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Iniesta, la bandera de la esperanza

  • El ya líder carismático de la selección lo hizo todo bien y estuvo a punto de abrir la lata con el plan A · Cesc, el falso '9', da la razón a Del Bosque sólo a medias

Xavi continúa siendo el alma máter del virtuoso juego de España que todos los rivales temen, pero a su lado ya no está Iniesta como un simple escudero. Tras su gol en el Soccer City de Johannesburgo, que lo encumbró como héroe nacional, el menudo y pálido futbolista ha asumido el nuevo rol de estrella de la selección. Es el más capacitado para desbordar cuando el contrario se enroca para evitar ese juego por dentro que a veces se hace cansino por la excesiva maduración de las jugadas, pero España, la campeona de Austria y de Sudáfrica, juega así y así seguirá jugando. Y su gran esperanza, el portador de la bandera de la fe hispana, reponde por Andrés Iniesta, el pequeño ciclón de Albacete.

Vicente del Bosque optó en el debut ante Italia por mandar al garete todos los debates sobre el delantero centro y optó por situar a Cesc de falso 9, aunque ha abierto uno nuevo. España no ganó, pero Iniesta lo hizo todo bien y a punto estuvo de darle la razón al salmantino con sus constantes percusiones, el balón siempre pegado al pie, y sus rapidísimas combinaciones, más un par de oportunidades de gol que podrían haber consagrado este plan A.

España sólo logró empatar ante Italia con esta nueva versión, gracias a un gol de Cesc tras una genialidad de Silva, pase con la zurda y gol con la zurda, pero acarició el triunfo gracias al plan B. Torres tuvo en sus botas el gol de la victoria en dos ocasiones, pero no está tan fino como en la Eurocopa 2008 ni el Mundial 2010. Con Negredo y Llorente esperando turno en el banquillo, Del Bosque se fió al poder desequilibrante de sus enanos y ahí el rey es Iniesta, el futbolista más bajito de todos los que jugaron ayer en el Arena Gdansk. Y el más eléctrico e imparable de todos también.

El futbolista del Barcelona ha llegado en perfectas condiciones a esta cita. Lo comentó en la víspera. "No me siento un líder, sólo me centro en estar bien físicamente y creo que lo he logrado", dijo. Recordaba Iniesta que a la cita de Austria y Suiza llegó lastrado por una gastroenteritis y a la de Sudáfrica por una lesión muscular que sufrió en un amistoso previo al Mundial. Ahora está finísimo, rápido, clarividente... Casi descerraja a Italia en la primera parte con un par de disparos envenenados y, sobre todo, con una maniobra que si llegar a acabar en gol hubiera sido una obra de arte. Pase vertical y tenso de Xavi, exquisito control con la diestra y vaselina sin dejar botar la pelota que se fue alta por muy poco. Era el minuto 42.

Ya en la reanudación, en el 51, volvió a levantar a toda España de los asientos. Presión arriba, otra de la claves de España, robo adelantado y Cesc espera el desdoble de Iniesta, que, en lugar de buscar el pase, opta por disparar cruzado con la izquierda. Buffón desvió con la yema de los dedos.

Sin terminar de concretar sus diabluras, Iniesta fue una pesadilla para los azzurri desde el flanco izquierdo. Fue agotando a los defensas italianos, que ni se atrevían a entrarle ante su gran capacidad de recursos para el desborde: conducción, regate, revuelta, pase en corto, pase interior... El protagonismo se lo llevaría Cesc, autor del gol del empate con una jugada exquisita. Enésima percusión desde babor de Iniesta, conexión con Silva en la frontal y enorme pase con el exterior del canario para que Cesc marcara disparando a la primera. Un gol con patente española. Luego llegaría el plan B y esas dos ocasiones de Torres que la afición hispana aún lamenta. Como a España, aún le falta al ariete. Los partidos hay que madurarlos, los torneos también. Pero para esta cita queda claro que Iniesta representa la gran esperanza hispana.

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