Boxeo

Natalia Sorroche vuelve al ring

Natalia posa en un entrenamiento en el gimnasio Lola Boxing.

Natalia posa en un entrenamiento en el gimnasio Lola Boxing. / Rafael González

Tiene sonrisa de campeona. Natalia no se quita la mascarilla en ningún momento del reportaje [hace bien], pero se le forman hoyuelos en sus mejillas cada vez que responde una pregunta y se siente cómoda con lo dicho. Sus respuestas son cortas y directas, van al mentón. No necesita distancias. Poco a poco se va liberando de la vergüenza y de los monosílabos, les castiga el hígado con frases más largas, ya no necesita refugiar en las cuerdas junto a su entrenadora.

“El boxeo me aporta mucho. De pequeño me hicieron bullying en el colegio y empecé a boxear para olvidarme de eso”, reconoce la joven almeriense, de tan sólo 18 años. Natalia ha sufrido, lo ha pasado mal, pero ha sacado fuerzas de flaqueza gracias a la liberación de los guantes. Tal es así que pese a todo, no ha abandonado los estudios y hace un grado medio de Electricidad, con la vista puesta en formarse en la ayuda a las mujeres maltratadas.

Como la vida es caprichosa, volvió a ponerla a prueba una vez que el deporte la había acogido en su seno y la golpeó para dejarla al borde del KO. En plena preparación de un Campeonato de España tras el confinamiento duro de 2020, la almeriense se quedó sin gimnasio y se vio obligada a entrenar en la calle.

“Me vi en la calle, creía que iba a dejar el boxeo”... hasta que apareció Lola Martínez. Al principio hubo recelos, pero la presidenta del Lola Boxing entendió que tenía que ayudar sí o sí a Natalia. “Me habían hablando mucho de ella, pero no quería cogerla. No por ella, sino por la situación del boxeo en Almería y las envidias que existen. Ya me pasó por Hamza. Finalmente hablé con Natalia y me ha demostrado ser una deportista maravillosa: no falla nunca, entrena como la que más... Verdaderamente es ejemplar”, asegura Lola.

Mucho más habladora que Natalia, las palabras de Lola vuelan, como sus manos cuando golpea el saco en el gimnasio. “El boxeo tiene muchos valores, pero yo no saco a los niños de la calle, si acaso los saco de sus casas, los despego de las consolas. La calle aporta una formación que también es muy importante, tenemos boxeadores de todos los barrios, de todos los estratos sociales y el club es una gran familia”, dice contundente. A los puntos, Lola tendría el combate en sus manos.

Lola aguanta el saco para que Natalia golpee. Lola aguanta el saco para que Natalia golpee.

Lola aguanta el saco para que Natalia golpee. / Rafael González

Normal que con esa filosofía, la almeriense esté forjando campeones. Hamza Hamdaoui, con 28 combates ya en sus piernas, es un buen ejemplo, tiene el profesionalismo a la vuelta de la esquina. Natalia lo sigue, se fija en él. Aprende en cada entrenamiento, en cada sesión de guantes le copia sus mejores golpes. La joven del Puche está todavía lejos de su abuelo y de su tío, Jesús y José Sorroche, boxeadores profesionales en otros tiempos, pero sueña con defender su apellido con la misma gallardía que ellos: hoy por hoy, es la única boxeadora amateur de la provincia, en el día de mañana “también me gustaría ser profsional, como ellos”.

Le quedan muchos combates aún, lleva ocho y el noveno vendrá el mes que viene en Fuerteventura, donde irá con su inseparable Lola. “He entrenado duro, llevo seis meses preparando la revancha con Zuleima González”, precisamente con quien debutó. Gane o pierda, Natalia nos ha ganado a todos con una vitalidad y una ilusión a prueba de crochet.

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