La tradición de la cucaña regresa a Roquetas por las fiestas patronales

En su mayoría eran adolescentes, pero cientos de vecinos esperaban su turno para trepar por el ya conocido poste · Puestos y restaurantes típicos de distintas zonas españolas deleitaron a los presentes

Comida típica de distintos lugares de España.
Iñigo Mas Greño / Roquetas

28 de julio 2010 - 01:00

El juego de la cucaña congregó el pasado lunes a miles de personas en las fiestas del Puerto de Roquetas en honor a Santa Ana, en la última y más importante jornada. Bajo un sol de justicia el público ocupaba los muelles y las engalanadas embarcaciones para poder ver las evoluciones de los más arriesgados intentando trepar por el resbaladizo madero y tocar alguna de los dos banderas, española y andaluza, que esperaban el roce de los ganadores.

La inmensa mayoría de los valientes sin embargo acababa en el agua sin rozar siquiera las banderas por lo resbaladizo de la cucaña. Protección civil y sus zodiac estaban alerta para socorrer en cualquier posible incidente.

Son multitud los jóvenes que eligen año tras año la convocatoria de la cucaña para refrescarse durante las fiestas de la ciudad, siendo atraídos los participantes por premios de 200 y 400 euros según la situación en el madero de la bandera que alcancen.

Miles de personas forman el público alrededor del espectáculo, que es seguido con la pasión de una competición deportiva por una expectante multitud, que no cesa de animar a quienes se atreven a subir al palo para que lleguen lo más lejos posible, una misión sin embargo muy complicada de realizar y que provoca las más acrobáticas posturas para evitar la inevitable caída al agua del puerto.

Pero no sólo hubo éxito de participación en el milenario juego de la cucaña, sino que también hubo por ejemplo gran cantidad de gente en ferial disfrutando de la gran variedad de establecimientos existente en plena calle.

Desde los restaurantes invitaban a los paseantes a degustar marisco de vivero, las mejores piezas de carne, o pan de horno. Se pudo disfrutar de un sin fin de puestos de alimentación y bebidas, instalándose por primera la Feria del Pulpo, que llegaba desde Galicia y causó gran sensación por la calidad de sus productos. Otro de los grandes éxitos fue el pasacalles internacional, que puso una magnífica nota de color a la noche roquetera. La originalidad del desfile y la gran variedad animaron especialmente con música y baile las fiestas patronales, en las que el fuerte calor fue un denominador común.

Sin duda el calor hizo que la gente decidiera aún más echarse a la calle para disfrutar de la brisa marina en las horas en las que el fuerte sol ya se había ocultado. La fiesta finalizó con el lavado de cara a la Patrona Santa Ana, con la emotiva celebración de la procesión por tierra y mar.

Uno de los momentos más emocionantes tras el que un agente de la Policía Local devolvía al mar el agua que se había cogido antes, en la misma palangana, ante el fervor de miles de personas que se agolpaban en la orilla del Faro y el Castillo de Santa Ana. Los roqueteros honraron de este modo a su venerada Patrona.

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