La nueva vacuna del alzheimer "es un gran avance tecnológico"

"Es un gran avance tecnológico y un modesto avance terapéutico". Así ha definido el doctor Ramón Cacabelos la nueva vacuna contra el alzheimer que él mismo ha creado junto a investigadores del centro EuroEspes de La Coruña que dirige.

Cacabelos ha señalado "que después de más de 30 años de investigaciones buscando soluciones ha llegado esta nueva vacuna que previsiblemente pueda frenar el desarrollo de la enfermedad en más de un 30% de la población susceptible de padecer alzheimer". El doctor ha detallado que hay más de 200 genomas responsables de esta patología. "Hemos cogido los más letales para la vacuna con lo cual no podemos decir que sea la solución para erradicar el alzheimer pero sí que se trata de un avance en la investigación". El experto ha insistido en que el antídoto ha frenado la enfermedad "en el 100% de los animales a los que hemos puesto la vacuna". El próximo año comenzará el ensayo con humanos y en el plazo de seis a ocho años estará en el mercado la nueva creación.

Previsiblemente se aplicará en personas de entre 35 y 40 años. "A los 30 años es cuando el cerebro deja de madurar", ha apuntado Ramón Cacabelos. La vacuna se suministrará a personas que tengan riesgo de padecer la patología, y en este grupo se incluyen aquellos que tengan generación tras generación un familiar directo que haya sufrido alzheimer. El director del centro EuroEspes en La Coruña ha informado de que esta enfermedad se sitúa entre los problemas de salud más frecuentes después de los accidentes cerebrovasculares y el cáncer. La enfermedad de alzheimer, también denominada mal de alzheimer, demencia senil de tipo alzheimer (DSTA) o simplemente alzheimer, es una enfermedad neurodegenerativa que se manifiesta como deterioro cognitivo y trastornos conductuales.

Se caracteriza en su forma típica por una pérdida progresiva de la memoria y de otras capacidades mentales, a medida que las células nerviosas (neuronas) mueren y diferentes zonas del cerebro se atrofian. La enfermedad suele tener una duración media aproximada después del diagnóstico de 10 años, aunque esto puede variar en proporción directa con la severidad de la enfermedad al momento del diagnóstico.