Una jueza de récord a los 23 años: la almeriense Mónica Ortiz aprueba la oposición en solo 18 meses

Se examinó el mismo día de su cumpleaños y logra una plaza tras una preparación "exprés" en la que compaginó el estudio intensivo con la equitación para despejar la mente

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Mónica Ortiz Miranda. / D.A.

31 de diciembre 2025 - 09:53 Actualizado: 31 de diciembre 2025 - 12:15

Mónica Ortiz Miranda ha roto todas las estadísticas habituales de una de las oposiciones más duras de la administración española. Con tan solo 23 años —cumplidos literalmente el día de su examen final en el Tribunal Supremo—, esta joven se ha convertido en jueza tras una preparación de año y medio, un tiempo extraordinariamente breve para un proceso que suele demorarse una media de cinco años.

Su método ha combinado una disciplina férrea con la capacidad de desconexión a través del deporte. Lejos de encerrarse herméticamente, Mónica mantuvo su práctica de equitación durante todo el proceso, una vía de escape que, asegura, fue clave para mantener la salud mental. Hija de abogada y con una vocación que osciló entre la Medicina y el Derecho, tiene claro que su futuro pasa por la carrera judicial y no por la fiscalía, con la mirada puesta en especializarse en Mercantil y, a largo plazo, ejercer en Andalucía.

Ahora, antes de recibir su primer destino y tras celebrar el aprobado con su familia y su preparador, se enfrenta a la fase de formación en la Escuela Judicial. Su historia es un mensaje de aliento para otros opositores: la demostración de que, con organización y apoyo, el "infierno" del opositor puede tener un final feliz mucho antes de lo esperado.

ENTREVISTA | Mónica Ortiz Miranda

P. Con 23 años, eres una de las juezas más jóvenes de España. ¿La vocación por la judicatura te viene de lejos o surgió durante la carrera de Derecho?

R. Es un poco gracioso, pero ya desde cuarto de la ESO, edad en la que tenemos que decidir qué rama queremos cursar para en un futuro escoger carrera en la universidad, siempre he estado entre Derecho y Medicina; es decir, lo opuesto por ramas y al mismo tiempo, desde mi opinión, lo mismo, pues la finalidad sigue siendo ayudar dentro de lo posible a la gente.

Volviendo a la pregunta, puedo decir que desde entonces ya tenía una idea de que si acababa estudiando Derecho —pues hice el Bachiller Sanitario para no cerrarme puertas—, una de las opciones que tenía clara era estudiar la oposición a Judicatura o Notaría, aunque después de la carrera, ahora sí más por vocación, acabé escogiendo la primera.

P. ¿Tienes antecedentes jurídicos en tu familia o eres la primera en abrir este camino? ¿Qué figura o qué experiencia te inspiró para elegir este lado del estrado y no la abogacía?

R. Sí, en mi caso tengo a mi madre que es abogada, algo que también influyó en que decidiera estudiar la carrera de Derecho.

Aun así, realmente no he tenido ninguna experiencia que me haya hecho decantarme por la oposición, más allá de que siempre me haya gustado el papel de los jueces en alguna serie que haya visto o que ya me inspirase respeto y admiración desde la ESO, cuando ya pensaba a qué aspiraba en el futuro.

P. ¿Qué es lo que más te atrae de la función de juzgar? ¿La búsqueda de la verdad, la aplicación de la ley, el servicio público...?

R. En mi caso, además de poder ayudar dentro de lo posible a la gente, me gusta la idea de poder descubrir la verdad de los casos y poder decidir así conforme a lo que estime más justo para cada caso concreto.

P. Sacar la plaza con esta edad implica una preparación muy intensa y breve. ¿Cuándo empezaste a preparar y cuánto tiempo real te ha llevado conseguir el apto final?

R. En mi caso empecé a preparar seriamente con mi preparador a principios de junio, si bien anteriormente ya había adelantado algunos temas cuando tenía tiempo libre de las prácticas de la universidad y el TFG, siendo así que el 21 de octubre saqué la plaza tras año y medio de preparación.

Mónica Ortiz tuvo en la equitación una vía de escape durante su preparación. / D.A.

P. Descríbenos un día normal en tu vida durante la preparación. ¿Cuántas horas estudiabas al día? ¿Cómo gestionabas el descanso?

R. Mi día a día en la oposición era un poco caótico, pues intentaba ser lo más eficiente posible. Así, me levantaba a las 7:20 (dependiendo de si tenía algún concurso, pues compito en equitación, adelantaba la alarma esa semana a las 6:45) para ponerme a estudiar a las 7:30.

Después, a las 11:30 cerraba todo y me iba corriendo a montar a caballo, tomándome el descanso que muchas veces necesitaba pues eran 4 horas aprovechadas e intensas. Por la tarde, dependiendo del día y si necesitaba echarme una pequeña siesta o no, empezaba a las 15:30 o 16:00 h —también dependiendo de si ese día tenía cante o no— y hacía el turno de tarde hasta las 19:30, que terminaba el día de estudio para ir al gimnasio.

