Cuando el virtuosismo es divertido y provoca emoción y sonrisas
Ara Malikian desplegó todo su genio sobre el escenario, acompañado de 16 músicos que tocaron violines, chelos, contrabajos, una batería y un trombón
Para el que no lo ha visto nunca, el espectáculo que el jueves por la noche ofrecieron los 17 músicos encabezados por Ara Malikian deja un muy buen sabor de boca. El artista libanés protagonizó un concierto de más de una hora, demostrando que el virtuosismo de los genios de la música es perfectamente comparable con la diversión y la sonrisa.
El público acostumbrado a la música clásica espera ver a un grupo de intérpretes serios, normalmente sentados, concentrados en desgranar las notas que marcan las partituras. Y eso, a priori, es una imagen que puede provocar emoción en los espectadores, pero no diversión.
Sin embargo, el artista libanés provocó en el público asistente a la gala de entrega de premios de Diario de Almería, más de una sonrisa e, incluso, una carcajada.
Malikian supo combinar la interpretación de forma magnífica con breves monólogos divertidos cuando se dirigía al público. Aunque no hay que dejarse engañar: este músico libanés afincado en España desde hace muchos años es uno de los violinistas más reconocidos de todo el mundo y autor de muchas de las mejores interpretaciones que se han visto sobre un escenario.
El espectáculo del jueves se titulaba 'La orquesta en el tejado' y se desarrolló con siete temas, el último del cuál fue un adelanto del que Ara Malikian estrenará la semana que viene en el Teatro Real de Madrid. Durante la actuación, los 17 músicos que llegó a haber sobre el escenario interpretaron con mucha energía las notas que salían de sus instrumentos. Entre los siete temas, los hubo 'de fiesta', como lo catalogó el propio Malikian; más clásicos; de origen judío; e, incluso, bandas sonoras de películas míticas como Pulp Fiction.
La escenografía del espectáculo comenzó con 14 músicos rodeando en forma de anfiteatro al músico libanés, el cuál iba de un lado a otro del escenario, interactuando con el resto de intérpretes. Malikian saltaba y acompañaba las notas que salían de su violín con movimientos de su cuerpo, manteniendo el ritmo de la música. El resto de artistas también se iban intercambiando posiciones a lo largo de la actuación, llegando en uno de los temas a desplegarse por todo el escenario.
Una de las imágenes que también rompió la estética habitual de un concierto clásico de violines es que varios de los músicos dejaron a un lado el arco con el que rasgan las cuerdas de su instrumento, para tocarlo con los dedos (pizzicato), incluso a modo de percusión, golpeando la madera.
Ara Malikian dejó en varias ocasiones el escenario para internarse por la platea y acercar su maestría los cientos de almerienses que seguían su interpretación con la admiración propia de quien está viendo a un genio algo particular, extravagante, histriónico, divertido, socarrón, en definitiva, un genio.
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