Con la ilusión por bandera, Pulpí se había engalanado para recibir por segundo año consecutivo la Copa del Rey. En el horizonte, un cruce con un Primera División; en el plano corto, noventa minutos frente a un Castellón de superior categoría y que llegaba con el mismo deseo de brindarle a su afición un partido ante alguno de los mejores equipos del fútbol español.

El dominicio inicial fue para los castellonenses. Su mayor calidad técnica se plasmó sobre el césped artificial de San Miguel, moviendo de banda a banda el balón y haciendo sufrir a un Pulpileño que se aculaba en su terreno de juego sin poder salir a la contra. Ortuño, el más peligroso de los visitantes, tuvo varios intentos de remate que fueron bien repelidos por la defensa rojinegra.

A los 26 minutos llegó el primer golpe. Saque de esquina al primer palo mal defendido por el Pulpileño y Esquerdo se eleva más que dos defensores para rematar y superar a Erik. Facilidades a un rival de superior categoría no se puede dar porque el castigo cae. Había tiempo para sobreponerse, pero mucho tenía que cambiar el equipo de Sebas López, superado totalmente durante la primera media hora.

Mejora el Pulpileño

Se animó con el 0-1 el Pulpileño, perdió el excesivo respeto de los primeros minutos y comenzó a estirarse. Garrido, en una buena jugada individual, casi empata al borde del descanso con un fuerte zurdado. Dos saques de esquina y un buen derechazo de Aguilera pusieron el punto y final a la primera parte con la sensación de que si los pulpileños apretaban, había partido.

La segunda parte arrancó con mucho ritmo, con un ida y vuelta. Carrillo pudo hacer el segundo en un buen contragolpe y, acto seguido, Aguilera controló magníficamente en el área chica, se dio la vuelta e Iván evitó en última instancia el empate. San Miguel creía en el empate y animaba a los suyos. Era el momento de apretar y así lo estaba haciendo el Pulpileño. Mati también lo intentó con un buen chut desde fuera del área.

Pasaban los minutos y Sebas López fue metiendo artillería sobre el terreno de juego para tratar de derribar a una muralla castellonense que se estaba mostrando segura. Probaron Juan Martínez, Mati y Cristo sin suerte. Había que llegar con más gente arriba, le faltaba un punto al conjunto almeriense para ser capaz de hacerle doblegar la rodilla al Castellón.

Sufre el Castellón

“¡Sí se puede!” cantaba el público, muy animoso a lo largo de la noche. Quedaba un cuarto de hora y el Pulpileño iba a quemar todos sus cartuchos. Al límite de las fuerzas, los de Sebas López botaron varias faltas lejanas peligrosas, el Castellón se defendía como gato panza arriba, estaba sufriendo en San Miguel. A los 82 minutos Koke tuvo la sentencia, con un mano a mano que Erik le ganó. El Pulpileño estaba volcado, exponiendo y algún contragolpe así estaba claro que podía llegar. Por suerte, el portero rojinegro estaba muy seguro.

San Miguel, apoyando a los suyos.

En la recta final, el Castellón tiró de veteranía y comenzó a dormir el partido. El Pulpileño se desesperaba porque veía que se le iba una buena oportunidad de hacer historia en Copa. Aún así, tuvo Mati el empate en sus botas tras un buen remate de Cristo, pero Aguilera, en semifallo, se la quitó cuando iba a chutar. Una lástima, para tirarse de los pelos. Honor a un buen Pulpileño que cayó mereciendo más.