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En esta época del año, cuando el calor aprieta de lo lindo, las zonas costeras se llenan de personas en busca de aliviar la sensación de calor sofocante, típica del verano.
Nuestras abuelas siempre nos han comentado los beneficios de bañarse en el agua salada. Si no fuera por las medusas que estos días abundan en las aguas del Mediterráneo, estaríamos todo el día dentro del agua.
Composición del agua del mar
-El agua de mar cuenta con una composición distinta a la dulce: posee zinc, potasio, yodo y oligoelementos que la convierten en una gran aliada de nuestra piel y nuestro cuerpo en general. Uno de sus principales beneficios son sus propiedades antibióticas que funcionan muy bien en los procesos de cicatrización, por eso lo recomiendo a mis pacientes en heridas que evolucionan un poco tórpidamente. El más abundante es el sodio, que da el sabor salado al agua y se encarga del control del reparto del agua en las células en la bomba de sodio/potasio que se ocupa de expulsar el sodio hacia el exterior. El sodio también es necesario para la conducción del impulso nervioso, haciendo posibles las contracciones musculares. Por esta razón el agua de mar es uno de los mejores tratamientos para recuperar los músculos y para rehidratarse adecuadamente después de un esfuerzo intenso, pues en 100 ml de sudor se pueden llegar a perder entre 75 y 250 mg de sodio. También abunda el potasio, que interviene junto al sodio y regula la cantidad de agua en las células. El yodo es un mineral que el cuerpo precisa para que algunos órganos funcionen correctamente, sobre todo el tiroides. Estimula el buen funcionamiento de nuestro metabolismo y ello conlleva también el realizar adecuadamente un sinfín de funciones orgánicas indispensables para nuestro crecimiento y el buen funcionamiento de nuestro sistema nervioso. Participa en el metabolismo de los hidratos de carbono y en la síntesis del colesterol. Regula nuestro nivel de energía y un buen funcionamiento celular. Facilita que nuestro cuerpo queme el exceso de grasa. Cuida de nuestras uñas, cabello y dientes. En los pacientes con psoriasis, los baños en la playa están muy recomendados. El yodo es muy buen antiséptico por lo que las heridas suelen cicatrizar más rápidamente en ambientes ricos en yodo. El agua del mar cura.
¡Sácale partido a la playa!
Además del agua, el mar por la arena y el sol pueden ser de gran ayuda:
-A nivel del mar, baja la tensión arterial. Esto puede hacer que nos encontremos cansados y con poca gana de hacer cualquier actividad. Deben pasar un par de días para que nos aclimatemos a este ambiente.
-Nadar o flotar en el mar ayuda a la relajación muscular y gracias a la presencia de yodo también favorece la recuperación de los músculos ante ciertas lesiones.
-Desde hace décadas a las personas con problemas o enfermedades respiratorias se les recomendaba respirar brisa marina y darse baños en el mar y es que este tipo de agua favorece mucho nuestros pulmones siendo ideal para acabar con catarros, tos con flema y mejorar dolencias más serias
-El sol. Tiene muchos beneficios, a pesar de que últimamente tiene mala prensa. Como todo en la vida, los excesos son malos y el sol, sin la debida precaución y en una cuantía exagerada, puede ser perjudicial. Entre los efectos positivos del sol está que favorece el aporte de calcio a nuestros huesos debido a que en la piel, el sol activa a la vitamina D que es la encargada de que el calcio que ingerimos, sea transportado al hueso, haciendo que estos sean más fuertes al igual que nuestros dientes.
A su vez, contribuye a aumentar los niveles de testosterona lo que promueve una mayor actividad sexual. La luz solar también contribuye a tener un efecto antidepresivo y ansiolítico.
Sin embargo, hay que tomarlo con la precaución debida, ya que hacerlo en horas centrales y sin protección, supone un riesgo importante para la piel.
-Arena: Un simple paseo descalzo por la orilla de la playa actúa como una sesión de masaje en los pies, las pequeñas partículas de la arena blanda actúan como una almohadilla natural que promueve el movimiento correcto del pie (talón-punta) y actúan como exfoliante natural en la planta de los pies.
Hay algunas reglas básicas que debemos tener en cuenta al caminar por la playa:
1.- Existe diferencia entre la arena mojada y la seca, en la que es más difícil caminar, pues hay que hacer más esfuerzo. Conviene empezar por la mojada y, a medida que se mejore la forma, continuar por la arena seca, que es menos estable y moverse por ella implica mayor esfuerzo, por lo que existe más riesgo de lesiones, principalmente en los ligamentos del tobillo y de la rodilla. Ojo aquellas personas con artrosis o artritis en las piernas o en la columna. El caminar por la arena seca, implica un gran esfuerzo para dar cada zancada y podemos estar sobrecargando mucho estas articulaciones.
2.- Si la playa no es completamente llana, hay que prestar atención al desnivel. Es conveniente buscar una zona llana, sin inclinaciones. De otra forma, la rodillas sobre todo se sobrecargarán en exceso y tendremos dolores al cabo de unos días.
3.- Debemos evitar las horas centrales del día. Es mejor caminar a primera hora de la mañana o a última hora de la tarde. Evitaremos una exposición excesiva al sol y la posibilidad de un golpe de calor. Es importante caminar llevando una pequeña botella de agua para ir hidratándonos cada poco rato, así evitaremos la deshidratación. Debemos usar una gorra o un sombrero por la misma razón.
4.- Quienes decidan emplearse a fondo pueden caminar dentro del mar con el agua a la altura de los muslos, levantando bien las piernas en cada zancada. Se trata de un ejercicio cansado que, sin embargo, fortalece de forma espectacular la musculatura de las piernas y los glúteos. Es un excelente ejercicio para mejorar la circulación sanguínea, por lo que resulta especialmente recomendable para las personas con varices.
5.- Caminar por la playa el mismo tiempo que cuando o hacemos por una superficie dura, no es lo mismo. Cansa más. No debemos empeñarnos en que hay que andar el mismo tiempo que cuando andamos en otras épocas del año. Con andar un máximo de 30 minutos, es suficiente. Podemos compaginarlo con ejercicio dentro del agua o con accesorios como el típico "churro" de gomaespuma, por ejemplo, haciendo la bicicleta o simplemente, pataleando.
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