En verano, en cambio, por cuestiones climatológicas, hacía toda la sesión de estudio del tirón empezando a las 8:30 y terminando a la 13:30; descansaba dos horas y luego me ponía otra vez de 15:30 a 18:30, dejándome el resto de la tarde libre.

En cuanto al descanso, a pesar de poder compaginar montar a caballo e ir al gimnasio, era lo primero lo que conseguía que desconectara de la oposición un par de horas y lo que me motivaba en los días que inevitablemente tenemos a lo largo de este camino. Teniendo en cuenta que ese momento, más el día libre, intentaba no pensar en nada de la oposición, pues así notaba al día siguiente que mi mente estaba más fresca y predispuesta a la semana de estudio que seguía.

P. A los 20-23 años, la gente suele estar disfrutando de una vida social activa. ¿Qué ha sido lo más difícil de sacrificar durante este tiempo? ¿Has sentido que te perdías algo de tu juventud?

R. En mi caso, al haber durado año y medio la oposición, no siento que haya sacrificado tanto mi juventud, pues además el verano que estaba empezando me cogí una semana de vacaciones y me fui de viaje. Pude salir con mis amigos los días que me apetecía (de los libres que me cogía), además de haber podido disfrutar la mayoría de fiestas de Navidad con mi familia e incluso la gran parte de eventos de familia o de amigos.

Aun así, es cierto que este último verano, preparando el último examen, el cansancio era tal que apenas me apetecía quedar o hacer mucha vida social; mi cuerpo me pedía que ese día libre que tenía lo aprovechara para tomar el sol, disfrutar de la naturaleza y descansar. Ahí sí sentí más que sacrificaba parte de esa “juventud” idealizada de estos años, aunque obviamente al ser voluntario no le hacía mucho caso al sentimiento.

P. Para quien no lo sepa, el examen oral (cantar los temas ante el tribunal) es la parte más temida. ¿Cómo viviste esos momentos de tensión suprema? ¿Tenías algún truco para controlar los nervios?

R. En mi caso el primer examen oral fue catastrófico debido a la presión, los nervios, la suerte que no estuvo muy a mi favor y a que tampoco sabía cómo gestionar tantas emociones a niveles tan altos.

Para el segundo examen ya iba preparada, ya tenía el conocimiento que la mayoría adquiere conforme va presentándose a estos exámenes y es que los temas que menos quieres que te caigan te van a caer; así que en el segundo examen oral yo ya iba preparada y además reforzada en esos temas que más odiaba y que finalmente me terminaron cayendo.

Aun así, además de la preparación más concienzuda, el día del examen lo que más me sirvió fue saber controlar los nervios y la ansiedad por medio de la respiración, aunque también he de decir que iba menos nerviosa al saber cómo se iba a desarrollar todo el momento “pre-examen” y al sentir que iba mejor preparada.

Luis Miguel Columna ha sido el preparador de la jovencísima juez. / Carlos Barba (EFE)

P. ¿Qué papel ha jugado tu preparador en este éxito? ¿Es tanto un guía jurídico como un apoyo psicológico?

R. Siempre he dicho y siempre diré que el 80% de mi aprobado es gracias a mi preparador. A pesar de que yo comenzara con él y haya sido todo muy lineal, tras haber escuchado experiencias de otros compañeros, puedo confirmar que mi preparador es muy, muy bueno. Además de darnos la mayor parte del temario hecho —algo que yo he notado la diferencia un montón con respecto al temario que me he estudiado de otros autores—, en mi caso, Columna (Luis Miguel Columna, presidente de la Audiencia de Almería) siempre ha estado ahí para lo que necesitara, tomándome cantes los días festivos e incluso los domingos por la tarde, siempre adaptándose a mis necesidades y a los malabares que hacía con el tiempo para poder llegar a todo.

Es por esto que pienso que la figura del preparador es muy importante, pues sin un preparador que se preocupe por tu bienestar (en este caso más mental), es muy difícil llegar en condiciones óptimas a este tipo de exámenes, más allá de necesitar psicólogo [...] puesto que al final somos humanos y una oposición como esta desgasta mucho. [...] En mi caso, yo me exigía de más y era él quien me tenía que decir que frenara porque se me veía cansada de más.

P. Llévanos al momento exacto en que te dijeron que habías aprobado. ¿Dónde estabas? ¿A quién llamaste primero? ¿Qué sentiste?

R. Ese día estaba en el Tribunal Supremo, como todos mis compañeros, esperando a que el tribunal que decidía si seguía un año más encerrada estudiando o no saliera por la puerta.

En mi caso se juntó que justo el día que me examinaba cumplía los 23 años, así que como imaginarás, cuando el tribunal me dio el aprobado, mi madre, su pareja y yo estallamos de la emoción, pues además la compañera de mi tribunal y la compañera que se preparaba con mi preparador también habían aprobado. Ese sentimiento de ver a gente “cercana” aprobar contigo es muy especial, muy emocionante, y ya después de eso toda mi gente cercana terminó enterándose y no me dio tiempo a llamar a nadie porque ellos mismos llamaban para celebrar ambos eventos.

