"La poesía es un ente angélico y un mal poeta puede quebrarle las alas"

María Ruíz acaba de publicar su último libro 'Los Llanos de Moab' · Una mujer que ha dedicado su vida a la literatura · Su pasión por la literatura surgió gracias a su profesora Celia Viñas

La escritora María Ruiz.
Juan R. Belloso / Almería

07 de junio 2008 - 01:00

Un lápiz, una goma y un papel bastan para que María Ruíz pase horas y horas sentada en el escritorio del salón de su casa, frente a la vigorosa iglesia de San Pedro. Para ella el arte de escribir no es nada nuevo, lleva haciendo relatos desde que tiene uso de razón.

La suerte estuvo de su parte desde el principio, cuando todavía vestía de colegiala y era alumna fiel de las clases de literatura de Celia Viñas, que cada semana examinaba a sus alumnos con un ejercicio de creatividad. Aquel día la maestra planteó a sus niños dos opciones: "Nos dio a elegir entre una poesía sobre la primavera y un relato imaginario de un hombre llamado Paco, quien no pudo hacer nada para pasar a la posteridad. La mayoría de mis compañeros eligieron la poesía, pero a mi me escocía la curiosidad de dar vida a un personaje ficticio. Al principio me parecía imposible, era como enfrentarse a un k8. Me encontraba ante una montaña gigante y no sabía por donde empezar a escalarla", cuenta, amarrada a su último libro, titulado Los Llanos de Moab.

Cuando llegó el día de la presentación del trabajo unos se imaginaban a Paco como un hombre religioso, bueno, que iba a misa y comulgaba casi todos los días. Un señor que desprendía mucha bondad y muy buenas intenciones. Otro de sus compañeros, en cambio, se lo imaginó como un militar.

La esencia del arte escrito reside en encontrar la diferencia y la joven María escribió una historia que dejó boquiabiertos tanto a sus compañeros, como a la mismísima Celia Viñas. "Me imaginé a Paco como un demonio. El antónimo del bien. Recuerdo aquel día porque me di cuenta del poder de la narrativa: Puedes convertir a una persona en un ángel o en un demonio. Lo titulé La injusticia del justo Paco", detalla.

Para Ruíz la literatura es el arte de ilustrar un juicio en particular. No todo el mundo tiene esa sensibilidad porque todo criterio reside en una ilustración concreta. Ella vivía en una casa repleta de libros. La biblioteca de su padre fue el manantial de donde absorbió toda la sabiduría que desprende ahora. "Leía mucho, en especial los episodios nacionales. No puedes entender lo que ocurre fuera si no sabes de dónde procede el fruto de tus tierras".

Los tiempos han cambiado mucho. María recuerda los castigos que imponía su madre porque llegara tarde a casa. Sus padres eran conscientes de lo que le gustaba leer a María. Apagaban las luces por la noche para que no pudiese leer ni una línea de su nuevo libro. Ahora ocurre algo parecido pero, lamentablemente, no es una novela que se cierra, sino una televisión que se apaga.

Siempre se preocupó por las injusticias sociales, en especial, la discriminación a de la mujer. De esta denuncia nació un nuevo libro, que narraba la historia de una chica que quería ser sacerdote. "Quien discrimina a otro me discrimina a mi. La gran discriminación proviene de la familia Real. ¿Por qué no puede llegar a ser Rey la princesa?. Creo que esta postura proviene de la falta de preparación del género femenino, es decir, no se puede protestar sin fundamentos. Es necesario oponer todas las alternativas posibles. Debemos aprender a utilizar con destreza el arma que menos falla, que es la preparación", sentencia.

Escribe a todas horas, excepto al medio día. Es una persona muy perfeccionista. Siempre tiene la papelera repleta de relatos recién escritos. Todos sus libros están tocados por la igualdad. "Creo que en ocasiones se confunden los términos. Todos somos iguales, pero hacemos acciones distintas. En mi nuevo libro, Los Llanos de Moab, utilizo como símbolo a la desilusión. Representa lo que somos y lo que el destino nos ha permitido ser", dice.

Los personajes de los Llanos no son caudillos como Moisés, ni líderes como Gandhi, ni redentores como Jesucristo. "Son hombres y mujeres, sólamente eso. Corren de sí mismos y huyen de un destino que los acorrala para hacer de ellos aquello que más aborrecen. Cuando llegan a los Llanos ya no existe Ítaca a la que regresar. Ni se la desea. Son perdedores".

Sus personajes no tienen nada que ver con la realidad. Escribe en primera persona o como testigo presencial. "Borjes dijo una vez: todo creador tiene la obligación de hacer creer a los lectores que sus imaginarios personajes aparezcan como reales", afirma, con gesto reflexivo.

Guarda un gran respeto por la poesía. Uno de sus poemas está grabado en el caño de la Puerta Purchena. "Dice así: La Puerta Purchena no tiene llave, pero tiene un encuentro con cinco calles. La Puerta Purchena siempre está abierta, esperando que llegues nunca se cierra. La Puerta Purchena no tiene aldabas, pero siente el repique de tu llamada. La Puerta Purchena ¡no tiene puerta!, pero tiene un hechizo para que vuelvas. Siempre recuerdo una gran frase de Alfonso Reyes: Poesía es un ente angélico y un mal poeta puede quebrarle las alas".

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