"La mató con su hijo en el regazo"

La hermana de la fallecida dice que el detenido cometió el homicidio "porque era racista" y que el otro hijo del matrimonio "está dislocado de sedantes" · Asegura que "si el muerto fuera el payo hoy todo estaría quemado".

Redacción

28 de julio 2011 - 07:36

La noche del pasado martes en Palomares se respiraba aire verde oscuro Lorca. En el día de ayer la intensa luz solar disimulaba las sombras bajo los ojos de una nocturnidad en vela. Había luto puesto sobre las camisas blancas de los hombres arremolinados en la tapia frente a la casa de la pena de una familia que ya no es. Padre, madre e hijo se quedaron debajo de la luz de una farola a la vuelta de la esquina de una calle de tierra, justo donde comienza el asfalto, donde sobre el gris cayeron estampas rojas de sangre gitana.

"Se están diciendo muchas mentiras en la televisión y en los periódicos", dice José, al que se le adivina la mirada tras las gafas de sol.

Amalia, la hermana de la madre muerta, sale de la vivienda sostenida por amigas y familiares. El dolor cansino apenas deja que camine. Cuenta, sin decir el nombre de quién dio muerte a sus familiares, que su sobrino "discutió un día antes con este hombre, pero sin llegar a las manos. Ese hombre es un racista, no puede ver a los gitanos, ni su padre, dicho por todos los de aquí". Amalia toma aire mientras el corro de amigas y familiares intentan animarla. "Un hombre de cuarenta y pico años", prosigue Amalia, "tuvo palabras con un niño de diecinueve y mi sobrino no lo tomó a mal, que no avisó a la familia. Por la tarde, mi hermana estaba haciendo de comer sin saber nada de ninguna disputa y vino aquí el hombre a la casa de mi hermana con un coche".

Amalia narra que le han dicho que iba cargado de armas. "Entonces le dijo a mi sobrino: sal que te voy a pegar un tiro y te voy a matar a ti y a tu padre. Mi sobrino le preguntó: ¿A mí me vas a pegar un tiro?. Y salió corriendo detrás del hombre hasta que llegó al coche de donde sacó la pistola y le pegó el tiro. El hombre se subió al vehículo y en esto llegó el padre de mi sobrino, le dio golpes en los cristales, y le dijo: ¿Qué has hecho con mi hijo?, y desde el mismo coche le pegó otro tiro".

Amalia se seca las lágrimas, y prosigue: "Mi hermana salió corriendo detrás del hijo para frenarlo. Cuando llegó se agachó para cogerle a él y a su marido, que ya estaban en el suelo, y el hombre tuvo pantalones antes de irse de bajarse del coche y matarla con muchos tiros en la cabeza".

Amalia respira profundamente y dice que se ha enterado por los periódicos que "hace cuatro o cinco años, que no sé si será verdad o no, que tiene una denuncia un sobrino mío por coger sandías de esta gente. No creo que por las sandías de hace cuatro años vengan a matar a una familia entera. Esto es lo que no me entra en la cabeza".

"Nosotros no somos personas de pelea, ni de nada de eso, ¡cómo nos vamos a vengar! Muy mal está como está saliendo en todas las televisiones, que el hombre se ha entregado cuando le ha pillado la policía en Garrucha, que la policía de Vera me lo ha dicho esta mañana", asegura Amalia, al tiempo que insiste en que espera que ahora no cambien la versión.

De cuando en cuando, alguno de los presentes mete baza: "Si hubiera sido al revés, si hubiera muerto el payo, hoy todo esto estaría quemado y con toda la Guardia Civil aquí". Otro tertuliano se queja de que "estamos escuchando muchas cosas feas que no nos gustan y estamos muy dolidos, por eso no queremos ver televisiones ni periodistas, porque no están diciendo la verdad porque somos gitanos". Dicen que lo sucedido no es el Sálvame de las televisiones.

Es verdad, los alrededores del Cabezo de Palomares están repletos de unidades móviles de televisión. Amalia no puede más, se nota su esfuerzo: "Tenemos una pena muy grande, eso es una cosa que no puedo explicarlo y es una pena que mi sobrino se culpa por haberse enfadado con este hombre y ahora le echan basura encima de robos de sandía de hace cuatro años. Este hombre, ¿en qué estaba pensando?. Esta mañana, a primera hora, la jueza nos dice que si mi sobrino no va a declarar, que no verá a su madre y a su padre cuando les traigan. Mi sobrino está dislocado de sedantes, hemos tenido que llevarlo a la jueza engañándolo. No sabemos ni lo que ha declarado porque el niño está mal, no hemos llevado ni abogado, no hemos llevado a nadie porque no sabemos ni entendemos de justicia ni de nada. Somos pobres y no entendemos de nada", relató Amalia.

"Todos los vecinos lo saben", tercia Amalia, "porque lo vieron que hizo una masacre, cuando se bajó del coche y dijo que al que se moviera lo mataba. Aquí había dos niñas de tres y cuatro años que son las nietas y al salir corriendo las dejaron en la casa, que si las niñas salen también las mata", concluye la hermana de la fallecida.

José, interrumpe y dice: "Estaban muriéndose las criaturas y él estaba esperando que llegara más gente para seguir matando. Este hombre ha venido a casa de una familia a matarla. Esto no se ha visto en el mundo de la historia y luego se lee en los periódicos que se ha entregado y no es verdad, le han cogido en Garrucha. Han cogido a su padre, que le aconsejaba que matara, porque el padre es un hombre muy racista conocido aquí". Y anima a Amalia a que cuente cómo era su hermana.

Amalia solloza sin descanso: "Mi hermana ya muerta, tiene la casa llena de santos, era de las que se tiraba el día rezando, ayudaba a mucha gente, venía gente de muchos sitios y traían su foto cuando estaban en fase terminal de cáncer y se la ponían a un santo que ocupaba una pared entera; 'toma pelo y rézale tú' le decían y ella no sé si hacía algo o no, pero no cobraba nada porque tenía la fe muy grande. La conocían en todos los sitios del mundo porque ella creía mucho en Dios. Venía mucha gente para que le quitaran el mal de ojo. Ella los tocaba y se lo quitaba, todo el mundo la quería porque era una mujer muy buena. Así de sencillo, era una muy buena mujer".

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