En mi caso no era capaz de creerme la situación, de hecho tardé un tiempo en creerme que había aprobado y que ya era jueza. Además de la felicidad y la emoción de haber aprobado, sentí un alivio inmenso; alivio porque había conseguido mi objetivo, alivio por saber que la etapa más dura ya había acabado y alivio por no haber defraudado esas expectativas que tanta gente tenía puestas sobre mí.

P. Ahora te espera una etapa de formación práctica en la Escuela Judicial. ¿Qué esperas de esta fase antes de recibir tu primer destino oficial?

R. De esta etapa espero aprender mucho y recibir la formación suficiente para poder ejercer correctamente la función que se nos encomienda al ostentar esta posición. Aunque sé que va a ser una etapa de mucho trabajo, también sé por otros jueces que es una etapa muy bonita donde conoces a tanta gente que ha pasado por tu misma experiencia, que ayuda a disipar esos años malos que duran en muchos casos esta oposición y permiten volver a hacer y, sobre todo, comenzar a disfrutar la vida de nuevo.

P. Aunque al principio toca lo que toque, ¿en qué jurisdicción te gustaría especializarte en el futuro?

R. Aunque creo que hasta que no ejerza no puedo decidir con certeza, pienso que me gustaría especializarme en el área de Derecho Mercantil, pues es una materia que me llamó mucho la atención durante la carrera y que en la oposición, a pesar de que no me gustara mucho porque me tocó estudiarme los temas de prisa y corriendo, a vista pasada sigue siendo materia que me llama mucho la atención.

P. Al ser una oposición conjunta, ¿tuviste claro desde el principio que querías ser Juez y no Fiscal, o la decisión fue difícil?

R. Definitivamente yo siempre he sabido que quería ser Juez, pues como bien he comentado desde 4º de la ESO ya sabía que quería ser o juez o médico, y luego durante la preparación de esta oposición nunca he llegado a contemplar escoger fiscal.

P. ¿Te gustaría desarrollar tu carrera en tu tierra (Almería/Andalucía) o te atrae la idea de moverte por otros tribunales de España?

R. Siendo sincera, en vistas al futuro sí me gustaría terminar desarrollando mi carrera profesional dentro de Andalucía, pues estoy muy orgullosa de mi tierra y sé que a futuro me gustaría instalarme definitivamente aquí.

Ahora bien, quitando esto sí es cierto que me gustaría ejercer algunos años fuera, pues me parece una oportunidad que este tipo de oposiciones brinda y que no debería desperdiciar, al ser experiencias que no viviría de otra forma.

P. ¿Dónde te ves profesionalmente dentro de 10 o 15 años? ¿Te ves llegando al Tribunal Supremo o prefieres la justicia "de trinchera" en los juzgados de instrucción?

R. Personalmente creo que hasta que no empiece a ejercer no puedo responder esta pregunta con plena convicción, aunque pienso que me gustaría más quedarme en los juzgados de instrucción, pues considero que el trabajo es más cercano al caso concreto.

P. Ahora que recuperas tu vida, ¿qué aficiones estás deseando retomar? ¿Quién eres cuando no estás hablando de leyes?

R. En mi caso no he dejado realmente muchas aficiones de lado con la oposición, pues durante esta he seguido montando a caballo y es algo que estoy decidida a mantener durante esta etapa de preparación. Pero sí que es cierto que una vez finalizado todo el desgaste de la oposición, he vuelto a hacer deporte, como ir al gimnasio (que tuve que dejar en la preparación al segundo examen oral por cansancio) o natación, y sobre todo he vuelto a disfrutar la lectura, gusto que he tenido desde muy pequeña y que en definitiva me ha ayudado mucho en la oposición, pero que en este caso por cansancio mental dejé de lado gran parte de lo que duró esta oposición.

P. ¿Qué le dirías a otros jóvenes que están ahora mismo encerrados estudiando una oposición o que se plantean empezar?

R. A los que están ahora mismo preparándose una oposición les diría que persistan, que al final el esfuerzo merece la pena. Como bien dice mi preparador, puedes estar 2, 5 o 7 años, pero una vez apruebas y consigues plaza, ya eres (en este caso) juez o fiscal para toda la vida, y eso es algo que da una paz inmensa además de que te permite trabajar de algo que en un principio es lo que te gusta.

A los que se plantean empezar les diría que se lancen a la piscina, siempre y cuando hayan sopesado las distintas opciones de futuro que tienen y esta opción es la que de verdad quieren y eligen [...] No conozco todavía a ninguna persona que haya aprobado, para Judicatura, Notaría, Policía, etc., que se arrepienta de haber iniciado este camino [...] Personalmente pienso que el tiempo de oposición es un periodo que nos permite descubrirnos a nosotros mismos y madurar para los eventos que nos depara el futuro.

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