La nueva vida de la familia Prior
Ya han pasado dos años desde que su vivienda quedase reducida a escombros, lugar en el que viven como pueden
Len Prior no aparece en la fotografía porque de nuevo ha tenido que ingresar en el hospital. Su corazón no soporta el estrés al que está sometido desde que una decisión judicial a petición de la Junta de Andalucía dejó su vivienda construida en Vera reducida a escombros. De este sucedido ya va para dos años largos, dos años en los que el matrimonio Prior se guarece y vive como puede en lo que antaño fuera el garaje de su casa.
En ocasiones, y esta es una de ellas, al plumilla le es casi imposible sustraerse a la empatía con los Prior, concebir sus sensaciones, pedir a quien hay que pedirlo que esto acabe ya, que los dejen vivir en paz el tiempo que Dios le dé de vida. Que los Prior puedan dormir como duermen los gestores municipales de Vera, que sientan un hogar como lo sienten los gestores autonómicos de Andalucía, que la justicia sea justicia para todos y que lo mismo que la justicia dijo de derribar, ahora ha dicho que a los Prior se les facilite una vivienda de características similares a la demolida. Porque los Prior construyeron su casa amparada por una licencia municipal. Manda madre.
Helen Prior barre el suelo sobre el que un día se asentaba una vivienda. Debe ser un acto reflejo, una manera de mantener viva la ilusión, la esperanza, "nosotros, a pesar de todo, no queremos irnos de España. Hace siete años decidimos pasar aquí el resto de nuestra vida y eso queremos hacer". Ciertamente, entre unos y otros, se lo están poniendo difícil a esta familia que se vino a Vera en busca de un clima más apropiado para sus dolencias de artritis y pulmonares.
Los perros siguen a Helen allá dónde ella va. Son su única compañía en una mañana de color gris, del color de un día más sin casa. Cuenta Helen que le han dicho que el Ayuntamiento de Vera anda escaso de dinero, que ha tenido que pedir un crédito para pagarles el alquiler de una vivienda tal y como ha dictado un juez que puso como límite diez días para cumplir su fallo y ya han pasado más de treinta sin que la resolución judicial se cumpla.
Helen Prior era, es, programadora informática, trabajo que desempeñaba en su país natal, mientras que Len Prior se dedicaba a la instalación de ventanas, además de construir prototipos de coches. "Trabajábamos mucho, mucho, nuestro sueño era retirarnos a un país cálido porque los dos padecemos de los huesos y este clima es el adecuado". "Además", añade Helen, "la gente de España, de Vera, también es cálida, hemos recibido muchas muestras de apoyo que sinceramente agradecemos. Nos gusta el modo que tienen ustedes de vivir, de entender la vida, pero no contábamos con esto, con ver nuestra casa derruida después de haber seguido todos los trámites legales". Helen cruza las manos en un gesto de resignación a la par que comenta que tiene 'hungry', algo así como estar hambrienta por que todo esto pase.
El matrimonio Prior tiene tres hijos y cinco nietos, uno de ellos en Afganistán con las tropas británicas, y el rosario de un tira y no aflojo entre dos administraciones, ambas obstinadas en llevar la razón a toda costa, sobre todo a costa de los señores Prior. Las dos Administraciones, municipal y autonómica, se revientan sus partes blandas en los tribunales, mala cosa para los Prior por la lentitud de la justicia, inexorable, sí, pero lenta. 'Notifíquese esta resolución haciendo saber que contra la misma cabe interponer' y, naturalmente, la administración que se siente perjudicada por el fallo, interpone. Y así por los días de los días.
Mientras tanto, en un acto de demagogia pura y dura, ahí está el Algarrobico, es un poner como otros muchos a señalar. Helen Prior dice que con esto no hay derecho. Y tiene razón.
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