Una narcolancha embiste a la patrullera de Guardia Civil en Almería: así fue la violenta persecución
El piloto de la planeadora colisionó en su maniobra de evasión y sólo causó daños materiales, ningún agente resultó herido
La Guardia Civil intercepta una narcolancha en Níjar tras el despliegue de helicópteros y Frontex
En las calas del parque natural de Cabo de Gata-Níjar ha tenido lugar otro peligroso incidente en la batalla policial contra las mafias del triple negocio del narcotráfico, inmigración ilegal y petaqueo. El paraíso nijareño es escenario habitual de fondeos y desplazamientos de todo tipo de planeadoras y semirrígidas de alta velocidad, del tipo go fast, y las patrulleras de la Guardia Civil, con apoyo aéreo y del Frontex, están intentando poner coto a su presencia y actividad delictiva, con impacto negativo en la conservación ambiental, seguridad e imagen turística. A lo largo de los últimos meses se han producido algunos arrestos e incautaciones de lanchas, pero interceptarlas en alta mar es una misión imposible. Cuentan con embarcaciones de última generación equipadas con tres y cuatro motores de hasta 300 caballos de potencia, tecnología satelital y 14 metros de eslora, que vuelan a 60 nudos con tripulaciones profesionales que cada día son más violentas y temerarias.
El jueves tuvo lugar uno de los últimos episodios de riesgo en la batalla de David contra Goliat que enfrentó a la patrullera Río Nacimiento a una narcolancha que no dudó en embestirla. En dos ocasiones colisionó el piloto kamikaze de la semirrígida sin importarle el peligro de vuelco o incluso de explosión. Según han confirmado testigos del suceso, la embarcación de Guardia Civil sufrió daños en el casco lateral y fibra por los violentos impactos, si bien se saldó sin heridos. Era una de las siete narcolanchas que se detectaron agrupadas desde mediados de la semana pasada en las playas del levante almeriense, muy cerca del faro de Mesa Roldán en Carboneras, para cobijarse del fuerte temporal. La persecución policial no llegó a buen puerto y todas las planeadoras lograron escapar, cambiando ese enclave por otro próximo en la cala nijareña del Plomo. Y no ha sido un hecho aislado.
Los guardias civiles del Servicio Marítimo llevan meses alertando de la peligrosidad de unas mafias que los convierten en blanco fácil y han soterrado el principio de autoridad. De ahí que las asociaciones de Guardia Civil reclamen insistentemente la declaración de profesión de riesgo, con una próxima parada de sus reivindicaciones el 13 de noviembre en la Delegación del Gobierno en Sevilla. “Porque la defensa de la seguridad de todos no puede seguir costándonos la vida”, es uno de los eslóganes de la movilización en la que estará la Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGC). El asesinato de dos agentes en Barbate puso de manifiesto la crueldad de estos pilotos expertos y temerarios que llegan a embolsarse hasta 50.000 euros por trayecto.
El estrangulamiento y presión policial que sufre la actividad de estas mafias en el Estrecho está desplazando las estructuras operativas y logísticas hacia el mar de Alborán y playas de Almería, sobre todo a las calas de un parque natural que, por su orografía y difícil acceso, se ha convertido en testigo directo del fenómeno delictivo al alza que más preocupa: el petaqueo. Narcolanchas al cobijo del temporal, algunas incendiadas en la orilla tras completar alijos o persecuciones, y garrafas con residuos de combustible son una huella de las redes delictivas cada día más presente en la provincia. El litoral almeriense es un punto estratégico para el avituallamiento y fondeo de estas potentes planeadoras para la supervivencia de las redes delictivas que operan entre África y Europa.