Jerez

20 años de los anticonceptivos Essure

El abdomen de Virginia tras la histerectomía.

El abdomen de Virginia tras la histerectomía.

Los implantes anticonceptivos Essure de la farmacéutica Bayer, fueron retirados del mercado en agosto de 2017. En España se colocaron a un total de 80.000 mujeres desde 2002, en Andalucía a 22.298 mujeres. En su día se vendió como alternativa a la ligadura quirúrgica. Los dispositivos estaban formados por muelles de nitinol -una aleación de níquel y titanio- con un corazón de fibras de polímero PET. Estaba diseñado para ser colocado en el interior de las trompas y provocar una oclusión de las mismas por una especie de tejido cicatricial en las trompas que acaba ocluyéndolas tal y como lo haría la cirugía clásica. La implantación de estos muelles se realizaba por vía vaginal, gracias a la técnica llamada histeroscopia, en la consulta de ginecología, sin necesidad de entrar en quirófano.

Tirando de hemeroteca, las perjudicadas por sus efectos adversos fueron calificadas de locas, depresivas, histéricas e incluso gordas. La cordobesa Susana Vázquez (1978), es una de las 8.000 mujeres de la provincia de Córdoba que se los implantó, ella en el año 2012 y padeció las consecuencias. Madre de dos hijos, se quedó de nuevo en estado durante la cuarentena del último. Tras un aborto, decidió someterse a la ligadura de trompas. "El médico me dijo que era un método obsoleto, que lo que se ponía ya eran los implantes Essure para lo que sólo era necesario tomar un valium y un ibuprofeno", rememora.

Al salir de la consulta le aparecieron ronchas y sintió un 'plaf', “una especie de pinchazo en el vientre”. Acudió a Urgencias del mismo hospital, el Reina Sofía. "Me dijeron que había comido algo en mal estado. Le respondí que sólo había tomado la comida de allí porque tenía a un familiar hospitalizado".

En seguida, sufrió dolores de cabeza, cansancio crónico, "era un trapo y tenía la barriga hinchada como si estuviera embarazada". "Empiezo a investigar y encuentro que estos son los síntomas que sufren las norteamericanas que se habían implantado los Essure. Tras la operación en la que le extirparon las trompas en las cuales se le había originado un hidroxalpin -infección que inflama y obstruye la trompa compuesta de líquido tóxico-, desapareció la inflamación del vientre, y a las pocas semanas los dolores. Le han dejado restos en el abdomen, aunque afortunadamente no poseen metales, ya que tras las pruebas realizadas después de la operación se demostró que no es alérgica, pero tiene hipersensibilidad a los metales, mayormente al níquel. Si no hubiera sido tan tremendamente dramático, podría decirse que tuvo suerte después de todo. Una de sus conocidas se los colocó en 2003 y uno de los muelles le perforó el útero y, el otro, la trompa. "Sentí felicidad, fue muy satisfactorio. Aunque es muy fuerte porque, en muchos casos, con una radiografía se sabe si están bien colocados o no. Estaban arruinando la vida de muchas mujeres", apostilla.

"En muchos casos, con una radiografía se sabe si están bien colocados o no. Estaban arruinando la vida de muchas mujeres"

Después de ocho años sin essures y con las trompas extirpadas, su estado de salud es mucho mejor. “Era empleada en el servicio de ayuda a domicilio y me afectó al trabajo donde tenía que interactuar con personas mayores. También a nivel íntimo porque te encuentras molesta, cansada, dolorida, no tienes ganas de nada”, recuerda. A día de hoy ha recuperado casi un 75% de la salud. Continúa en revisión, entre otras razones por los restos de los anticonceptivos que no retiraron. Una de las consecuencias que sufre es la premenopausia sobrevenida.

Susana Vázquez, recuperada después de que le retiraran los Essure. Susana Vázquez, recuperada después de que le retiraran los Essure.

Susana Vázquez, recuperada después de que le retiraran los Essure.

En Andalucía se colocaron los primeros en 2002. En 2015 las afectadas por estos dispositivos anticonceptivos comenzaron a organizarse. "Córdoba es el ejemplo de cómo hacer las cosas bien. Se ha logrado un protocolo, aquí se cumple y estamos muy organizadas", explica Susana Vázquez, echando la vista atrás.

Gracias a la movilización de muchas perjudicadas otras fueron conscientes de ello. Eso le ocurrió a Virginia García (Jerez, 1978), madre de tres hijos, una hija y dos mellizos. Ella tenía previsto realizarse la ligadura de trompas en la cesárea, pero resultó un parto natural, y, aunque se barajó la posibilidad de que su marido se hiciera la vasectomía, finalmente ella optó por la ligadura.

Poco después del parto lo planteó en la consulta de ginecología. Allí le informaron de las numerosas ventajas de los implantes anticonceptivos Essure de Bayer: no entrabas en quirófano, no había necesidad de anestesia, ni lista de espera, tardaban unos pocos minutos en colocarlos en la consulta y podías marcharte directamente a casa. Sólo requería tomar ibuprofeno para evitar molestias. Todo esto fue cierto. En 2012, durante la siguiente consulta García se hizo el implante. "Tardó dos minutos en ponérmelos y al día siguiente me fui a trabajar".

Luego vino lo peor. "Sentía un cansancio extremo, depresión, me cambió el humor, yo no era persona. Se me caía el pelo una barbaridad, perdí dos piezas dentales porque se me movían tanto que me las tuvieron que quitar sin caries ni nada. Me dolían las articulaciones, tenía una hinchazón en la barriga que parecía que estaba embarazada, hemorragias...". Debido a esto último en 2016 le colocaron el DIU hormonal. Cuando empezó a oír a las afectadas en los medios, por primera vez empezó a asociarlo todo lo que le ocurría a la colocación de los implantes.

Decidió retirárselos. Sin embargo, los médicos le aseguraron que los muelles Essure no le hacían daño alguno y que la cirugía tenía riesgos y, por tanto, ella era la única responsable de lo que pudiera suceder. "Estaba concienciada de perder los órganos, pero es que yo me sentía como una persona mayor". En 2018 le extirparon el útero y las trompas para retirar los Essure. Posteriormente, le realizaron pruebas y resultó que ella era alérgica al níquel, uno de los metales que componen los implantes. “Creo que ellos sabían que se habían equivocado, pero no daban su brazo a torcer. ¿Cómo no me hicieron la prueba de la alergia a los metales antes? Yo me fie de la palabra de un médico”, espeta.

Radiografía en la que se aprecian los muelles desplazados. Radiografía en la que se aprecian los muelles desplazados.

Radiografía en la que se aprecian los muelles desplazados.

La vida después del Essure

Inmediatamente después de la retirada empezó a ser ella misma de nuevo, poco a poco las secuelas fueron remitiendo. “Ahora estoy bien. Me levanto a las cinco y media de la mañana para trabajar y me ha cambiado el ánimo”. Sus allegados, se alegraron de tenerla de nuevo pese a la pérdida que implicó la cirugía. Dos conocidas llevan los implantes, una a pesar de la hinchazón que le ha provocado en el vientre, y la otra consciente de que uno de los implantes se le desplazó de la trompa y no sabe dónde lo tiene. Sin embargo, no quieren operarse por miedo. A Virginia le apetece pasar página, aunque se revisa periódicamente porque su madre murió de cáncer de mama. Sólo espera que la denuncia llegue a puerto por el daño que le supuso a nivel físico y personal.

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