente al 27,3% de Álava

  • Hace una década había 27.900 trabajadores en el sector secundario, hoy sólo son 13.900 empleados

Uno de los técnicos de la central térmica de Carboneras que cerrará el próximo año

Uno de los técnicos de la central térmica de Carboneras que cerrará el próximo año

La llama de la industria se apaga en la provincia. Fábricas y centros de producción, pujantes antaño en puestos de trabajo y riqueza, son hoy un desfigurado esqueleto por la inactividad y el paso del tiempo. Hace exactamente un año ahora se conocía el ERE que condenó al cierre a la cementera de Gádor y esta semana se conocía el futuro incierto de una central térmica de Carboneras que ha dejado de ser competitiva porque la transición energética y normas comunitarias fuerzan a aparcar el carbón.

En la del Bajo Andarax se trabaja en el desarrollo de cinco proyectos de reindustrialización (explotación de mármol, plantas de hormigón y áridos, parques solares y centro de tratamiento de residuos agrícolas) con los que paliar en la medida de lo posible el impacto económico del cierre estimado en 20 millones de euros y laboral por la pérdida de cien empleos en plantilla y otros 400 indirectos. En la de Carboneras hay 148 trabajadores y otros 250 de las subcontratas. A pesar de que se estudian alternativas basadas en las energías renovables y de las presumibles “recolocaciones”, son dos duros golpes al bajo nivel de industrialización de una provincia que está a la cola de la península en el porcentaje de empleados en este sector.

14.000 trabajadores menos tiene hoy el sector secundario en la provincia que en el último trimestre de 2009

Apenas el 4,9% de los ocupados en la provincia pertenecen a las empresas del segmento industrial frente al 22,7% de la agricultura y casi el 68% de los servicios. Sólo la construcción tiene menor peso en este nuevo escenario socioeconómico de los municipios almerienses que ha sufrido importantes cambios en la última década. En 2009 tanto la industria como la construcción se elevaban por encima del 10% y el resto se lo repartían la agricultura con un 13,5% de los trabajadores y un 66,3% de los servicios en los que se incluye el manipulado que operan las cooperativas y alhóndigas del agroalimentario.

La industria ha retrocedido un 5% en la distribución de ocupados y su representatividad es la más baja de la península a años luz de la que tiene en Álava (27,3%), Burgos (27%) y Navarra (25,6%). Sólo en Ceuta (4,5%) y Melilla (2,5%) y en la isla de Santa Cruz de Tenerife (4,4%) se registra una menor proporción de trabajadores en este segmento, una coyuntura productiva que dista mucho de la que marca la Unión Europea en su Estrategia 2020.

Trabajadores en la fábrica de cemento de Gádor antes de su cierre el pasado año Trabajadores en la fábrica de cemento de Gádor antes de su cierre el pasado año

Trabajadores en la fábrica de cemento de Gádor antes de su cierre el pasado año / Rafael González

Más allá del distanciamiento del sueño económico europeo y sus pautas de crecimiento sostenible, la crisis sistémica de la industria en la provincia está generando un retroceso en el empleo cualificado que durante la última década se han tenido que reciclar para dar el salto a otros sectores con mayores posibilidades o hacer las maletas. Entre 2009 y 2019 se han perdido más de 14.000 puestos de trabajo con un máximo de 27.900 empleos en el último trimestre de 2009 y un mínimo en esta serie en el primer trimestre de 2014 con 7.400. Si se mira con perspectiva, en el último lustro el saldo es favorable, si bien en 2017 había 16.600 trabajadores en la industria y hoy son 13.900.

La radiografía empresarial de la provincia que vienen realizando la Cámara de Comercio y Asempal no ha dejado de alertar del déficit estructural del sector secundario y han planteado la necesidad de implementar un plan estratégico para la industrialización a través de políticas de impulso con las que favorecer actividades de industria auxiliar de la agricultura, mármol, tecnología alimentaria, energías renovables y agua, biotecnología, logística y cinematográficas.

“Desde Asempal planteamos el impulso de la actividad industrial con medidas con las que revertir esta situación que nos encaminen a los objetivos marcados por la UE. Almería necesita un plan para su industrialización que sea acorde con los retos de la Agenda 2030 y que genera valor y riqueza local para luchar, por ejemplo, contra la despoblación”, argumenta José Cano, presidente de la patronal. Y en esa cruzada llevan ya años, la trasladaron incluso a la Mesa de las Infraestructuras, firmando un convenio de colaboración con la Cámara de Comercio y Cajamar en el que iban a sentar las bases de una futura hoja de ruta. Arrancó en 2016 cuando sólo el 7% del PIB provincia procedía de empresas de la industria, principalmente del agro y la piedra natural.

Hoy esa contribución es menor y Almería ya está a la cola del país. “Por cada empleo que se crea en la industria se generan dos puestos de trabajo en servicios vinculados”, asegura el presidente de la Confederación Empresarial. De ahí que se hayan iniciado nuevos proyectos como la Inversión Territorial Integrada (ITI) con la Diputación, vinculada a la especialización en agua, energías renovables y alimentación. “La ITI está concebida como herramienta con fondos y ayudas europeas, con la que dar respuesta al problema estructural de la falta de recursos hídricos y abriría oportunidades económicas a la industria en la provincia”. Otras medidas que se plantean desde la patronal almeriense son la transformación digital de pymes industriales, más recursos para la innovación e incentivar la llegada y creación de empresas. Pero necesitan a las administraciones y planes contundentes con los que poner freno al ocaso de la industria almeriense.

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