Al curandero mejor que a un hospital

El desconcertante comienzo de la segunda mitad, con diez jugadores en el césped, deriva en una deslavazada derrota El presidente, de primeras, no se deja llevar por los nervios

Al curandero mejor que a un hospital

21 de octubre 2013 - 05:02

La cura de este equipo parece difícil. No tiene una herida física, tiene una herida psicológica. Todo es nerviosismo, ansiedad, ganas de agradar y necesidad. El Almería quiere, pero no puede ni va a poder en este estado. Más allá de la comparativa a nivel económico o de plantillas con otros equipos, los problemas de este grupo es que si algo le puede salir mal, así ocurrirá. Las prisas le traicionan y cuando se está tan cogido con alfileres, hay que tener mucha, mucha paciencia y aceptar que vengan mal dadas.

El comienzo de la segunda parte es el mejor símbolo. El equipo quería comenzar pronto la segunda parte para buscar los tres puntos que, hasta el descanso, no estaban muy claros hacia dónde iban a caer. Nelson no salta al terreno de juego por problemas estomacales, sólo hay diez rojiblancos sobre el césped y nadie avisa ni a Delgado Ferreiro ni a Torsi para que salga. Ya con las piezas puestas sobre el tablero, pero puestas a la buena de Dios, la mayor calidad del Rayo Vallecano se impuso pese a que estaba en inferioridad numérica.

El presidente, aguanta. Por lo menos, de momento. Alfonso García se marchó del campo negando la mayor, no compartía lo que le decían sus consejeros. Tenía claro que iba a aguantar si el equipo perdía, pero dejaba buena sensación en el terreno de juego, como en las primeras jornadas. La primera premisa se dio, la segunda, ni por asomo. Aunque en temporadas anteriores el presidente tomaba la decisión en el propio estadio a la conclusión de los partidos, ha templado su carácter y atendió a los medios asegurando que, por lo menos ayer, no iba a tomar decisiones drásticas. Hoy es otro día.

Ánimo y peticiones de ánimo. Lo que ocurrió al final del partido no tiene nada que ver con el comportamiento de la afición durante los 90 minutos. El público animó y respondió a las peticiones de algunos jugadores pidiendo calor. Es más, Grada Joven trató de que el minuto 12 se convirtiera en el momento de la afición, pero hubo una acción polémica en ese momento y los pitidos hacia el colegiado se confundieron con el cántico que el grupo de animación quería que se escuchara en todo el Mediterráneo.

Palmas para Falque. Fue el único que se ganó aplausos. El gallego, uno de los artífices del ascenso, volvió ayer al estadio donde demostró que tiene un hueco en Primera. Tras los pitos a Saúl por su expulsión, los hinchas despidieron con aplausos al gallego.

Elegancia en el banco. Francisco y Paco Jémez tienen un estilo común. Ambos son exfutbolistas de quintas similares, quieren practicar un fútbol de posesión de balón y se visten elegantemente: el almeriense con su clásica camisa blanca; el canario, con traje. Eso sí, Jémez se puso el chándal para el viaje de vuelta.

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