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En cuanto le pusieron sobre su pecho a la niña recién parida, Catalina supo que su hija era especial. "¿Qué le pasa a mi hija que no tiene la cara como sus hermanos? En ese momento sentí miedo, el miedo me duró unas cuantas horas. Es como sentir que no lo vas a poder sacar adelante. Cogí a la niña, la desnudé, la puse encima de la cama: tenía pies, dedos, ojos, tenía todo; esa fue mi reacción, desnudar a la niña y ponerla desnuda encima de la cama ¿Qué pasa? ¿Que tiene síndrome de Down?, pues tiene síndrome de Down". Catalina Flores Morales adora a su María del Mar, como la aman sus hermanos y su padre. "Cuando me la colocaron encima mi hija me cogió, son unos sentimientos muy especiales. Ella ha nacido así y no tiene culpa, es mi niña. A algunas madres les cuesta más que a otras superar situaciones como estas, tener niños con discapacidad, y hasta que no aceptan y asumen lo que tienen en su casa, no pueden ser felices". Así, bajo esta premisa, conseguir la felicidad familiar plena, concibió la Asociación Amigos Discapacitados, ASADIS, "en los Gallardos hay nueve niños. Unas madres llevaban a sus hijos a Pulpí, otras a Olula del Río y creí conveniente poner en marcha la Asociación. ¿Si hay reparo? Pues sí, todavía existe reparo a decir que tu hijo tiene discapacidad". El Ayuntamiento de Los Gallardos tiene cedido un local a ASADIS porque no reciben ninguna ayuda, ninguna subvención.
Un energúmeno director del Colegio le sentenció a Catalina Flores que 'no quería tontos en su escuela'. A Catalina, con su hija María del Mar en los brazos, intentaron consumirle el alma con el cerrojazo de la puerta del colegio durante meses. "Día tras día me venía a la puerta de la escuela con mi hija en brazos y entraban los demás chiquillos, a nosotras nos cerraban la puerta. Yo venía todos los días con mi hija a las nueve de la mañana. Hubo momentos en los que pensé que mi hija no entraría en el colegio. Y allí empezó una lucha para mi terrible, hasta que la niña entró".
Cada día, uno tras otro, Catalina escribía al Defensor del Pueblo. El Defensor salió en su defensa al igual que el entonces delegado de Asuntos Sociales, Luis López. "Yo, a todo el que sabía que me podía echar una mano, lo llamaba y Luis López fue contarle la historia y al mes ya estaba la niña en la escuela. Fue muy duro. El que entonces era Director me decía en la puerta que si no me daba cuenta que mi hija era subnormal y yo aguantaba el tipo sin llorar delante de las madres. Mi marido entonces trabajaba mucho y lo que pasa es que a mi me pueden decir de todo, que yo aguanto, pero si a él le dicen algo de su hija, salta. Adora a su hija, no puede oír a nadie que le diga una mala palabra". La crueldad humana no tiene límites, pero sí se le puede poner cara, nombre y apellido. Catalina susurra que "estas cosas no deben de pasar. Los niños no saben de estas cosas, son pequeños, pero se sufre mucho con estas situaciones. Se cambió de Director, ahora tenemos a Manuel Iglesias, una persona con conocimiento". Ella, Catalina Flores Morales, se dedica a criar a sus hijos, dos mayores y María del Mar que este año va a Asprodalba. Trabaja en el colegio de Los Gallardos y cocina a domicilio. Su especialidad son las patatas a lo pobre. Tiene a su marido en el paro. "Él se dedica a ayudarme en la casa y yo trabajo donde puedo. María del Mar no es un problema, es una maravilla tenerla. No me siento desgraciada porque tengo a una hija con discapacidad, para mi ella es mi vida". Los viernes, Catalina se va con María del Mar a un karaoke. "Sí, vamos a un bar de los ingleses y ella canta allí, yo también. La primera vez me temblaban las piernas. María del Mar tiene una edad para salir y le gusta y 'mira ése chico que guapo, mamá; en Asprodalba ha habido un chico que me ha dicho guapa y me ha dicho que le diera un beso'. Son 18 años. Tiene su retraso, pero hay cosas que van con la edad". Catalina asegura que "ellos, a su manera, son felices. Cuando voy a Asprodalba, veo a los niños que están internos y noto sus caras de felicidad. Los cuidan, los miman. En el Colegio de los Gallardos, los niños con necesidad de educación especial están muy bien".
Catalina, ¿piensa alguna vez en cuándo usted no esté? "El gran temor de las madres de estos niños es que cuando ellas fallezcan, qué va a ser de mi hijo. Ese miedo se tiene, pero hay que creer en la familia. Yo pienso que mis hijos no van a abandonar a su hermana. No me quita el sueño el día de mañana. María del Mar está ahora en un centro, va por la mañana y va por la tarde. Si el día de mañana tiene que estar más horas, pues los centros están para eso. Hay quienes dicen: cuando yo me muera que se muera mi hijo también; pero yo no, no quiero que mi hija se muera, alguien la cuidará. Creo en la gente, en las Instituciones". A pesar de que hubo gente que le escupió en la cara que 'no quería tontos en su escuela'. Pero también hay personas como la fisioterapeuta Sandra Ramírez o la logopeda que viene desde Huércal-Overa, que dedican parte de su tiempo y mucho de su cariño a los niños discapacitados de la Asociación Amigos Discapacitados, de Los Gallardos.
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