Isco, el aceite de un motor que se cala
El malagueño, declarado el mejor jugador del partido, demuestra estar a un excepcional nivel y ser el timón de esta selección
El arroyense dejó algunos detalles dignos de Iniesta
Se pisa el embrague, se mete la marcha y, el coche, se mueve. El sentido del movimiento para la metáfora es lo de menos. Pero continuemos con ella. ¿Qué ocurre si el pie se levanta excesivamente rápido? Que el vehículo se cala. Puede llamarse exceso de confianza, despiste o como quiera. Pero se para. Y entonces, pueden entrar las dudas sobre qué se ha hecho mal.
Algo así ocurrió sobre el céspede Kaliningrado, en la que las dos Españas volvieron a verse frente a frente. La de las dudas atrás, en zona defensiva y sin el balón, capaz incluso de complicarse la vida y ver la posibilidad de peligrar la clasificación a octavos y la que se siente cómoda con la pelota en fase ofensiva, aquella que incluso recuerda a otras épocas doradas no tan lejanas en el tiempo y que, a tenor de lo visto, fueron mejores.
En las dos facetas hubo un hombre que destacó: Isco. El futbolista de Arroyo de la Miel se convirtió en la pausa, en la calma y el aceite de un motor que amenazaba continuamente con calarse.
El Mundial que traza el futbolista del Real Madrid va hacia arriba. Comenzó bien ante Portugal, descató ante Irán, pero su partido ante Marruecos lo convirtió en el jugador más valorado. De hecho, el temple del malagueño fue una de las claves de que España no saliera escaldada ante Marruecos y acabara el grupo primero.
Atrás, Isco se fajó en defensa cuando la situación lo requirió. Numéricamente hablando, el malagueño fue el futbolista de España que más balones cortó (dos, como Piqué y Jordi Alba) y el segundo que más entradas con éxito realizó (tres).
Pero si destacó atrás, en una labor mucho más gris y oscura, mucho más brillante fue su partido en faceta ofensiva. Bajando hasta colocarse entre los centrales para sacar la pelota cuando era necesario, la mitad izquierda del terrreno ofensivo español sólo tenía un dueño.
El malagueño desplegó su magia sobre el césped de Kaliningrado. Regates, alguno con caño incluido, controles extraordinarios, pases medidos y una capacidad combinativa espectacular. La jugada con Diego Costa e Iniesta en el primer gol fue un espejo. Un buen servicio al hispano-brasileño, que se la dio a Iniesta y este, tras un recorte de la casa, la devolvió al malagueño, que hizo valer su calma antes de esperar a que Munir se venciera a algún lado.
Quizás eso de estar con jugones de la clase de Thiago o Iniesta permite que algo de clase, si le faltaba, se pegue. En alguna ocasión, Isco incluso pareció recoger el testigo del propio jugador manchego. ¿Recuerdan aquella imagen del de Fuentealbilla rodeado por numerosos italianos en la Eurocopa de 2012? Pues una imagen similar, con menos contendientes alrededor, se vio en Rusia, aunque en vez de ser Iniesta el protagonista era Isco y Marruecos el rival.
Eso sí, cierto es que equiparar a Iniesta e Isco todavía puede resultar incluso insultante para algunos, perdonen la osadía. Lo cierto es que algunos de los detalles mágicos que asombran de uno se reflejan en el otro. La herencia del nuevo jugador del Vissel Kobe quedará viva con el malagueño.
La primera parada de De Gea en el Mundial fue salvadora
Llegaba De Gea al tercer y último partido de grupos del Mundial como el único portero de los que había disputado algún minuto en la competición que todavía no había realizado ninguna parada. En el minuto 14, Marruecos se adelantó en el marcador tras aprovechar un fallo de coordinación entre Iniesta y Sergio Ramos. Boutaib robó la pelota en el medio del campo, salió a la carrera hacia el área de De Gea y le coló la pelota por debajo de las piernas, con mala fortuna, puesto que el balón rebotó. Apenas diez minutos después, un saque de banda a la espalda de los centrales llegó a Boutaib, que encaró al meta del Manchester United. En esta ocasión, De Gea logró salvar el mano a mano y lograr su primera y salvadora parada del Mundial.
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