Narcolanchas, petacas y nudistas en la costa de Vera
La playa de la Charca del Gato, en las inmediaciones de Natura World, amanece con una planeadora de dos motores y medio centenar de garrafas de gasolina en la orilla
La costa nijareña: del asedio pirata al refugio de los petaqueros y narcos
Las calas del parque natural de Cabo de Gata-Níjar que recibían siglos atrás las incursiones de piratas y bucaneros hacia las minas de oro y plomo del valle de Rodalquilar son escenario en los últimos años de trayectos y concentraciones de todo tipo de embarcaciones rápidas que se refugian de los temporales. Las mafias del triple negocio de la inmigración ilegal, el tráfico de hachís y el petaqueo en el mar de Alborán invaden las playas paradisiacas del primer parque marítimo-terrestre de la región con el consiguiente daño para la conservación medioambiental y su vital proyección turística, al tiempo que en la comarca del Poniente vienen proliferando los narcoembarcaderos entre Guainos Bajos y Guardias Viejas y no ha dejado de expandirse la industra auxiliar del petaqueo.
Narcolanchas al cobijo del temporal, algunas incendiadas en la orilla tras completar alijos o persecuciones, y garrafas con residuos de combustible se han convertido en una huella de las redes delictivas cada día más presente en la costa de Almería. El litoral de la provincia se ha convertido en un punto estratégico para el avituallamiento y fondeo de las narcolanchas y durante las últimas semanas la actividad de las mafias se ha extendido más allá del mar de plástico y los límites del parque natural. La playa nudista de Vera, en las inmediaciones de la Charca del Gato y Natura World, amaneció ayer con una planeadora de dos motores y casi medio centenar de petacas de 25 litros cargadas de combustible.
Un desembarco frustrado por avería o presión policial ha dejado encallada en la orilla una semirrígida de alta velocidad, del tipo ‘go fast’, que sorprendía a los bañistas antes de ser retiradas por la empresa concesionaria del servicio. Era una estampa captada por los vecinos, muy poco habitual en la zona oriental del levante almeriense, con la planeadora sobre la arena, con las garrafas llenas de gasolina y los nudistas autóctonos y de cualquier parte del mundo disfrutando del mar mediterráneo como hacen cada día. Los avistamientos de narcolanchas en sus desplazamientos son ya comunes -hay cientos de vídeos virales en las redes sociales- a lo largo de los más de 200 kilómetros de litoral almeriense, pero no tanto, al menos en esta zona, el hallazgo de embarcaciones abandonadas a su suerte junto a la orilla. La cruzada de la Guardia Civil y Vigilancia Aduanera contra la actividad marítima de los narcos es permanente, pero no es nada fácil interceptar una embarcación de tres y cuatro motores de 300 caballos y 14 metros de eslora que vuelan a 60 nudos.
Aún así, en los últimos meses se han producido varias operaciones contra el petaqueo como la desarrollada a finales de junio en Mojácar cuando se pudo intervenir una furgoneta y una semirrígida con el arresto de dos personas o a principos de este mes con la detención de tres varones, de 23, 26 y 47 años que tripulaban otra neumática de alta velocidad cargada con 1.825 litros de combustible distribuidos en 73 garrafas. El estrangulamiento y presión policial que sufre la actividad de estas mafias en el Estrecho está desplazando las estructuras operativas y logísticas hacia el mar de Alborán y las playas de Almería, sobre todo a las calas de un parque natural que, por su orografía y difícil acceso, se ha convertido en testigo directo del fenómeno delictivo al alza que más preocupa: el petaqueo. Las incautaciones de hachís han caído al mínimo histórico en el último ejercicio, pero las petacas se multiplican y han invadido la costa almeriense.
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